Voz de mi hija.
sábado, 18 de agosto de 2007
viernes, 3 de agosto de 2007
SIEMPRE ESTARÁS EN MI MENTE

Aquellos podrían ser muy bien mis once o doce años.
Siempre estoy recordando ..... pero es que la madurez llama a las puertas de la vida demasiado pronto y sin permiso alguno se presenta dejando atrás una larga estela de vivencias irrepetibles.

Me pregunto por qué a pesar del tiempo vivido y de tantas experiencias adquiridas las personas seguimos sintiendo inseguridad. Nada tiene que ver con una baja autoestima, nada, absolutamente nada. Es una sensación de temor a lo desconocido, a lo que está por llegar, que nos impide ser del todo felices. Como la espada imaginaria de Damócles que amenaza con caernos encima en cualquier momento. ¡ Qué tremendo es sentirse inseguro !. Cuando las cicatrices que va dejando la vida han surcado el corazón y ya hay menos brillo en los ojos, nos refugiamos en nuestros sueños y comenzamos a buscar aquel espacio vacío que un día nos dejamos olvidado, y es entonces cuando echamos en falta acariciar una simple flor, mordisquear manzanas verdes o pisar aquellos caminos por donde pasamos aprendiendo de cada olor, cada textura, cada imagen y cada soplo de brisa.
Necesito ahora recordar a mi madre. No suelo escribir sobre ella, solo alguna vez un poema de esos que salen del alma en un determinado momento; lo que ocurre es que suelen salir en los momentos tristes, cuando notas demasiado su ausencia y lo que tengo claro es que ella nunca fue una mujer apagada, todo lo contrario, irradiaba alegría por los cuatro costados y la transmitía a raudales cuando tu estado de ánimo se venía abajo. Mi madre, la mujer que sonreía a la vida aunque la vida jamás le sonrió. Es duro reconocerlo pero así fue. De piel blanca y fina, ojos y pelo castaños, y las manos más bonitas que he visto, quizá por ello le gustaban tanto los anillos, tenía una buena colección de sortijas que aumentaba cada vez que llegaba un aniversario. Mi madre cantaba, lo hacía a menudo y aplicaba la canción siempre en el momento oportuno, tenía la habilidad de encontrar la letra adecuada a la situación y se emocionaba cuando oía una melodía tocada al piano. Exactamente igual que me ocurre a mí. Ella me inculcó el amor por la música y por este maravilloso instrumento. Sus labios temblaban cuando escuchaba al maestro Rodrigo el "Concierto de Aranjuez"o cualquier pieza de los clásicos.
Una parálisis facial cuando solo contaba cuarenta años y la prematura desaparición de un hijo, ensombrecieron sin duda su vida, pero no lograron borrar su sonrisa.
Está todo como lo dejaste. Mejoraron situaciones, se aliviaron dolores, se resolvieron problemas. Pero a mí ..... a mí algo se me fue contigo, un trozo de alma se desgarró y no quisiera recuperarlo jamás porque al llevártelo es lo único que continua uniéndonos.
Hay demasiados amores que se van marchando que siempre estarán en mi mente.
Hay demasiados amores que se van marchando que siempre estarán en mi mente.

No tratemos de entender la música con nuestra mente. Ni siquiera tratemos de sentirla con nuestro corazón. Sencilla y espontáneamente, dejemos al ave de la música volar en el cielo de nuestro alma. Mientras vuela, nos revelará incondicionalmente lo que tiene y lo que es. Lo que tiene es el mensaje de la Inmortalidad y lo que es, es el pasaje de la Eternidad.
Un beso mamá.
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