HABLANDO DEL ALMA ...

Estaba allí, sentada en la bahía, muchacha de mirada fría y ojos penetrantes. Tenía el rostro helado, la tez demasiado pálida y la ropa mojada por las finas gotas que salpicaban las olas.

Quieta y pensativa miraba a lo lejos, apartando de vez en cuando los rubios bucles de un cabello alborotado por la brisa marina. Tenía la piel blanca y suave como la espuma.

Pensé en acercarme más a ella porque el revoloteo del viento no me permitía apenas verla, pero el caballete de tosca madera y los enseres de pintura pesaban demasiado y opté mejor por quedarme quieta, observando entre las pequeñas dunas que el viento había levantado en la arena.

¿Quién será?- me preguntaba- parece una diosa o más bien una de esas sirenas que a veces olvida el mar. No había ninguna manera de averiguarlo, así que sin más conjeturas me dispuse a montar mis aparejos para intentar pintar aquella enigmática belleza. Tendría que poner más color en sus mejillas y algo de brillo en los ojos. Con un pincel se puede hacer magia y maravillas a la vez. Resulta fácil iluminar las tinieblas y en cambio a la luz colmarla de sombras. Cambiar los rayos de sol por estrellas, colorear caracolas y jugar con los colores del arco iris. El pincel es como la pluma de un escritor, como la musa del poeta, o el pentagrama del compositor....

Tomando entonces el bastidor, comencé a dibujar aquella fina silueta en el viejo lienzo. Mi mano se deslizaba a una velocidad increíble y los tonos se difuminaban sin esfuerzo. Casi sin darme cuenta tenía ya su perfil perfectamente marcado y los colores empezaron a mezclarse al ritmo de un baile, me sorprendió la facilidad con que se iba plasmando el boceto. El rosado dado a sus mejillas cambió por completo la expresión fría de su rostro y el azul intenso que mi pincel daba a su mirada reflejaba el tono del mismísimo mar.

Me quedé un buen rato contemplando mi obra y me sentía orgullosa de ella, cuando algo inexplicable ocurrió. La mujer que yo había pintado en el cuadro desapareció de repente, el lienzo estaba completamente en blanco, el dibujo se había borrado como si una ráfaga de brisa hubiera pasado para llevarse los más diminutos trazos.

Sorprendida levanté la vista para ver si la dama seguía allí... y allí estaba, quieta y con una leve mueca sonriente. Me atreví entonces a acercarme algo aturdida y confusa.



- No comprendo qué ha sucedido ... dibujé tu imagen y se borró. No es posible que la fuerza del viento haya arrasado mi pintura y además el agua del mar ni siquiera llega hasta aquí -


Por fin unas palabras con voz dulce y firme pude escuchar mientras se acercaba lentamente hacia mí:



-" Nada ni nadie ha querido estropear tu obra, el viento se balancea y la brisa suaviza el oleaje, pero no es posible pintar el ALMA".


Abrí los ojos para mirar fíjamente aquella bella dama, pero no vi nada, ya no había nadie sentado en la bahía y la blanca muchacha había desaparecido.



Me quedé un rato sentada en las rocas del acantilado. Quizá dormida , quizá soñando, no lo sé... no puedo explicarlo, solo aprendí que no se puede pintar el ALMA. Sin embargo estuve muy cerca de ella y estoy segura de que por unos instantes mi pincel dibujó su frágil silueta, la delicada figura del ALMA. De mi propia ALMA.

De nuevo "La blanca silueta", el primer relato con el que abrí este blog hace ya cuatro años.





AIRBLUE