Pero bueno vamos a ver... ¿por qué ese empeño en hacer todo bien, todo perfecto, ¿es que hay alguien que nos está marcando tantos por hacer las cosas lo mejor posible?. Por si no os habéis dado cuenta la búsqueda de la perfección inmoviliza nuestra personalidad. Que ¿por qué?, pues porque no nos deja la libertad necesaria para realizar la gran mayoría de las actividades por miedo al fracaso. Pensándolo bien lo mejor sería cambiar el “hazlo lo mejor posible que puedas” por simplemente “hazlo”.
Siempre he pensado que la perfección origina un gran nivel de exigencia tanto propia como ajena. Todo ser humano sabe que la perfección no existe, pero para bien o para mal lo que sí existe es el perfeccionismo, que psicológicamente no es más que la creencia de que la perfección puede y debe ser alcanzada. Si tienes cánones de perfección para ti mismo, nunca tratarás de hacer nada y no lo harás porque la perfección no es un concepto que se puede aplicar a los seres humanos, ni tampoco es algo innato en ellos, por tanto no hay ninguna necesidad de marcarse esas normas y esos cánones, que a veces resultan hasta ridículos. Cuando somos padres, queremos que nuestros hijos se esfuercen en hacer incluso más de lo que pueden. No nos paramos a pensar en lo que realmente quieren hacer y les gusta. Les enseñamos, sí, qué duda cabe, pero muchas veces paralizamos sus actividades porque parece que el triunfar es lo más importante. Hasta que un día te dicen:” Yo no valgo para esto” y entonces te das cuenta de la importancia que tiene el estimularlos para que practiquen el esquí, o que canten, dibujen, toquen un instrumento, o lo que sea, pero porque realmente quieren hacerlo, y no por obligación o lo que es peor, por esnobismo. La predisposición es lo único importante y aunque no lo hagan bien, no pasa nada.
A nadie se le debería enseñar a ser competitivo, a tratar siquiera de hacerlo bien. Mejor enseñarles la lección de la autoestima y el orgullo, junto con el placer de realizar las actividades consideradas importantes para cualquier persona. Los niños aprenden fácilmente el mensaje de confundir su propio valor con sus fracasos y por ello empiezan a evitar las actividades en las que no logran sobresalir. Y lo que es más peligroso aún, podría ser que desarrollen poco aprecio de sí mismos, búsqueda de aprobación, culpabilidad y todas las formas erróneas de comportamiento que acompañan al auto rechazo.
El valor de una persona no se mide por sus fracasos y sus éxitos. Por poner un ejemplo: Thomás Edison. Si hubiera usado sus fracasos en cualquiera de las tareas que emprendió como indicativo de su autoestima, después de su primer intento fallido se hubiera abandonado a sí mismo, hubiera anunciado que era un fracasado y renunciado a sus esfuerzos por iluminar el mundo.
El fracaso puede ser productivo, puede servir de incentivo al trabajo y a la exploración y puede incluso tildársele de éxito si muestra el camino que lleva a nuevos descubrimientos. Como dijo Kenneth Boulding: “Nada falla tanto como el éxito porque no aprendemos nada de él. Lo único que nos sirve para aprender algo es el fracaso. El éxito sólo confirma nuestras supersticiones”.
Lo grave del perfeccionismo es, que no funciona, porque a pesar de suponer que es elogiado constantemente o que nadie lo critica, el perfeccionista, suele perjudicar el trabajo y las relaciones, sometiendolas a una tension insoportable, en una palabra se convierte en una obsesión patológica.
La vida me ha enseñado que sin fracasos no podemos aprender nada, con perseverancia y un poco de interés aprendemos poco a poco y consideramos el éxito como un tesoro y como una meta posible. Tenemos tendencia a esquivar todas las experiencias que pueden acabar en fracasos. El miedo al fracaso es parte del miedo a lo desconocido, todo lo que no dé la impresión de que será un éxito inmediato, debe ser evitado. Y el tenerle miedo al fracaso significa temer tanto a lo desconocido como a la desaprobación que te puede acarrear el no hacer las cosas lo mejor posible.
Obsesionarse con la perfección, es como querer correr en el mar o nadar en el desierto y me atrevo a decir que cuanto más grandes somos en humildad, más cerca estamos de ser perfectos.
Y como siempre este escrito no pretende crear ninguna polémica.
No puedo estár más de acuerdo contigo. Lástima que la humildad hoy en día se considere más un defecto que la gran virtud que siempre creo que debería ser.
ResponderEliminar¿Polémica?
ResponderEliminarNo mujer, lo que dices es muy razonable, yo estoy de acuerdo contigo, aunque convendrás conmigo que sin obsesionarse, hay cosas que deberíamos tratar de hacerlas lo mejor posible, como la dieta, los hábitos saludables, el ejercicio, el cuidado de la salud, hay mucha gente que es demasiado permisiva con lo que le cuesta trabajo realizar y se abandona, se ponen como elefantes de gordo porque no pueden evitar de comer dulces o grasas a tutiplén con las mas variadas disculpas para llegar a la conclusión de que no lo pueden evitar jugándose la salud, a mi eso me da cosa,yo discuto a menudo con la gente que aprecio y tengo confianza, ya sabes son de esos que se atiborran de porquerías, de dulces industriales, y luego forman un cirio si no tienes sacarina para el café :)
Salud y besitos
Tienes razón, somos excesivamente exigentes y no somos perfectos ¡Afortunadamente! Pero están esas cosas: La Calidad, (es algo que se estudia y se pone en el curriculum) la eficiencia sobre la eficacia, la producción, los incentivos…
ResponderEliminarComo todo en esta vida si lo podemos compensar estamos salvados, hay que motivar a los chavales mientras les enseñamos a no empujar, hay que cumplir con nuestras metas personales sin obsesionarnos. Y nunca perder de vista ese cartel que dice que nadie es perfecto.
Pero tu casi, porque me has hecho pensar y valorar que cuando lo hago mal es porque soy normal.
Abrazos preciosa
Que razón llevas lo importante es convertir esos, supuestos, fracasos en experincias simplemente y apoyarse en ellas para seguir adelante.
ResponderEliminarUn abrazo
Te doy la razón.
ResponderEliminarLos que son perfeccionistas se convierten en unos esclavos de sí mismos y exigentes con los demás, amargando la vida de todos.
Una cosa es hacerlo lo mejor posible, pero si no sale, pues no pasada nada, no nos tiene que tensar, no hay razón de someter nuestra vida en una carrera.
Siempre se aprende de los fracasos, porque si tenemos una meta que de verdad deseas,cada fracaso es un estimulo para seguir, pero con paz, poco a poco.
Sin humildad, mi querida amiga, no hay nada que hacer, aun que se consiguiera el éxito en algo, en realidad es un fracaso como persona y tarde o temprano le pasará cuentas en su vida.
Gracias por tus reflexiones.
Un beso
En realidad, nadie es perfecto y eso es lo que nos hace humanos? La paciencia, la tolerancia, la comprensión son virtudes necesarias para una buena vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son las 00:22 del día 31 ¡¡Felicidades!!
ResponderEliminarCreo que como todo en la vida hay grados, y hay que matizar. Una cosa es querer hacer las cosas lo mejor posible y otra la obsesión por lo perfecto. Como bien dices "Nadie es perfecto" pero ser mediocre en lo que haces porque no se puede alcanzar la perfección es decir lo de la zorra y las uvas.
ResponderEliminarEn casa nunca me dan un diez en la comida porque siempre se puede hacer mejor que no perfecto.
Un buen análisis
Bss