Voz de mi hija. "Without you. Sin ti"

Voz de mi hija.

viernes, 30 de octubre de 2020

Entra noviembre.

¡Escuchad! hay un giro del viento. Apenas puedo asomarme para decir adiós a Octubre, los largos pasillos me encogen el alma, me arrugan la mente y me producen unas ganas tremendas de salir a respirar aires más sanos, libres de impurezas, mascarillas y fanales agobiantes.

¡Escuchad! se oyen golpes en la puerta del otoño, golpes a puño cerrado, es el Comendador que viene raudo a instalarse con siniestros ropajes en el nuevo mes. La apagada voz de Don Juan Tenorio, casi en el olvido, reclama entrar en el gran teatro de la vida.

Noviembre nace entre un cielo de piedra y un suelo cubierto de hojas muertas. Hojas caídas que calzan los árboles al concluir su existencia, recuerdos dolorosos y a menudo una herencia de buenos ejemplos que pueden entibiar nuestro corazón incluso en los momentos de melancolía. Seguimos asomándonos a la ventana del otoño, estación generosa en cambios, donde todavía quedan algunos restos de flores que cada mañana recogen ávidas el pálido fulgor de la última estrella. Árboles desnudos y campos lacios, en los que siguen apareciendo hilachos de rastrojos que añoran los últimos rayos  de sol. Dicen que es un mes melancólico, que ya no hay magia en la naturaleza, la música de los ríos amaina, los pájaros pliegan sus alas y en los valles solo queda la dorada amarillez de los arbustos. Dicen que es un mes triste dedicado especialmente a los difuntos, que huele a crisantemos y los cipreses exhiben su gallardía con el baile del viento. Dicen... dicen tanto, que se olvidan de los vivos, de los que luchan por la existencia sobreviviendo a una fiera desconocida. No nos entristezcamos por las hojas de los árboles que alcanzan el cúlmine de su dorada belleza, para luego morir, ya que solo nos muestran  la conclusión de un ciclo de vida. La Naturaleza ya se ha despojado de su ropaje estival para enfrentarse a los próximos fríos y comienzan a asomarse las primeras nieblas,  mientras que en lo alto de las montañas ya se observan la cimas con un leve cándido manto. Las nubes amenazan sobre el horizonte henchidas de lluvia, hasta que por fin se descarga el agua bienhechora que lava y regenera la madre tierra. Es un mes lleno de fenómenos atmosféricos.

Quiero recordar ahora lo especial que tienen los días de Noviembre. El placer de respirar su ambiente húmedo y la sensación de paz caminando por los parques y las alamedas solitarias. La vista recreándose en las ramas caídas, amontonadas en el suelo, caducas, doradas, pardas, antes vivas y ahora... dormidas en un dulce letargo. Y sus noches llenas de embrujo entrando en un profundo sueño, tiñendo las sombras de un leve vapor de ceniza.
Sólo espero que Noviembre sea luminoso y traiga la sonrisa que algunos han perdido.

"Clamé al cielo, y no me oyó,
Mas, si sus puertas me cierra,
de mis pasos en la Tierra
responde el cielo, no yo."

¡Escuchad!, entre los arbustos los duendes traviesos de la lluvia, lanzan con sus deditos helados hojas secas. Y lejos, muy lejos, tan lejos que podría ser un recuerdo, alguien canta.

P D. Adaptación de uno de mis escritos.

lunes, 19 de octubre de 2020

Eterna belleza 2


Quizá no sea el momento idóneo para escribir estas letras, sinceramente tengo pocos ánimos y cada día que pasa se está convirtiendo en una rutina sin aliciente y monótona, pero no quiero dejar el blog, me ha costado catorce años mantenerle y aunque haya muchos que ni se acuerdan de entrar, otros siguen siendo fieles lectores y siempre encuentras gente nueva.

Estamos pasando por un trance desagradable, tratamos de buscar una manera más positiva de ver las cosas, quizá sea conformidad o resignación,  pero viene bien pensar que no todo en la vida es malo, que a pesar de todo la bondad existe, es la única inversión que no falla. En filosofía analizando el comportamiento se suele decir que el ser humano es malo por naturaleza. Muchas teorías lo sostienen. Fue Hobbes el que advirtió que en el estado de naturaleza el hombre no es pacífico, sino más bien “un lobo para el hombre” y por lo tanto se une en sociedad con el único interés de sobrevivir. También Kant defendía esta postura, argumentando que es la razón práctica la que obliga al hombre a renunciar a ese estado de guerra y a buscar la paz en sociedad. Y Freud considera la agresividad como innata en el ser humano y dicta que es la cultura la que debe reprimirla, claro que no es de extrañar porque Sigmund Freud no creía en el ser humano, para él solo somos objetos. Pero siempre me hace pensar en el doctor Jekyll y mister Hyde.
Es cierto que hoy en día, en las sociedades actuales, podemos decir que el mayor enemigo del hombre es el hombre. Somos la única especie que ataca premeditadamente y no por instinto, no se trata de supervivencia ni de defensa propia, nos movemos guiados por intereses egoístas, somos intolerantes y posesivos.
Pero existe gente fantástica, llena de virtudes y bella, muy bella. No hay más remedio que aferrarse a esta teoría para ver la vida de diferente color y buscar siempre el lado bueno y hermoso de todo lo que nos rodea.
Y si no, miremos lo que la vida nos ofrece, veamos la belleza como la marca que suele sonreír con esplendor en la bondad, en la verdad y en el amor que hay en las obras que hacemos.
Busquemos ese lado, ante la realidad que vivimos cuesta un montón ser positivos pero mientras haya salud debemos dejar entrar la luz en nuestros corazones.

Un abrazo a todos.


jueves, 15 de octubre de 2020

Aquí y ahora


Hoy estuve pensando en la mala costumbre que tenemos los seres humanos, de valorar las cosas solamente en su ausencia. Valoramos el dinero cuando nos falta, valoramos el tiempo cuando estamos al final de nuestra etapa, la familia cuando la perdemos, valoramos el frío cuando hace calor, y deseamos que haga calor cuando hace frío. Solamente cuando recibimos un golpe bajo somos conscientes de la importancia del ahora.


Vivimos tiempos difíciles. Nadie imaginaba la sorpresa que traía el 2020. Quizá nunca vuelva la vida a ser como antes pero mientras dure la pandemia no dejemos de disfrutar lo que podamos, soñar subidos en una nube nos está permitido. Mirar el mundo desde las alturas es posible aunque sea soñando y por supuesto contemplar las estrellas. Tiene que ser maravilloso verlas de cerca, no puedo imaginar un cielo sin estrellas. Desde arriba lucen sus galas y gozan del privilegio de tener libertad y hasta su propia música. La noche levanta la tapa del piano y comienza la sinfonía del otoño, al fin y al cabo cuentan con la compañía de grandes como Frédéric Chopin o Ludwig Van Beethoven.
Y en cuanto a colorido en otoño el cielo también se llena de una amplia paleta de amarillos, naranjas y rojos embriagadores.
VelázquezMurillo y otros genios de la pintura se encargan de ello, allí se reúnen  los mejores y más grandes artistas. Otros en cambio más humildes y casi desconocidos, como mi padre, también colaboran dando pinceladas a los astros en uno de los estudios más grandes, donde ondean lienzos dorados cubriendo todo el firmamento. Padre, no te olvides de pintar una azul.

Dicen que vienen meses melancólicos, que ya no hay magia en la naturaleza, la música de los ríos amaina, los pájaros pliegan sus plumas y en los valles solo queda el reflejo de un cielo de piedra. 
A pesar de todo siempre hay belleza, AQUÍ Y AHORA .


jueves, 1 de octubre de 2020

Recuperando escritos


Se me mostraron hojas de otoño
cayendo de un árbol, y a continuación vi
uno desnudo y sin ninguna hoja.

Entonces oí estas palabras:

No te preocupes. La fuerza vital
está en el interior,
Y a partir de ahora mostrará lo nuevo.
Has de saber que lo viejo tiene que morir
para que la vida se renueve.



Aquella noche de octubre salí al jardín entre calor y frío presintiendo el próximo color de la tierra. Encontrarme con ella dilataba mis pupilas, sabía que en la oscuridad se hace visible lo que la luz del día esconde. Tenía claro que los sueños se pasean por nuestro interior despejando todavía más la imaginación y entonces se hacen posibles cosas tan inverosímiles como respirar sin aire, dormir en una hoja o hacer malabares trepando por las veletas de las torres. Hasta es posible ponerse alas mágicas y de un soplo trasladarse a la nube más cercana, allá donde un albañil de ángel trabaja en su andamiaje para mostrarnos que hay otra vida.

Aquella noche dije adiós al verano y me agarré fuerte al árbol, que más que ramas tenía ya hilachos. Pronto estaría rodeado de niebla y no me importó porque me gusta la niebla, cuando es cercana siempre me parece que oculta algún dolor y si es alta, enturbia el ambiente con su bruma blanda y misteriosa regando la tierra con lluvia y no con llanto.
Aquella noche sentí el sabor amargo de no ver el mar, de no subir a la playa para mirar su oleaje verde, las gotas que antes mojaron mi cuerpo ahora salpicarían el manto de Dios.

Entró octubre a pasitos cortos. Ya sé que nos ha tocado vivir una época difícil, imaginar lo que se nos venía encima aquel pasado 31 de diciembre era algo impensable en este siglo, pero no te asomes a la ventana con tristeza, el otoño es una segunda primavera en la que cada hoja será una futura flor y llegará el día en que esto será ya historia.
 Es curioso, no duerme nadie en el cielo, hay un panorama de ojos abiertos dando la bienvenida al cambio de estación y aquí abajo se abren las mentes con deseos de escribir, mientras se saborea un café caliente en taza de esperanza.



Feliz Octubre