Joaquín Sorolla
Septiembre nos deja sabor a verano. Colores azules y aires calientes se van apagando. Pronto daremos la bienvenida al otoño y cambiará totalmente el decorado: colores dorados, suelos rojizos y frescos vientos que juegan a desnudar las ramas de los árboles.
Cuando nuestra vista puede contemplar una imagen así, resulta difícil resistirse a disfrutar de unos instantes de paz. Quién no se ha preguntado en dónde se esconden las nubes, qué habrá detrás de ellas y quién no se ha asombrado del intenso color azabache que tiñe el ocaso.
Y es que siempre me ha gustado el OTOÑO.
Se dice que la caída de la hoja produce una sensación de tristeza y melancolía y que sus días cortos no ayudan mucho a levantar el ánimo. En cambio a mí me parece una estación de sosiego que invita a la reflexión. Cuando era niña solía pasear por escenarios de árboles amarillos. Con los pies arremolinaba los restos de ramas húmedas, buscaba los dibujos que el viento había hecho con las hojas caídas, inventaba caras y hasta escribía palabras.
Creo que ya lo he contado en alguna ocasión, pero irremediablemente en esta época del año me viene a la memoria el recuerdo de un muchacho de catorce años, que muchas tardes de OTOÑO en los campos de Castilla, esperaba la ocasión de contemplar la pintura de un gran artista. Era un hombre de mediana edad vestido con ropa oscura, que no faltaba a la cita nunca.
Llegaba siempre al atardecer, colocaba una pequeña silla junto a su viejo caballete y comenzaba a dar vida y color al precioso paisaje de aquel OTOÑO. El muchacho se quedaba horas entusiasmado mirando el manejo de los pinceles, la mezcla de los colores y la transformación de un lienzo. Así poco a poco fue aumentando su pasión por la pintura. Nunca llegó a saber su nombre hasta que cierto día en un conocido museo reconoció aquellos cuadros.
El artista pintor era Marceliano Santamaría. El muchacho adolescente de ojos azules, era mi padre.
Madrid. El Parque del Retiro
Otoño en Burgos. Paseo de La Isla
Otoño. Óleo de mi padre
Siempre me gustaron los colores de la otoñada (especialmente en los bosques caducifolios, en especial los hayedos, que son mis favoritos).
ResponderEliminarMe estás inspirando para coger el coche (si es que sale del taller) este domingo y acercarme al Hayedo de Montejo, para verlo desde fuera, a ver cómo va enrojeciendo.
También el otoño me encanta, en Madrid, ciudad de contrastes bruscos de temperatura, el otoño nos ofrece, a veces, el regalo de días frescos aún sin abrigo, con una chaqueta de esas que solo te pones tres veces al año, porque o hace mucho calor o mucho frío.... Así es nuestra ciudad, pero a pesar de todo, Madrid si nos ofrece esos colores, esos colores de la tierra, que yo adoro, los marrones hasta rojo, los amarillos hasta ocre.... una mezcla que regala poesía.
ResponderEliminarNo me extraña que tu padre encontrase inspiración en ellos.
Preciosa foto del retiro. En esta época sin duda, el sitio más bonito para pasear.
Un beso, linda
Natacha.
Si, a mi tambien me gusta el Otoño, ya está uno cansado de tanto calor y sequia, en Paises como Canadá, vivia el Otoño con placer, su belleza era enorme, pero enseguida me embargaba la añoranza por el sol y las playas del Caribe, de mi querida Venezuela.
ResponderEliminarEn fin, al final, cada estación tiene su aquel.
Un beso grande querida amiga, te echaba de menos.
Mas besos con salud
Que alegría para tí y nostalgia para mi, como ya sabes las estaciones preferidas donde como dices te invitan a reflexionar y dejarse llevar por recuerdos imborrables que han marcado tu vida con bellos momentos.
ResponderEliminarYo tengo varias imágenes de pinturas de tu padre que tu me enviaste hace un tiempo.
Hartos cariños y besitos Airblue.
Todas las estaciones tienen su encanto y quien mejor lo reflejó fue Vivaldi con sus cuatro estaciones, aunque debo de reconocer que me quedo con la primavera y el verano.
ResponderEliminarMe ha dicho Aguabella que no podías entrar en el blog pero no sé si no puedes verlo o comentar, si tienes tiempo me envías un correo y me lo cuentas
caballerozp@orange.es
Saludos
AIRBLUE
ResponderEliminarMuchas veces cuando paseo por tu blog.giro a la derecha y voy directamee al óleo de tu padre, será porque me atrae tanto la pintura..
Me gusta el Otoño.
Un besito guapa
Esto deseando que llegue aqui,pues aún estamos con mucho calor.
ResponderEliminarBesitos
Otro cuadro para mi colección, lo confieso, me los llevo!
ResponderEliminar¡Es precioso!
Air, también me gusta el otoño, los colores son asombrosos y me gusta pisar las hojas secas, caminar por los parques.Es una estación que lleva a la contemplación, la serenidad...es bello!
Yo en cambio me preparo para la llegada de la primavera, el reverdecer de los campos y el estallido de los capullos.
Ver como cambia el paisaje cada día.
Que estos días dorados te traigan felicidad y serenidad.
BESOTES
PD: la biblioteca es preciosa! yo no supe que elegir, todo es hermoso en ese lugar! ¿Vamos?...en globo!
Como siempre, unas pinturas y fotos impresionantes Airblue!!
ResponderEliminarAunque me gusta el otoño por su cálida tonalidad, prefiero el verano, es que soy muy friolera, jajaja
Besitos guapa
Air, estoy contigo en esto... ME ENCANTA EL OTOÑO...
ResponderEliminarPorque como dices "Es una estación de sosiego que invita a la reflexión".
Y dices también algo que hacías cuando eras niña y que yo sigo haciendo en mis paseos solitarios por los bosques d emi Valle encantado y es: " Pasear por escenarios de árboles amarillos. Con los pies arremolino los restos de ramas húmedas y busco los dibujos que el viento ha hecho con las hojas caídas"
Dices que inventaba caras y hasta escribía palabras. Ya ves es algo que sigo haciendo. Genin puede dar fe de ello, de mis letras con hojas y ramitas de otoño.
Querida Air, tan bonita como siempre tu entrada, letras, imagen y sonido.
Un beso de casi otoño
Preciosa entrada airblue, una estación que me encanta. Siempre me ha gustado el otoño y sin duda pondré un post sobre ella.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.