Voz de mi hija.

Voz de mi hija.

viernes, 3 de agosto de 2007

SIEMPRE ESTARÁS EN MI MENTE



Aroma a ropa limpia, a manzanas verdes, a jabones perfumados, a pino fresco y después de una tarde de lluvia, a ocre y a tierra mojada. Paseos por la Plaza, a un paso de la vía del tren; un tren que no llegaba nunca y que siempre tenía algún viajero sentado en aquel oscuro y despintado banco esperando oír el silbato, mientras posaba su canasta en el suelo tan solo llena de sueños imposibles. Aquellos cafés calentando nuestras manos, aquellas miradas nubladas entre el vapor de nuestras palabras y el humo de las tazas. Un viejo uniforme gris con cuadros verdes, la blusa crema y los zapatos abotonados con cordones, que por cierto odiaba, la vieja cartera de asas desgastadas, libros impecables y cuadernos llenos de frases subrayadas con lápiz rojo, a trazos descolorido porque apuraba hasta el máximo la mina.
Aquellos podrían ser muy bien mis once o doce años.






Siempre estoy recordando ..... pero es que la madurez llama a las puertas de la vida demasiado pronto y sin permiso alguno se presenta dejando atrás una larga estela de vivencias irrepetibles.



Me pregunto por qué a pesar del tiempo vivido y de tantas experiencias adquiridas las personas seguimos sintiendo inseguridad. Nada tiene que ver con una baja autoestima, nada, absolutamente nada. Es una sensación de temor a lo desconocido, a lo que está por llegar, que nos impide ser del todo felices. Como la espada imaginaria de Damócles que amenaza con caernos encima en cualquier momento. ¡ Qué tremendo es sentirse inseguro !. Cuando las cicatrices que va dejando la vida han surcado el corazón y ya hay menos brillo en los ojos, nos refugiamos en nuestros sueños y comenzamos a buscar aquel espacio vacío que un día nos dejamos olvidado, y es entonces cuando echamos en falta acariciar una simple flor, mordisquear manzanas verdes o pisar aquellos caminos por donde pasamos aprendiendo de cada olor, cada textura, cada imagen y cada soplo de brisa.




Necesito ahora recordar a mi madre. No suelo escribir sobre ella, solo alguna vez un poema de esos que salen del alma en un determinado momento; lo que ocurre es que suelen salir en los momentos tristes, cuando notas demasiado su ausencia y lo que tengo claro es que ella nunca fue una mujer apagada, todo lo contrario, irradiaba alegría por los cuatro costados y la transmitía a raudales cuando tu estado de ánimo se venía abajo. Mi madre, la mujer que sonreía a la vida aunque la vida jamás le sonrió. Es duro reconocerlo pero así fue. De piel blanca y fina, ojos y pelo castaños, y las manos más bonitas que he visto, quizá por ello le gustaban tanto los anillos, tenía una buena colección de sortijas que aumentaba cada vez que llegaba un aniversario. Mi madre cantaba, lo hacía a menudo y aplicaba la canción siempre en el momento oportuno, tenía la habilidad de encontrar la letra adecuada a la situación y se emocionaba cuando oía una melodía tocada al piano. Exactamente igual que me ocurre a mí. Ella me inculcó el amor por la música y por este maravilloso instrumento. Sus labios temblaban cuando escuchaba al maestro Rodrigo el "Concierto de Aranjuez"o cualquier pieza de los clásicos.

Una parálisis facial cuando solo contaba cuarenta años y la prematura desaparición de un hijo, ensombrecieron sin duda su vida, pero no lograron borrar su sonrisa.



Está todo como lo dejaste. Mejoraron situaciones, se aliviaron dolores, se resolvieron problemas. Pero a mí ..... a mí algo se me fue contigo, un trozo de alma se desgarró y no quisiera recuperarlo jamás porque al llevártelo es lo único que continua uniéndonos.


Hay demasiados amores que se van marchando que siempre estarán en mi mente.




No tratemos de entender la música con nuestra mente. Ni siquiera tratemos de sentirla con nuestro corazón. Sencilla y espontáneamente, dejemos al ave de la música volar en el cielo de nuestro alma. Mientras vuela, nos revelará incondicionalmente lo que tiene y lo que es. Lo que tiene es el mensaje de la Inmortalidad y lo que es, es el pasaje de la Eternidad.



Un beso mamá.

5 comentarios:

  1. No se ni por donde empezar, así que te diré, lo que a mi me viene a la mente.
    Ese uniforme me recuerda tanto a uno identico o muy parecido, el de mi primera "novia", la de la infancia, la que nunca se olvida.
    Yo la iba a esperar, una manzana antes, para que no nos pescaran, a la salida de su colegio, el de "Las Teresianas". Puedo percibir los olores que describes, en la humedad del rio, y un banco exacto al que describes.Allí con las manos enlazadas, no sentiamos el frio ni la humedad, ni siquiera la lluvia...Solo esa llamita de un incipiente amor que la vida se encargó de apagar..
    Y la inseguridad...A estas alturas de mi vida, tambien reflexiono mucho sobre esas cosas tan importantes...
    Pero no hay nada que hacer...Nos dieron la educación que nos dieron...Y en lugar de familiarizarnos con el nacer a la vida, con el procrear, el amor, la pasión, la vida y la muerte...Nos inventaron a los dioses, los santos, las virgenes que todo lo pueden y las terribles religiones, y que si nos portabamos bien y rezábamos mucho como cotorras, todos nuestros problemas quedarian resueltos, pero ¡ay de nosotros si nos separamos intelectualmente de los rebaños!!!...El averno entero caeria sobre nosotros...
    Como no criarse inseguro? Sentirse inseguro, la inseguridad era una de sus grandes armas de terror... Y lo sigue siendo...Que pesadilla dios!!! Y las secuelas que deja para las mentes inquietas y pensantes sin temores a las terribles venganzas de los dioses y sus ejércitos de santos en la tierra...
    Dice mucho y bien de ti los recuerdos que siempre tienes hacia tus progenitores. Un beso y Salud sin inseguridad, Genín

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  2. Sí, Genio, exacto, no lo quería decir pero era el uniforme de las Teresianas.¡Dios!, qué pequeño es el mundo, lo llevé hasta los quince años cuando estas seglares tuvieron a bien quitarlo. Dices muchas verdades sobre la inseguridad, lo tienes tan claro como yo, Genio, esa infancia represiva nos ha hecho mucho daño. Podría contar infinidad de cosas y por entonces mucho tuvo que ver el clero, innumerables temores que nos inculcaron y que seguiremos arrastrando toda la vida. Hay secuelas en psiquiatría tremendas por culpa de una educación demasiado estricta y por culpa de esa palabra odiosa que tantas veces la hemos escuchado:"pecado".
    Podríamos escribir un buen post de todo ésto.

    Un abrazo y me alegro de tu pronta recuperación. Chico fuertote, tú.

    AIR

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  3. Anónimo6/8/07

    Mi madre, la mujer que sonreía a la vida aunque la vida jamás le sonrió. Es duro reconocerlo pero así fue. De piel blanca y fina, ojos y pelo castaños, y las manos más bonitas que he visto.....

    Air, me parecía leyendote que describias a mi ama....que vida tan sacrificada el tocó en suerte y una de las cosas que le escribí cuando la acompañaba en su último viaje, fué precisamente el agradecimiento porque jamás mientras fuimos pequeños, nos transmitió la dureza de cuanto le estaba tocando vivir.

    Tuve que crecer y vivir y empezar yo a sufrir, para comprender cuanto lo había hecho ella.

    Como dice Genin, dice mucho de tí, la forma en que escribes sobre tus padres. Yo no soy creyente. por lo menos en la forma que las monjas quisieron inculcarme. Me revelé muy pronto y por ello quizás no me dañaron en el aspecto que vosotros describís, sin embargo opino que no se han ido, que siguen a nuestro lado, agazapados siempre, cuidando de nosotros. YO ASI LO SIENTO ....para ello, no necesito ninguna religión.

    ME DESPIDO HASTA MI VUELTA........UN BESO A LOS DOS de PIZARR.

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  4. Los miedos al mañana, las inseguridades...
    Al cumplir 40 años, me quedé sola para criar a mis tres hijos, de 12, 10 y 5 años. Debí olvidarme de mi misma y pensar en sacar esos niños adelante, hacer de ellos personas de bien y seguras para enfrentar la vida.
    Pasó el tiempo y ahora miro el resultado y no lo hice nada mal, pasamos por muchas cosas juntos, hasta la grave enfermedad de uno de ellos (tumor cerebral) ya superada.
    Todo se capitalizaba y daba más fuerzas para seguir. Cada logro de uno de ellos era de los cuatro.
    Como tu madre suelo cantar siempre y enlazar con una situación o palabra un tema que recuerde.
    La música acompañó mi vida y la hizo más llevadera.
    En cuanto a las ausencias...extraño la fuerte presencia física de mi padre, pero tengo su fuerza y sus consejos, sus palabras y las plantas y flores que plantamos juntos, mi padre está conmigo siempre y suelo decir que llega a besarme cada año cuando florecen los lirios blancos.

    Que tengas hermosos días!!
    Que te sientas fortalecida.

    BESOS!

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  5. Anónimo9/8/07

    Hermosas palabras las tuyas, Irma, llenas de una gran sensibilidad. No la pierdas nunca, como mujer y madre tienes, tenemos, esa gran ventaja.

    Gracias por tu comentario.

    AIR.

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