Voz de mi hija. "Dedicado a quien amo "

Voz de mi hija - "Dedicado a quien amo".

lunes, 31 de octubre de 2011

CRISANTEMOS




 Noviembre nace entre un cielo de piedra y un suelo cubierto de hojas secas. Seguimos asomados a la ventana del otoño, estación generosa en nieblas, donde todavía quedan algunas flores silvestres, que cada mañana recogen el pálido fulgor de la última estrella. Árboles desnudos y campos lacios en los que apenas aparece la yerba recibiendo apacible el beso de la luna.
Dicen que es un mes melancólico, que ya no hay magia en la naturaleza, la música de los ríos amaina, los pájaros pliegan sus plumas y en los valles solo queda la amarillez de los arbustos. Las noches van cayendo en un profundo sueño, tiñiendo las sombras con un leve vapor de ceniza.

A pesar de todo algo especial tienen los días de Noviembre. El placer de respirar su ambiente húmedo y  la sensación de paz caminando por los parques y las alamedas solitarias. La vista se recrea mirando las hojas caídas amontonadas en el suelo, caducas, doradas, pardas, antes vivas y ahora ... dormidas.

Noviembre, un mes con fama de triste que comienza recordando a los que ya no están con nosotros, el mes que huele a crisantemos amarillos, los cipreses se alzan al cielo y se oye a lo lejos la voz potente de D. Juan Tenorio.

La lluvia hace sus primeras apariciones y favorece al recogimiento compartiendo una taza de café caliente.




Me pregunto por qué decimos que la lluvia entristece, será porque el cielo cambia de color para vestirse con un tenue velo grisáceo, o será porque el sol se esconde entre las nubes y deja un ambiente melancólico...

Hay días de lluvia que nos marcan un ritmo diferente de vida y nos hacen revivir momentos que casi teníamos olvidados. La niñez, por ejemplo. Quién no ha metido los pies en los charcos mojándose los zapatos nuevos, o quién no ha pegado su nariz en los cristales de una ventana, dejando sus huellas en ed vaho, mientras jugaba con las gotitas que van resbalando
por ellos.




En los días de lluvia voy dejando que lleguen esos pensamientos, esa nostalgia, que siempre es bien recibida con los brazos abiertos. Pienso en todas esas cosas que quedaron atrás, ancladas en el recuerdo, y que sé que nunca volverán. Se quedaron grabadas en el fondo de mi corazón, permaneciendo allí inalterables para siempre. Esa nostalgia, la añoranza del recuerdo que nos acompaña siempre, bien sea una imagen, bien un sentimiento, la evocación de ese momento que nos marcó, que nos hizo avanzar o bien nos cambió. La emoción que regresa a nuestra mente, la emoción que simplemente regresa siempre con una dosis de tristeza, la suficiente para que evoquemos aquellos tiempos ya pasados. Las gotas de lluvia traen magia, llevan consigo ese atisbo de pasión, de una melancolía siempre sana.
En las noches de noviembre cuando se despeja la niebla, me gusta mirar las estrellas - porque el fresco cielo de Madrid se cubre de estrellas- y están todas, algunas vestidas de bruma y otras tan encendidas que casi pueden velarte los ojos.
 



Me las imagino muy suaves al tacto, eso sí que sería triste, un cielo sin estrellas. Creo que desde arriba nos miran constantemente y hasta tienen su propia música. La noche abre el piano y comienza la sinfonía del otoño, al fin y al cabo cuentan con la ayuda de grandes como Frédéric Chopin o Ludwig Van Beethoven. Y en cuanto a colores, en noviembre el cielo también se llena de amarillos, naranjas y rojos embriagadores. Velázquez, Murillo y otros genios de la pintura se encargan de ello, los mejores y más grandes artistas. Otros en cambio más humildes y casi desconocidos, como mi padre por ejemplo, él también estará colaborando con su paleta porque era fantástico combinando colores.

Y un amigo mío tiene razón, me estoy" reinventando "en  Noviembre.





viernes, 21 de octubre de 2011

¿ERES SENSIBLE?



La sensibilidad es la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás. Y ante todo debemos distinguir sensibilidad de sensiblería, esta última siempre es sinónimo de superficialidad, cursilería o debilidad.

Ser sensible implica permanecer en estado de alerta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, va más allá de un estado de ánimo como reír o llorar, sintiendo pena o alegría por todo.

Ser sensible no es signo de debilidad, no obstante, las personas prefieren aparentar ser duras o insensibles, para no comprometerse e involucrarse en problemas que suponen ajenos a su responsabilidad y competencia. De esta manera, las aflicciones ajenas resultan incómodas y los padecimientos de los demás molestos, pensando que cada quien tiene ya suficiente con sus propios problemas como para preocuparse de los ajenos. Pero n
o hay duda de que la indiferencia es el peor enemigo de la sensibilidad.

La sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social.
La sensibilidad viene de los sentidos y radica solo en los individuos que confían en sus sentidos, porque los conocen, los entienden y dominan a voluntad, todos o alguno de ellos.
Se dice tanbién que la sensibilidad reside principalmente en el arte: poetas, pintores y cualquiera que lleve consigo esta maravillosa cualidad innata. Yo creo que hay mucha sensibilidad en ellos y en la vida misma, porque solo los humanos se sienten vivos y sienten la vida, y el arte es producto de estos humanos.


Y ahora toca hablar de mí. Dicen que soy demasiado sensible, que magnifico y dramatizo demasiado las cosas y los problemas, por ello sufro las consecuencias, pero cada uno tenemos una forma de ser, un carácter que se va formando según se desarrolla nuestra vida y por supuesto la genética tiene un papel muy importante. Mi madre tenía una sensibilidad a flor de piel, se emocionaba ante una melodía, un recuerdo, o cualquier momento que le hacía feliz. Mi padre demostraba su sensibilidad en el arte de la pintura. El artista no es solamente el que sueña, como cualquier individuo, sino el que construye sueños. Él imaginaba y transformaba lo imaginario en realidad, desde niño sabía plasmar sus emociones en un lienzo.





Soy sensible, sí, porque exprimo todos los sentidos en cada momento, amo la belleza del espíritu, la fragilidad del sentimiento, la mirada transparente y la bondad del pensamiento.

Mi alimento es la debilidad y la fuerza, la soledad y la ternura, la comprensión y el esfuerzo.

Amo la vida, me lleno de paz mirando una flor, o recibiendo una sonrisa. Soy débil ante las penas, a veces demasiado, pero compadecerse del dolor y el sufrimiento es aprender a valorar y a sentir emoción por las cosas más livianas de la existencia.




De nuevo hago alusión a las lágrimas porque van ligadas a la sensibilidad. Dicen que son espejos del alma y que se puede navegar entre ellas hasta tocar el fondo del corazón más frío. Dicen también que si un día escucháramos la armonía de una melodía, la auténtica melodía del alma, la que llevamos guardada en el interior, encontraríamos fácilmente la senda del buen camino, el camino de la felicidad, de la auténtica y verdadera felicidad.
Siendo así, no me importa ser sensible.
Os dejo un poema de Manuel Altolaguirre:

El alma es igual que el aire.
Con la luz se hace invisible,
perdiendo su honda negrura.
Sólo en las profundas noches
son visibles alma y aire.
Sólo en las noches profundas

Oscurece tu alma pura.
 
Déjame que sea tu noche,
que enturbie tu transparencia.
¡Déjame ver tu hermosura!




lunes, 10 de octubre de 2011

EXTRAÑAS SENSACIONES




Hoy he llorado, sí, a veces necesito llorar, el llanto es algo natural, lo mismo que la risa. Lloramos para desahogarnos y al contrario de lo que mucha gente piensa, llorar no es de personas débiles, se puede llorar por infinidad de motivos, rabia, amor, tristeza, alegría ... expresar lo que sientes y mostrar los sentimientos no es de débiles, si no de fuertes, débil es el que esconde lo que siente por miedo o por vergüenza. Hay veces que se llora porque la emoción es tan intensa que no la puedes controlar, eso es llorar de felicidad, cuántas veces lo he experimentado ... las lágrimas de alegría, de emoción, nos aportan la calidez
de un momento o época vividos tan sublimes, que todavía nos hacen vibrar a flor de piel.
Es bueno llorar de felicidad porque:

•Nos acerca a nuestra dimensión más humana y nos hace sentir vivos.
•Nos ancla en el ahora, aunque nos recuerde el pasado pues el llanto sucede aquí y ahora.
•Nos enseña que vale la pena vivir.
•Es una forma peculiar de sonreír.



La risa y el llanto tienen muchas cosas en común, entre ellas, y la más obvia, es que son contagiosos. La risa genera endorfinas, pequeñas proteínas popularmente llamadas de “la felicidad”. Las endorfinas actúan como neurotransmisores aumentando los niveles de células T, (linfocitos T o células T pertenecen al grupo de leucocitos que son conocidos como linfocitos) son los responsables de coordinar la respuesta inmune celular.
Algo similar ocurre con el llanto. Llorar nos hace liberar adrenalina, una hormona que segregamos en situaciones de estrés, y noradrenalina, que actúa como neurotransmisor y tiene un efecto contrario al de la adrenalina. Cuando lloramos, eliminamos estas hormonas, lo que produce una sensación de desahogo y tranquilidad, además de eliminar toxinas.



Pues bien, hoy he llorado . Igual que la rosa despojada de sus pétalos, igual que el árbol que soporta en silencio la carga de sus hojas.

Extrañas sensaciones.

No encuentro el lugar perfecto donde guardar los sentimientos. Camino por calles, subo peldaños, voy soportando los días, las horas y los años, vivo primaveras, otoños e inviernos ... y sigo buscando.

Extrañas mutaciones.

Me gusta escuchar el sonido de la lluvia- viajera de un pasado- mirando embelesada la huella de su paso y las ondas perfectas que el agua va dejando, mientras crea pequeños espejos en forma de charcos.


Busco una manera de cobijar esos sentimientos, un lugar donde pueda llorar sin tapujos. Es difícil convertir un río en mar y es difícil plasmar el aroma de un jardín en mi cuaderno. Por eso prefiero escribir en el corazón que tiene páginas en blanco; es el papel perfecto donde copiar lo que siento, el lugar ideal para alojar las lágrimas, el ardor de los deseos o el color de los sueños.

Extrañas sensaciones.