No sé cómo empezar... Si esta entrada sirve para alentar a todas las personas que han pasado o están pasando por un trance semejante, si necesitan la poca ayuda que desde aquí puedo dar, quedaré satisfecha por ello, aunque al recordar mi caso afloren sentimientos de angustia en mi corazón.
Han pasado ya casi tres años y medio desde aquel día en plena pandemia, me dijeron esa palabra que nadie quiere oír. En un chequeo rutinario apareció un tumor canceroso. Dios mío, por qué a mí?. Es una pregunta que cualquiera se hace aunque nadie está libre de este maldito mal.
La palabra cáncer da miedo, estigmatiza y la identificamos con la muerte, pero no tiene por qué ser así. En estos casi cuatro años he podido aprender que esta palabra puede tener mucho más significado. Para mí el cáncer me ha supuesto una nueva oportunidad, como si se reseteara mi vida y me dijeran que puedo empezar de nuevo a vivir pero con una nueva sensibilidad y desde luego valorando mucho más cada minuto que pasa. Al principio todo es distinto, todo gira en torno al cáncer: lo que como, lo que bebo, lo que visto, a dónde voy, a quién visito, absolutamente todo está marcado por el cáncer. Ningún plan está libre de él.
Sé muy bien que nunca oiré la palabra "alta", porque no se puede, es siempre una incógnita y hay que aprender a vivir con ello. Además las secuelas de la propia enfermedad y los efectos secundarios de los tratamientos ya tan prolongados en el tiempo, me están suponiendo una serie de limitaciones de movilidad y cansancio, "fatiga oncológica", que juro no contaba con ello. Sé también que no soy la misma, pero mi familia no es amiga de dramatismos y me ayudan mucho cuando me dicen "qué guapa estás" o me compran un regalo por pequeño que sea. Me veía a mí misma ayudando a mis pacientes cuando trabajaba, la diferencia, la gran diferencia, es que entonces la paciente era yo.
Es una dura experiencia que he pasado y sigo mal cada vez que voy a una revisión. Infinidad de consejos podría daros y al vivirla en primera persona puedo deciros que es importante la comprensión, el apoyo y la adaptación. Escuchar a la persona con cáncer siempre puede producir sentimientos de lástima, pero con la comunicación podemos compartir decisiones y apoyar sus necesidades emocionales y físicas. Muchas personas tienen tristeza porque pierden la salud y la vida que tenían antes del diagnóstico de la enfermedad, incluso una vez finalizado el tratamiento. Es una reacción normal ante cualquier enfermedad grave. Es posible que te tome un tiempo procesar y aceptar todos los cambios que ocurren. Tal vez tengas muy poca energía, sientas cansancio o pierdas el apetito. En algunas personas, estos síntomas desaparecen o disminuyen con el tiempo. Pero en otras, estas emociones se vuelven más intensas, los problemas dolorosos no mejoran e interfieren en la vida diaria. Si esto ocurre tal vez sea una depresión, que es común en las personas con cáncer. Muchas veces estos pacientes padecen dicha depresión como un problema secundario que es posible tratar. En algunos casos, al tratamiento oncológico se suma está alteración porque de alguna forma cambia la manera de funcionar el cerebro. Yo misma me he sentido así. Tuve ayuda psicológica y gracias a la constante animación de mi familia, hoy puedo afirmar que he llegado hasta aquí con la fuerza que necesitaba para aceptar y poner todo mi empeño en hacer posible mi curación.
Ahora tengo las revisiones cada año y sigo con el temor a una recidiva.
Ánimo, no te rindas, no temas, la medicina avanza a pasos agigantados y se está investigando y haciendo muchos logros para ayudarnos.
Entre todos tenemos que vencer al cáncer.
Gracias a todos los que me habéis ayudado.