Noviembre nace entre un cielo de piedra y un suelo cubierto de hojas secas.
Seguimos asomados a la ventana del otoño, estación generosa en
nieblas, donde todavía quedan algunas flores silvestres, que cada mañana
recogen el pálido fulgor de la última estrella. Árboles desnudos y
campos lacios en los que apenas aparece la yerba recibiendo apacible el beso de la luna.
Dicen
que es un mes melancólico, que ya no hay magia en la naturaleza, la
música de los ríos amaina, los pájaros pliegan sus plumas y en los
valles solo queda la amarillez de los arbustos. Las noches van cayendo
en un profundo sueño, tiñiendo las sombras con un leve vapor de ceniza.
A
pesar de todo algo especial tienen los días de Noviembre. El placer de
respirar su ambiente húmedo y la sensación de paz caminando por los parques y las alamedas solitarias. La vista se recrea mirando las hojas caídas amontonadas en el suelo, caducas, doradas, pardas, antes vivas y ahora ... dormidas.
Noviembre, un mes con fama de triste que comienza recordando a los que ya no están con nosotros, el mes que huele a crisantemos amarillos, los cipreses se alzan al cielo y se oye a lo lejos la voz potente de D. Juan Tenorio.
La lluvia hace sus primeras apariciones y favorece al recogimiento compartiendo una taza de café caliente.
Me pregunto por qué decimos que la lluvia entristece, será porque el cielo cambia de color para vestirse con un tenue velo grisáceo, o será porque el sol se esconde entre las nubes y deja un ambiente melancólico...
Hay días de lluvia que nos marcan un ritmo diferente de vida y nos hacen revivir momentos que casi teníamos olvidados. La niñez, por ejemplo. Quién no ha metido los pies en los charcos mojándose los zapatos nuevos, o quién no ha pegado su nariz en los cristales de una ventana, dejando sus huellas en ed vaho, mientras jugaba con las gotitas que van resbalando por ellos.
En los días de lluvia voy dejando que lleguen esos pensamientos, esa nostalgia, que siempre es bien recibida con los brazos abiertos. Pienso en todas esas cosas que quedaron atrás, ancladas en el recuerdo, y que sé que nunca volverán. Se quedaron grabadas en el fondo de mi corazón, permaneciendo allí inalterables para siempre. Esa nostalgia, la añoranza del recuerdo que nos acompaña siempre, bien sea una imagen, bien un sentimiento, la evocación de ese momento que nos marcó, que nos hizo avanzar o bien nos cambió. La emoción que regresa a nuestra mente, la emoción que simplemente regresa siempre con una dosis de tristeza, la suficiente para que evoquemos aquellos tiempos ya pasados. Las gotas de lluvia traen magia, llevan consigo ese atisbo de pasión, de una melancolía siempre sana.
En las noches de noviembre cuando se despeja la niebla, me gusta mirar las estrellas - porque el fresco cielo de Madrid se cubre de estrellas- y están todas, algunas vestidas de bruma y otras tan encendidas que casi pueden velarte los ojos.
Me las imagino muy suaves al tacto, eso sí que sería triste, un cielo sin estrellas. Creo que desde arriba nos miran constantemente y hasta tienen su propia música. La noche abre el piano y comienza la sinfonía del otoño, al fin y al cabo cuentan con la ayuda de grandes como Frédéric Chopin o Ludwig Van Beethoven. Y en cuanto a colores, en noviembre el cielo también se llena de amarillos, naranjas y rojos embriagadores. Velázquez, Murillo y otros genios de la pintura se encargan de ello, los mejores y más grandes artistas. Otros en cambio más humildes y casi desconocidos, como mi padre por ejemplo, él también estará colaborando con su paleta porque era fantástico combinando colores.
Y un amigo mío tiene razón, me estoy" reinventando "en Noviembre.
jajajaja Claro amiga mia, tu tienes la gran suerte de pertenecer a ese grupo selecto que son capaces de hacerlo, de hecho lo has logrado montones de veces, que lo se yo, así que...¡Reinventando, que es gerundio! jajaja
ResponderEliminarBesitos y salud
Qué bonito Airblue, me encanta lo que cuentas y como lo cuentas. A mi que me confieso una enamorada del otoño me gusta como expresas esa melancolía, esos tonos, esos días de lluvia. Gracias por esta entrada, por tus palabras y la compañía de esta agradable música que me acompaña mientros escribo.
ResponderEliminarUn abrazo.
ES precioso lo que hoy nos dejas, soy especialmente amante del otoño, es para mi una riqueza contemplar como se transforma la naturaleza, la lluvia que parece como triste es germinadora. Me gusta los días plomizos , me hacen interiorizar muchas cosas sin que sean importantes, pero son pilares de vida.
ResponderEliminarTe dejo mi ternura
Sor.Cecilia
Me gusta Noviembre, los crisantemos y tu blog que me resulta agradable
ResponderEliminarun saludo
Gracias por ser vulnerable y entender cosas allá arriba
ResponderEliminarCon ternura
Sor.Cecilia
Si, he chapoteado en los charcos.
ResponderEliminarPero eso no lo has podido hacer tu, como yo lo hice.
Con botas de agua e impermeable las dos cosas de caucho, ya que entonces no había plástico.
La lluvia no me entristece.
Lo que me puede entristecer es por ejemplo:
NO RECIBIR NOTICIAS DE LOS AMIGOS. Saludos manolo
Como siempre es marabilloso pasar a leer tus entradas inspiras paz.
ResponderEliminarEste mes si que es un poco especial y como bien dices con la fiesta de todos los Santos nos recuerda los que ya se nos an ido.
a mi me gusta el invierno solo que me da un poco de nostalgia los días tan cortos y la noche tan larga, disfruto de la lluvia y de los dis grises, Besos
Santos
Hoy ha llovido todo el día sin parar. La lluvia a mi también me trae recuerdos de la infancia (sobre todo porque en Galicia llovia muchisimo en otoño y en invierno) Asocio la lluvia a las tardes junto a la mesa camilla y el brasero,al lado de mi madre, haciendo los deberes de clase o estudiando, tomando castañas asadas, leyendo cuentos, escuchando música...Las tertulias familiares,¡todos juntos! No importaba que lloviera fuera, estar en casa era muy agradable.
ResponderEliminarHoy, aunque sola, estuve leyendo un libro precioso, con radio clásica de fondo. ¡Se me ha pasado el día volando!
Un fuerte abrazo
Me encanta como expresas tus pensamientos y recuerdos, son como pinceladas de paz al acabar el dia, -siempre te leo de noche- antes de cerrar el ordenador, paso por este espacio tan especial que nos regalas con temas siempre interesantes, siempre enriquecedores.
ResponderEliminarTodas las estaciones tienen su encanto pero para mi el Otoño es especial,las noches mas largas todavia suaves, libros, deberes y lapices de colores, tres hermanas estudiando a la vez. A pesar del tiempo transcurrido recuerdo con enorme claridad y ternura aquellos años, fueron los "cimientos" de lo que llegaría despues.
Un abrazo
El mes de los santos y de los crisantemos, un mes frío.
ResponderEliminarUn beso.
Genin:
ResponderEliminarParece que tenías razón, puedo reinventarme cuando me lo propongo.
Ahora voy a necesitar hacerlo más, no hay otra solución mejor.
Un beso azul.
Luna Azul:
ResponderEliminarYa somos dos, el otoño me trae buenos recuerdos y me hace expresar más fácil mis sentimientos.
Un abrazo azul, Lunita.
Sor Cecilia:
ResponderEliminarGracias por sus amables palabras. En Madrid Noviembre es mes de nieblas, otro fenómeno que me gusta, todo parece envuelto en un velo misterioso.
Un saludo otoñal, hermana.
Manolo:
ResponderEliminarPues no, no he conocido el caucho, solo las famosas katiuskas de goma y los impermeables transparentes que eran bastante tiesos e incómodos.
Me alegro que hayas encontrado el correo.
Un abrazo Manolo.
Cuca:
ResponderEliminarSiempre tan amable ... gracias por venir a visitarme y a mi tampoco me gusta los dias cortos, eso es el inconveniente del otoño y encima nos cambian la hora.
Un abrazo amiga.
Estrella:
ResponderEliminarGracias por venir y por tu comentario. Me pasaré por tu blog.
Saludos.
Chela:
ResponderEliminarTengo esos mismos recuerdos. La famosa mesa camilla con el brasero para los pies(que ¡anda que no era peligroso!...), las castañas que mi madre asaba en una estufa de serrín mientras como tú hacíamos los deberes. Inolvidables vivencias que marcaron nuestra infancia. El jardín estaba un poco triste, no me gustaba nada ver los árboles y los rosales desnudos.
Un fuerte abrazo querida Chela.
Mar:
ResponderEliminarGracias por visitarme, sé que entras por las noches y te lo agradezco un montón.
Acabo de regresar de Burgos y el espectáculo de colores que desde la ventana de mis hermanos he podido contemplar, ha sido precioso. Los árboles tenían un color rojizo que hacía contraste con el gris del cielo por la lluvia.
Es curioso como con el paso de los años apreciamos más esa pequeñas cosas que antes nos pasaban desapercibidas.
Un abrazo Mar.
María:
ResponderEliminarSí es un mes frío, pero que te induce al recogimiento, a estar más con la familia, a tomar un chocolate caliente mientras te acurrucas en tu sillón favorito.
Un saludo.
Así es, el invierno invita a estar más tiempo en casa.
ResponderEliminarTe he enlazado en mi lista, no quiero perder tu blog.
Un beso.