Y sigue septiembre. Llueve, las tormentas a altas horas de la madrugada me producen una sensación de melancolía a la vez que una agradable tranquilidad me va sumergiendo en lejanos recuerdos. Lo siento pero me gusta recordar, me sienta bien después de haber tenido un día bastante complicado.
Es inevitable sentir un cierto sabor a nostalgia de aquellos septiembres en los que comenzaban los primeros escalofríos. Asomada a la ventana de mi cuarto, borraba el vaho que se formaba en los cristales para ver la hierba seca, tan seca, que parecían hilachos de lana vieja cubriendo el jardín. Los rosales ya estaban podados, se hacía antes del invierno para que floreciesen a principio de junio y el columpio, mi columpio azul, aquel que me hizo mi padre partiendo de un cajón de madera, solo lo balanceaba el viento al compás del leve crujido de sus cuerdas.
Aquello me entristecía porque los veranos burgaleses eran bastante cortos y los días calurosos se contaban con los dedos de una mano. Tenía que ir pensando en guardar mi bicicleta, también azul, y preparar la próxima llegada del nuevo curso. Otra vez los madrugones, el autobús, el uniforme, la pila de libros y el frío, el frío seco de la vieja Castilla.
Los cambios de estación son cambios de vida, es como iniciar una nueva etapa llena de oportunidades y expectativas. Aquellos finales de verano solo el tiempo y el paso de los años los hace distintos. Entonces miraba el jardín desnudo de flores, hoy tengo otra clase de flores que el tiempo nunca marchita. Necesitan cuidados especiales y a veces cuesta trabajo sacarlas adelante, pero encuentro en ellas la mejor recompensa, verlas sanas y frondosas todo el año.
Nadie me puede prohibir que recuerde, dicen que me hace daño, sin embargo en noches como ésta siento que el alma se serena y esta añoranza me hace sonreír. Aunque esta sonrisa llegue con billete del pasado.
Sigue lloviendo ...
Sigue lloviendo ...
Aquí, al fin, también llueve, pero es una tormenta, el verano no quiere irse, pero aunque sea a regañadientes no va a tener mas remedio que hacerlo, los días son mucho mas cortos ya, ayer me volvió a sorprender la noche regresando de mi caminata diaria, y es que tardo en acostumbrarme a los nuevos cambios de la naturaleza.
ResponderEliminarYa sabes que yo soy de los tuyos, me encanta recordar, es cierto que a veces no sienta bien cuando tienes recuerdos amargos, pero cada vez tengo mas práctica filtrando los recuerdos para quedarme solo con los que me gustan...jajaja
Eso no quiere decir que no viva el día a día lo mejor que puedo,al menos lo intento, como me apetece, no hay cosa que mas me fastidie que leer esos largos y edulcorados correos prefabricados que nadie sabe quién creó, donde te dicen que es lo que debes o no hacer, sentir o no sentir para ser feliz o al menos morir en paz...jajaja
Me siento contigo con un cafe, y si me lo permites, te acompaño en los recuerdos o en las meditaciones, para eso estamos los amigos ¿No?
Cuídate mucho corazón.
Besitos y salud
Hola preciosa, como siempre me ha encantado leerte. ¡¡Que sensacion de paz y relax encuentro en tu blog!!.
ResponderEliminarYo al contrario no soy de mirar mucho hacia atrás, pero claro siempre hay recuerdos que nos lastiman mas que otros, pero lo importante es volver al presente, vivirlo y disfrutarlo intensamente.
Muchos besos
Hola Air,aquí siempre encuentro algo que me trae recuerdos muy gratificantes.
ResponderEliminarNo es nostalgia, es recordar aquellos cambios de estación junto al mar, el inicio del curso con noches muy largas-en la Isla anochece antes que en Madrid-cuando se acerca el Otoño aquellos años toman forma en mi memoria.
Este blog es muy especial, espero poder seguir disfrutando de él durante mucho tiempo. Un abrazo
Hola preciosa. Ya sabes que yo soy de las que miran adelante, siempre. Pero, qué quieres que te diga... si a ti te sientan bien los recuerdos, pues adelante con ellos. La cuestión es que tu estés y te sientas bien.
ResponderEliminarYo he vuelto hace poquito de vacaciones (intermitentes este año) y comienza el otoño. Una estación que adoro. Me encantan sus colores, la fuerza que da al ausencia de calor y esas tormentas que me encantan...
En fin, sigamos con la vida, querida amiga.
Un besito de colores otoñales.
Natacha.