Voz de mi hija. "Without you. Sin ti"

Voz de mi hija.

domingo, 26 de abril de 2020

Canción de despedida



Un pésame en tiempos de coronavirus es no duro, es durísimo, forzosamente lejano y más complicado de compartir: no hay abrazos, ni besos, no hay contacto con las manos. Un pésame en tiempos de coronavirus habla solo con la mirada y con la fuerza de la palabra pronunciada. Su gravedad adquiere ahora una nueva dimensión, la sonora, al retumbar las lágrimas contra el tejido de la mascarilla. Las familias que estos días despiden a alguno de sus miembros comprueban en los momentos más complicados lo que implica un estado de alarma como el que se vive. 

Los grandes asesinos de la historia son la bacterias y los virus, y en concreto los que han provocado las grandes epidemias. El sarampión, que acabó con más de 200 millones de personas, o el virus del sida o VIH, que ha matado a más de 35 millones.
En realidad es algo natural. Pasa, ha pasado,  y pasará, aunque nos queden lejos las grandes epidemias de la historia. Hay que tomar conciencia de que somos vulnerables y de que hay que apostar por la investigación, que con tan pocas ayudas cuenta en este país, y desde luego reforzar la sanidad pública.

Esta maldita pandemia se ha llevado muchas vidas, familiares, amigos, gente del mundo del arte que muchos hemos conocido desde niños,  profesionales médicos, científicos, escritores, actores y cantantes que han dejado huella a generaciones en las que hemos crecido y disfrutado de canciones inolvidables. Hace unos días nos dejaba, por nombrar a uno entre tantos, Christophe. Músico francés fallecido a los 74 años.
Estoy segura de que conoceréis la canción que he elegido, como a mi os traerá recuerdos de aquellos años dorados de la música. La hemos cantado, bailado, tocado y hasta sentido durante el verano de 1965, muchos en plena pubertad e  incluso antes.


P.D. A TODOS LOS QUE ESTÁN LUCHANDO CONTRA EL CORONAVIRUS Y EN ESPECIAL A MI QUERIDA SOBRINA LICENCIADA EN FARMACIA.




lunes, 20 de abril de 2020

Sensibilidad



La sensibilidad es la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás. Y ante todo debemos distinguir sensibilidad de sensiblería, esta última siempre es sinónimo de superficialidad, cursilería o debilidad.

Ser sensible implica permanecer en estado de alerta de lo que ocurre a nuestro alrededor, va más allá de un estado de ánimo como reír o llorar, sentir tristeza o alegría por todo.

Ser sensible no es signo de debilidad, no obstante, las personas prefieren aparentar ser duras e insensibles, para no comprometerse ni involucrarse en problemas que suponen ajenos a su responsabilidad. De esta manera se liberan de las aflicciones y padecimientos, que resultan incómodos y molestos, pensando que cada cual tiene suficiente con los propios.  Pero n
o hay duda de que la indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad.

La sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social.
La sensibilidad viene de los sentidos y radica solo en los individuos que confían en ellos, porque los conocen, los entienden y dominan a voluntad.
Se dice tanbién que la sensibilidad reside principalmente en el arte: poetas, pintores y cualquiera que posea esta maravillosa cualidad innata, siente la vida de una manera especial. 

Hoy he tenido dos noticias malas, dos puñaladas más que recibe mi corazón en estos días de encierro. Dicen que soy demasiado sensible, que magnifico y dramatizo las cosas hasta el punto de sufrir por ello, que después de tantos años entre el dolor y la enfermedad ya tendría que haberme endurecido, pero cada uno somos de una madera distinta, con un carácter que se va formando según se desarrolla nuestra vida y por supuesto la genética juega un papel muy importante. Mi madre tenía una sensibilidad a flor de piel, se emocionaba ante una melodía, un recuerdo, o con pequeñas cosas que sabía que le hacían feliz. Mi padre demostraba su sensibilidad en el arte de la pintura. El artista no es solamente el que sueña, como cualquier individuo, sino el que construye sueños. Él imaginaba y transformaba lo imaginado en realidad, desde niño sabía plasmar sus emociones en un lienzo.




Soy sensible, sí, porque exprimo los sentidos en cada instante, amo la belleza del espíritu, la fragilidad del sentimiento, la transparencia y la claridad del  pensamiento.


Me alimento de la debilidad y la fuerza, de la soledad y la compañía, del alivio y el sufrimiento. 
Amo la vida, me lleno de paz con el color de una flor o de un rojo ocaso. Soy débil ante la penas, a veces demasiado, pero compadecerse del dolor ajeno es aprender a valorar la salud por encima de todo y a sentir gratitud  por la gran suerte de existir.
Y hago alusión a las lágrimas que van ligadas a la sensibilidad. Dicen que son espejos del Alma y que se puede navegar entre ellas hasta tocar el fondo de un corazón frío. Dicen también que se puede escuchar la auténtica armonía que hay en el alma, la que suena en el interior de muchos corazones solitarios que están pidiendo a gritos un poco de amor.
Siendo así no me importa seguir siendo sensible.




P D.  A todas esas personas que se han ido en soledad y silencio.


martes, 14 de abril de 2020

Canto a la belleza.





Curioso don el de la belleza, curioso y gran regalo que se muestra variable a nuestros ojos, acorde con la grandeza de todo lo que nos rodea y nuestros sentidos pueden alcanzar y por tanto beneficiar.



La belleza natural, la abstracta, la interna.



La belleza NATURAL de las flores salpicadas de perfume y adornadas de gotas de rocío. De los pájaros, que agitan sus alas entre las ramas de los altos olmos, anunciando un nuevo día. De la tierra, los animales, las plantas, la luz y el calor de los rayos solares, que dibujan formas en las laderas de los valles y montañas. La belleza de los ríos, cuando sus aguas parecen espejos y su ruido la sinfonía mejor interpretada con la ayuda del viento y del ritmo de los remolinos. La belleza del aire cuando huele a lluvia, a flores o no huele a nada, solo al frescor que nos va dejando en la frente.
La de la luna, mientras la noche nace entre sombras y vapores de ceniza, la de las estrellas que parecen clavos de plata cubriendo el cielo. La belleza del mar, que onda tras onda va formando la espuma para besarte los pies en la playa.
La del arco iris, el azul del cielo, el amarillo de las arenas, el rojo del atardecer, el blanco de los almendros, el gris de las tormentas, el negro de la noche, los verdes primaverales y toda una gama de colorido que pinta la naturaleza.
Los olores del cerezo en flor,
del tomillo y la lavanda.

La belleza de las nubes, míralas, son como algodones, de muchas formas, redondas y blancas. Entre todas sostienen el mundo y son el destino del trueno y del rayo, de la lluvia lenta, de la nieve y el viento. Son todas iguales y a la vez distintas. Míralas, son como las olas del mar y con un gran alma secreta.
Y la belleza ABSTRACTA. Quién no conoce la hermosura de la inocencia, el brillo de una mirada, no se enternece ante la paz de un niño dormido y no se estremece con el compás de una música romántica. Demasiada belleza a nuestro alrededor. Ya solo me queda nombrar la belleza de un corazón noble y la más pura de todas y quizá la que más pasa desapercibida, la belleza del INTERIOR.

En estos días de confinamiento, se añoran demasiadas cosas. Todo se aprecia más cuando se pierde y de momento estamos en un encierro que ya resulta inoportable según van pasando los días.





Decía Herman Hesse que la mitad de la belleza depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira. Los más brillantes amaneceres, los más románticos atardeceres, los paraísos más increíbles, se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas. Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos, cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca, cuando no hay lluvia que supere a su llanto, ni sol que brille más que su sonrisa. La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla. Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros se convierten en nuestros paisajes favoritos.

Y solía decir mi madre que "la mitad de la hermosura está en la tienda". Creo que con ella se nace, claro que siempre se puede mejorar.😊😊




jueves, 9 de abril de 2020

SOLITARIO JUEVES SANTO.

Sigo asomada a la ventana. Un perfume a rosas me excita la pituitaria. Rosas seguramente rojas que entre el silencio y la soledad de este Jueves Santo, llega hasta mi para darle sentido a esta cruda realidad. Empino mis pies para verlo más cerca y me fijo en la única persona que a paso lento se atreve a salir. Solitario y triste va iluminando la calle y miro su rostro lívido, lleno de ensangrentadas manchas, los cabellos húmedos caen lánguidos por su cara.

La noche se está cerrando, de terciopelo morado  va vestido y una corona de espinas cubre su frente y su pelo. Caminando en solitario por las calles vacías , va Jesús el Nazareno la tarde del Jueves Santo.
Silencio y respeto en las ventanas, mientras solo va bajando, con su mirada hacia el suelo y en sus manos sujetando, ese divino madero. 
Y el corazón se me encoge cuando siento tanto dolor,  hay saetas con sentimientos y poemas mal rimados, hay esperanzas y llantos, hoy las palmas son para Él, la tarde de Jueves Santo.



Dice una voz popular:
¿ Quién me presta una escalera,
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno ?

Antonio Machado.






miércoles, 1 de abril de 2020

Detrás de mi ventana



Detrás de mi ventana
como si el cielo compartiera mis dolores,
las lágrimas de los ángeles caen en silencio 
detrás de mi ventana, lamentando ausencias
mi mirada derrama imágenes alejadas.

Tengo el corazón pesado,
los males corren por mis venas 
 cae la lluvia de primavera sorda a mis confianzas 
como si el cielo compartiera mis dolores
las lágrimas de los ángeles caen en silencio.

Detrás de mi ventana
 cada imagen cuenta una historia.


Pasará y detrás de mi ventana entrarán los rayos del sol, pronto.