Voz de mi hija. "Without you. Sin ti"

Voz de mi hija.

martes, 8 de junio de 2010

MIEDO






¿Quién no ha sido alguna vez en su vida víctima del miedo?.... Desde la más tierna infancia hasta llegar a la vejez, el temor a lo desconocido e incluso a lo que ya conocemos, nos acompaña con todo el fenómeno de inseguridades que tal emoción proporciona. Porque miedo es sinónimo de inseguridad, siempre lo escucho en boca de mi amigo psiquíatra y cada vez estoy más convencida de que tiene razón; toda nuestra vida gira alrededor de nuevas situaciones y cada vez que nos enfrentamos a ellas nos sentimos inseguros, desprotegidos ante lo desconocido y por tanto la consecuencia es el miedo. El miedo es innato, es una forma de protección del cuerpo y del alma.


Cuando era niña y vivía en aquella casa enorme, no me gustaba subir al piso de arriba cuando comenzaba a anochecer, la oscuridad me hacía ver sombras y en mis oídos la madera crujía de una forma poco agradable. Recuerdo muchas veces las palabras de mi padre: "El miedo no existe, solo está en nuestra imaginación". Pues no, papá, claro que existe, junto con el amor, el odio, la ira o la tristeza, es una emoción que forma parte del ser humano, además solías contar aquel chiste del estudiante que pasando por una tumba, se paró a leer el epitafio:" Aquí yace quien nunca tembló"... y el estudiante sacando su bolígrafo escribió debajo:"Porque no se examinó"...



También soy uno de tantos niños que ha padecido lo que conocemos por Terrores Nocturnos, episodio que luego heredó mi hija mayor.






Durante estos episodios es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad. A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras personas que tratan de sacarlo del trance desagradable. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no tan acusado como en el caso de las pesadillas.






No hay recuerdo del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin recuerdo de lo sucedido al día siguiente. La prevalencia de los terrores nocturnos en población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños en edades comprendidas entre los 4 y 12 años, remitiendo espontáneamente durante la adolescencia. Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del sueño, normalmente en la primera mitad de la noche. Los niños con terrores nocturnos no presentan una mayor incidencia de trastornos mentales psicopatológicos que la población general, a diferencia de lo que se suele observar con población adulta. La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de estos episodios. Hechos traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de la madre, muerte de ser querido, etc.) son factores de riesgo que pueden desencadenar y mantener los episodios.




El miedo es una emoción que experimentamos cuando consideramos que estamos corriendo o que vamos a correr un peligro, ya sea real o imaginario. Lo solemos vivir con una serie de sensaciones caracterizadas por proporcionarnos angustia y malestar. Cuando su presencia es muy notoria se nos encoge el estómago y enerva la piel, tensamos la musculatura, se aceleran nuestras constantes vitales y nuestra atención es notablemente
mayor, si bien dirigida hacia todo aquello que consideremos peligroso para nosotros. En suma, todo nuestro ser se prepara para afrontar el peligro que, sea real o imaginario, nuestra mente percibe.

Ante el miedo reaccionamos con dos conductas fundamentales: peleando contra aquello que nos provoca ese miedo o evitándolo. La pelea no tiene porqué ser una lucha física, puede tratarse de una lucha interior u otro tipo de comportamiento destinado a que desaparezca, a que no exista aquello que nos produce miedo.
Es una herramienta fundamental de las elegidas por la evolución para la supervivencia de muchas especies.
El miedo se manifiesta para protegernos de todos aquellos peligros que nuestra atención puede captar. Si nunca sintiéramos miedo no distinguiríamos muchos de los peligros que comporta el medio y nuestra
supervivencia no sería posible. Sin embargo, es posible vivir sin miedo en la edad adulta, de hecho es el objetivo de quienes siguen un camino de liberación interior: trascender los miedos y alcanzar la dicha y la felicidad que la mente despierta cataliza en su ausencia. Y es posible debido a que el individuo conoció e identificó
los peligros del medio a lo largo de su vida y lo sigue haciendo, quedando aprehendidos de modo cognitivo aunque haya eliminado la emoción del miedo.

Aun siendo una herramienta fundamental para nuestra supervivencia, proporciona mucho sufrimiento en las vidas de las personas, en especial en aquellas cuyos miedos son totalmente desproporcionados, condicionando y limitando sobremanera su existir. Creo que en otra entrada ya escribí sobre el tema de las Fobias, que hay una lista interminable de ellas: Fobia = miedo = obsesión.



El miedo provoca la aparición de las otras emociones que nos causan sufrimiento: el odio, la ira y la tristeza, procurándonos unas con otras un círculo vicioso del que resulta difícil salir.
Al contrario que la alegría, el miedo, en especial el miedo continuado, resulta poco saludable; tensa los músculos y nervios de nuestro organismo dificultando la fluidez de la sangre y sus nutrientes cuando dicha tensión es demasiado prolongada.

Socialmente tampoco resulta positivo; bajo su influencia tendemos a ser reservados y celosos de los demás, lo que suele ser recíproco. Condiciona nuestra visión de las cosas, al obligar a nuestra atención a dirigirse una y otra vez hacia todo aquello que considera un peligro para nosotros, privándonos de otros aspectos bellos y enriquecedores de la vida. El miedo nos hace sufrir, nos obsesiona.





Si pretendemos seguir un camino, un aprendizaje interior que nos descubra y nos libere del sufrimiento emocional, tendremos que trascender nuestros miedos. Para ello, para que el miedo no sea tal en nosotros, habremos de encararlo. Dado el sufrimiento que provoca el miedo, lo normal es que nos gustara que fuese de otro modo, que no hubiera que exponerse a él para superarlo. Hay muchas personas que tienen el peor de los miedos: el miedo al miedo, con lo que entran con facilidad en una espiral en la que sienten miedo al sentir miedo, lo cual les provoca aún más miedo, y así hasta sufrir la crisis de pánico. El mero hecho de hablarles de exponerse a sus miedos les provoca pavor; pero no se puede aprender algo sin conocerlo, sin observarlo con la debida atención tantas veces sea necesario para que nuestro organismo, nuestro ser en general, lo comprenda y lo trascienda.


Para aprender a superar nuestros miedos me permito recomendar dos libros “Del Pánico a la Alegría” o “Meditación Práctica, Aquí y Ahora”. Quizá puedan servir de ayuda.




Sabéis cuándo dejaremos de tener miedo? Cuando seamos realmente libres; es decir, cuando en lugar de buscar la seguridad de un papel, de una situación, de una relación, de una persona, de un bien, busquemos la inseguridad y aprendamos a quererla como parte de
nosotros. Cuando aprendamos a manejarla .
Difícil cuestión.


14 comentarios:

  1. Airblue, todos sentimos miedo en nuestra vida y pienso que una cierta dosis de él se podría llamar prudencia. Lo malo es cuando ese miedo es paralizante o existen unas fobias que nos impiden llevar una vida normal y nos hacen daño.
    Un abrazo

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  2. Supongo que como todos he tenido miedo en algún momento en mi vida, pero es curioso, en la medida que los años han pasado, cada vez tengo menos miedo, ni siquiera a la muerte tengo miedo, lo que si tengo es la certeza de estar cada vez mas cerca de ella, pero trato de no pensar en eso, hay que disfrutar el día a día SIN MIEDOS jajaja
    Besitos y salud

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  3. Luna Azul:

    Es verdad, el miedo nos acompaña y hasta nos hace más fuertes, pero cuando nos hace daño,¡qué difícil es vencerlo!.

    Me alegra tu visita Lunita.

    Besos.

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  4. Genin:

    Deja de pensar en la "parca", aunque no la tengas miedo, da respeto y cuanto más lejos estemos de ella , mejor.

    Un fuerte abrazo para ti caballero sin miedo.

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  5. El miedo está presente en la vida de las personas en mayor o menor medida. En ocasiones por temores infundados e inseguridad pero también como medida de defensa y de autoprotección ante riesgos inminentes.

    Cuando era muy pequeña he tenido terrores nocturnos y me despertada angustiada, teniendo que acudir mis padres a calmarme.

    Ahora de mayor, curiosamente experimento de vez en cuando pesadillas durante el sueño y me despierto sintiendo palpitar el corazón fuertemente. Me pasó incluso hace unos días y tuve que encender la luz un rato hasta quedar de nuevo dormida. Una amiga me dijo que a veces obedece a subidas de tensión (yo la tengo alta) y esa noche habia cenado bastante salado. No sé...

    Trato de no tener miedo pero me disgustan estas pesadillas que aparecen de vez en cuando y que no logro interpretar. Suelen tener relación con un peligro físico de riesgo o con persecuciones de alguien que quiere hacerme daño.

    Yo creo que esto le pasa también a otras personas.No sé...tampoco le doy demasiadas vueltas.

    Buenas noches y felices sueños.

    Un fuerte abrazo.

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  6. Los más "listos" dicen que el miedo es la señal de alarma que el ser humano tiene para detectar el peligro...
    Bien, eso es cierto solo en parte...
    El miedo es un sentimiento que me acompaña desde niña, como bien sabes. No me gusta, procuro no provocarle, no despertarle... cuando lo hace, me siento tan mal.
    El miedo, en definitiva, es lo que más miedo me da.
    Besitos valientes, amiga querida.
    Natacha.

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  7. Chela:

    Las pesadillas también nos acompañan por desgracia y no tienen edad. Las taquicardias después de un mal sueño son normales y no creo que sean por subidas de T.Arterial, al menos en medicina no se considera que tengan esa etiología, sí en cambio las cenas copiosas. Por eso se recomienda cenar temprano y más bien ligero.

    Tengo poco tiempo para visitaros por razones familiares, pero prometo buscar un ratillo.

    Gracias Chela por tus palabras.

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  8. Natacha:

    Me ocurre igual, carita guapa, tengo miedo hasta a la misma vida, al dia a dia, al futuro.... hay miedos que viven pegaditos a uno como lapas y se pasa muy, pero que muy mal.

    Un beso amiga.

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  9. Pues que yo recuerde nunca he tenido pesadillas, dormida claro, porque despierta ha habido algunas, pero esas eran realidad desgraciadamente.
    Nunca me he despertado sobresaltada ni con sensacion de haber pasado miedo.Debo ser una inconsciente de tomo y lomo jajajajaja.

    Besitos mi querida Air

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  10. Hola Air. No puedo evitar decirte que me da un gran gusto haber encontrado tu blog. Bueno pues para mi el miedo ha sido un fantasma de dos caras en mi vida. El ser humano esta hecho en gran parte de química, esa química es la que provoca las emociones, y en otra parte es donde nuestra imaginacion y nuestras creencias sobre nosotros mismos o sobre alguna situacion nos provocan miedo.

    Creo que todo en la vida debe estar en balanza, ahi es cuando hay que aprender que si somos mitad química y mitad psicología quiere decir que por una parte tenemos que encarar las cosas biológicas y por otra parte encarar nuestros fantasmas, para eso recordar que tenemos libre albedrio.

    Durante mi vida puedo saber que he vivido estos dos tipos de miedos, una cosa es tener miedo a algo cuando pensamos que no podemos o que todo va a salir mal (esto es auto destruccion)lo que es comun por que todos sentimosmiedo alguna vez y este nos hace crecer A este tipo de miedos se les enfrenta con la cabeza en alto, con mucha objetividad, con mucha fuerza espiritual y buena auto-estima, para esto nos sirven las platicas, los libros, etc.

    Pero tambien existen los miedos a la nada, cuando uno tiene esos tipos de miedo pues ya es un exceso, asi que sabemos que esto ya no es parte de lucha espiritual, es parte de alguna falla química y esta se enfrenta con mucho orden en nuestras vidas, con buena voluntad y con farmacos por que de otro modo estas sensaciones pueden disminuir muy poco pero nunca desapareceran y nuestras vidas estarán desperdiciadas intentando lograr algo que no llegará.

    Eso es lo que me ha ocurrido a mi, haber pensado que mi interior era el que tenia que sanar, que yo tenia miedos y era totalmente responsable de ellos o que yo los habia creado: hasta que claro toque fondo y descubri que tambien soy química. Entonces cambio lo que por años intente y en una semanade tomar los farmacos logre. Claro yo sigo sintiendo miedo pero ese miedo normal del que es necesario ser presa para crecer.

    Amo vivir enesta epoca por qeu gracias a los avances de la medicina he logrado recuperar mi vida casi al 100 por ciento.

    Pues esta es mi experiencia, esperando que a alguien sirva.

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  11. Gata:

    Tú lo que eres es más valiente que un jabato, ja,ja,ja. No me extraña que no tengas miedo, lo has demostrado muchas veces. Las pesadillas reales son las más duras y las únicas a las que podemos enfrentarnos.

    Un beso Gata. A ver si hablamos.

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  12. Liel:

    Es que somos química, la máquina más perfecta es el ser humano.

    El miedo a la nada... el miedo al miedo, el que como bien dices, creamos nosotros mismos. Liel, yo también conozco ese fantasma, mi mente me juega malas pasadas de vez en cuando y hay que saber espantarlo con la propia ayuda y a veces es necesario acudir a profesionales expertos. Largo tratamiento que cuesta aceptar pero que al final nos da la respuesta exacta: nuestra mente es nuestro peor enemigo y el más terrorífico de los fantasmas.

    Gracias por tus palabras y tu visita.

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  13. Que razón tienes en lo escrito, buscaré esos libros, quizá ayuden, aunque creo que el miedo cuando se instala en alguien no quiere abandonarlo, y... sí, el miedo al miedo...es el peor, pues es continuo y te va consumiendo, sé de lo que hablo y mi corazón tambien lo sabe.
    Un abrazo amiga, hablar de ello siempre cierra heridas. Gracias.

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  14. Marina:

    Creo que todos sabemos lo que es el miedo y algunos conocemos el peor de todos, el miedo a no saber a qué, ingrato temor con el que juega nuestra mente.

    Gracias por venir amiga.

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