Siempre que recibo la noticia de un nuevo nacimiento, siento la necesidad de revivir una de las experiencias mejores que recuerdo y que pese al tiempo y a los muchos otoños que han transcurrido, nunca podré olvidar. Entonces me quedé totalmente perpleja, ahora ni el paso de los años ha logrado que deje de estremecerme ante el grandioso milagro de la vida.
La primera vez que tuve la oportunidad de presenciar un parto tenía 18 años. Fue casi por obligación, porque formaba parte de mis prácticas de estudiante, pero también fue una suerte tener la oportunidad de conocer la antigua maternidad de Santa Cristina, donde nacían miles de madrileños. Por lo general las noches de guardia se suelen hacer interminables, el silencio y la luz tenue de las salas te introducen fácilmente en un sopor inevitable. Sin embargo cuando tocaba pasarlas en Obstetricia tenían otro aliciente distinto, tenían un sabor a vida.
Hospital Santa Cristina, situado en la calle O'Donnell, abierto en 1924
Era demasiado joven para entender cómo la naturaleza nos hace tan frágiles y a la vez tan fuertes..... La primera impresión no resultó nada agradable. Recuerdo que más de un estudiante caía redondo al suelo o disimulaba un mareo que era evidente. En aquellos años los alumbramientos eran totalmente naturales, no existía como ahora la anestesia epidural ni ningún otro método efectivo para paliar el dolor. Las mujeres separadas por boxes y solas, sin ninguna compañía, aguantaban las contracciones con la única ayuda de las matronas que de tarde en tarde se acercaban a reconocerlas. Algunas parecían robots especializados, sin gota de sensibilidad.
Esa sensación de impasibilidad ante el dolor y la incertidumbre no me causaron muy buena impresión, es más, me llegó a resultar desagradable. e incluso llegué a dudar de la vocación de más de un profesional. Pero como dije al principio, con el paso del tiempo tengo que reconocer que aquella experiencia fue una de las mejores de mi vida, y desde luego nunca se es demasiado joven para presenciar la maravillosa visión de un alumbramiento.
Aquella noche nacieron tres hembras y un varón. Yo caminaba entre las camas de la sala entre asombros y despistes, detrás de la matrona de turno que me sonreía sardónicamente por la palidez de mi cara. -"No te preocupes, cuando lleves 200 te acostumbrarás..."- Y así fue, me acostumbré a la oxitocina que acelera el parto, a los dolores, a las contracciones, a la episiotomía y a olvidar todo, cuando cogía en mis brazos al pequeño que acaba de nacer. La episiotomía es una incisión quirúrgica vulvo vagino perineal que tiene la intención de ampliar el orificio de salida fetal y así evitar la producción de desgarros.
Después, cuando la naturaleza me dio la oportunidad de conocer esta experiencia, no encontré palabras para definir la grandeza de ser mujer y a la vez madre.
Esta entrada es un canto a la vida, un SÍ a la maternidad y un NO rotundo al aborto voluntario.
Con un bebé en los brazos, una mujer muy asustada llega al consultorio de su ginecólogo y le dice: Doctor, por favor ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro.....El médico le preguntó: Muy bien, ¿qué quiere que yo haga?. Ella respondió: Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda.
El médico se quedó pensando un poco y después de algún tiempo le dice: Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted. La mujer sonrió, pensando que el médico aceptaría ayudarla. Él siguió hablando: Vea señora, para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar a este niño que está en sus brazos. Así usted tendrá un periodo de descanso hasta que el otro niño nazca. Si vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro de los niños. Y hasta es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos puesto que usted no correrá ningún riesgo.
La mujer se asustó y dijo: ¡No, doctor! ¡Que horror! ¡Matar a un niño es un crimen!También pienso lo mismo, señora, pero usted me pareció tan convencida de hacerlo, que por un momento pensé en ayudarla. El médico sonrió y después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre que no hay la menor diferencia entre matar un niño que ya nació y matar a uno que está por nacer, y que está vivo en el seno materno.
¡ EL CRIMEN ES EXACTAMENTE EL MISMO !
En la madrileña calle O’Donnell se encuentra situado el Hospital Universitario Santa Cristina, inaugurado en 1924 por sus Majestades el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia. En sus comienzos la entonces llamada Escuela de Matronas y Casa de Salud Santa Cristina tenía por finalidad el “alivio de mujeres desvalidas y enseñanza teórica y práctica de Matronas”, en una época en la que la asistencia al parto se realizaba fundamentalmente por “comadronas” en el domicilio de la parturienta. Por esa razón se dice que la reina pretendía inducir y con buen criterio que toda la sociedad adoptase la costumbre de acudir a una maternidad para tener sus hijos, a tales efectos solicitó la ayuda de la nobleza y les pidió a las mujeres embarazadas que acudieran a la Casa de Salud con la fundada esperanza que el resto de la población siguiera el ejemplo.
A mediados del siglo pasado el hospital pasa a depender del Ministerio de Educación y Cultura hasta 1987 en que se integra en la red sanitaria del INSALUD siendo desde entonces Hospital de Referencia del Área 2 para la Especialidad de Obstetricia y Ginecología. No obstante y a pesar de esta integración la disminución de la natalidad en España ponía en situación difícil la viabilidad del centro como hospital monográfico materno-infantil.
A mediados del siglo pasado el hospital pasa a depender del Ministerio de Educación y Cultura hasta 1987 en que se integra en la red sanitaria del INSALUD siendo desde entonces Hospital de Referencia del Área 2 para la Especialidad de Obstetricia y Ginecología. No obstante y a pesar de esta integración la disminución de la natalidad en España ponía en situación difícil la viabilidad del centro como hospital monográfico materno-infantil.
Nueve años de obras y más de 50 millones de euros ha invertido Madrid en la remodelación del hospital Santa Cristina, un centro sanitario de principios de siglo pasado declarado, además, Bien de Interés Cultural. Lo que muestra hoy este 'viejo nuevo' centro poco tiene que ver con lo que hace escasos años representaba para sus pacientes, que se perdían entre pasillos decimonónicos e instalaciones obsoletas.
El 30-01-2007 el hospital reabrió definitivamente sus puertas con la conclusión de la tercera y última fase de las obras, y con una novedad: un hospital de día para pacientes adultos con trastornos en la alimentación.
Esta claro que las profesiones como la tuya han de ser vocacionales para aguantar tanto sacrificio a lo largo de una carrera, por lo demás con entrenamiento adecuado se va uno acostumbrando a todo, parece increíble pero así es.
ResponderEliminarYa voy algo mejor, he seguido tus consejos, pero la colección de virus debes de estar muy agusto conmigo porque no se quieren terminar de marchar, pero me estoy obligando a seguir una vida mas o menos normal, con la excepción de caminar mi hora diaria porque no puedo con mi alma.
Besos y salud
Genin:
ResponderEliminarGracias porque siempre estás ahí, en tu ranchito y de paso en mi casa de visita.
Seguro que has tenido un virus que te ha atacado al intestino, unas veces van directos a las vias respiratorias altas, otras a la tripa y otras a ambas. Mira a ver si tienes fiebre, alguna décima por la tarde, porque si es asi suelen dejar hecho un trapo. Y toma Paracetamol y dieta, que ya sé que te la has saltado, je,je.
Salud y ánimo.
Me imagino los tantos momentos felices que habrás pasado en ésta profesión donde traes personitas al mundo y la verdad que hay que tener vocación para ello.
ResponderEliminarMe gustó el ejemplo de ese doctor no lo conocía.
Un abrazo amiga lejana y querida.
Yo tambien opino que hay preofesiones que son vocacionales, y la docencia y la medicina son un claro ejemplo, aunque ahora por desgracia prime mas un trabajo y un sueldo fijo que la vocación.
ResponderEliminarCreo que eres muy afortunada por haber presenciado todos y cada uno de esos alumbramientos.
En el hospital de aquí cuando a veces tengo que ir a la planta de ginecologia, me relajo de la tensión pues veo sus puertas pintadas con muñequitos, oigo los llantos de los bebés, en el pasillo las flores, y a las enfermeras con sus pijamas de colores...hay un ambiente muy diferente, auque a quien visito no ha dado a luz y está ingresada por otras causas...
¡¡Vaya rollo que te he soltado!! jajajajaja, será que me he vuelto nostálgica con tanto bebé.
Besitos Air
Antonio:
ResponderEliminarSi, es muy bonito y gratificante presenciar un nacimiento, aunque te aseguro que la primera vez te impresiona un montón.
¿Qué tal Amanda?, creciendo mucho supongo. Besos para los dos.
Gata:
ResponderEliminarNo hay ningún rollo muchacha, al contrario, tienes mucho mérito y haces un papel buenísimo visitando enfermos.
Tú vales mucho y no seas modesta, te conozco muy bien aunque solo sea por la voz, je,je.
Besos azules.