C-212-EE88 en Groenlandia
Es poco conocido el vuelo del australiano Sir Hubert Wilkins en 1928 por los cielos de la Antártida, que supuso su primer paso en la larga y a menudo arriesgada historia de la aviación polar.
Setenta y cuatro años después de este primer vuelo de Wilkins, la compañía australiana Skytraders fue elegida por la División Antártica Australiana para suministrar dos aviones que trasladarían personal y carga entre sus estaciones científicas polares. Así se dio por terminada la dependencia de la escasa frecuencia de barcos, que daba lugar a prolongados retrasos y costes en la investigación científica.
Sir Hubert Wilkins
Se seleccionó el C- 212-400 de EADS CASA por su excelente relación carga y robustez además de su capacidad para aterrizar en pistas pequeñas. Se adquirieron dos aviones designados por el fabricante C-212-EE88 que se bautizaron con los nombres Ginger y Gadget, por los dos perros que tiraban del trineo del explorador de la Antártida Sir Douglas Mawson. Ambos tienen una velocidad de crucero de 165 nudos (306 km/h), una amplia rampa trasera de carga y plazas para quince pasajeros. Tuvieron que obtener el certificado de Tipo otorgado por la Autoridad Australiana de Seguridad en Aviación Civil.
Sir Douglas Mawson
Después de su entrega en la factoría de Sevilla, en abril del 2004, el primero de los dos aviones voló a Winnipeg, Canadá, donde se convirtió en el primer avión C-212 equipado con esquíes para la nieve. Se desarrolló un sistema de esquí-rueda mediante unos cilindros hidráulicos que suben y bajan los esquíes en torno a las ruedas. Las pruebas y actuaciones para la certificación australiana se llevaron a cabo durante agosto de 2004 en Raven, en la helada superficie de Groenlandia. Con los esquíes instalados, el C-212-EE88 experimenta una reducción de 13 km/h en su velocidad de crucero, y la máxima se ve restringida hasta 180 nudos (333 km/h).
C-212-EE88 en Groenlandia
El segundo C-212-EE88 fue trasladado en barco hasta Australia desde España en agosto de 2004 para someterse a las modificaciones de los esquíes en Sydney.
La temporada de vuelos a la Antártida suele empezar a principios de octubre, cuando amainan las tremendas tormentas del invierno austral.
Cabina del C-212-400
La primavera es la mejor época para volar ya que los frentes de bajas presiones generan fuertes vientos de cola. Para su primera temporada en la Antártida, los aviones no estuvieron listos hasta diciembre, cuando el tiempo es menos apto para estos vuelos. Durante el verano austral, los frentes tormentosos se desplazan hacia el sur y tienden a juntarse. Una combinación de vientos de morro en ruta o de mal tiempo en Casey impedían volar directamente a través del Océano Austral hasta allí. Hasta que el 29 de diciembre las condiciones fueron favorables para volar hasta Durmont D' Urville, una estación en la Antártica situada al Sur de Hobart.
Con un cielo despejado, el segundo C-2121-400 (con matrícula VH-VHB) despegó de Hobart a las 9:30 hora local y el primero (matriculado VH-VHA) le siguió dos horas más tarde. La tripulación iba protegida con trajes de tres capas de inmersión en frío durante todo el vuelo y una lancha salvavidas con doble piso y aislamiento. También llevaban un GPS junto a equipo de supervivencia (tiendas, sacos de dormir, hornillos y comida) suficiente para resistir más de diez días.
A unas cien millas de la costa se distinguía con claridad en el horizonte la elevación del arco de la capa de hielo polar y fragmentos de mar helado. Al filo de la medianoche el sol brillaba intensamente en el cielo austral. El banco de estratos se rompía cerca de la costa revelando innumerables icebergs blancos que flotaban esparcidos al azar por la negrura del Océano. Después de más de diez horas de vuelo, los vuelos directos desde Australia a la Antártica aterrizaban con sus esquíes en la pista de 800 m. de Durmont D' Urville. Para evitar que los esquíes se atascaran en la nieve, el avión se detuvo durante treinte segundos antes de llegar a la posición de estacionamientom esperando a que se enfriaran suficientemente los esquíes. Debido al mal tiempo no hubo posibilidad de continuar vuelo hasta Casey y hubo que posponer la salida hasta la tarde siguiente.
El escenario era espectacular: el sol de medianoche cubriendo la base y los icebergs emergiendo de una neblina de un rosa pálido.
Como seguía el mal tiempo en Casey, pasaron la mañana explorando y disfrutando con las travesuras de miles de pingüinos Adelia. El vuelo de cinco horas de duración hasta Casey les dió la primera impresión de la magnitud y belleza de la Antártida. Líneas de grietas que se extendían durante millas rompiendo la uniformidad de la interminable capa de hielo, mientras acantilados enormes cerca de la costa se desplomaban en el Océano a medida que los glaciares culminaban su lento avance.
Una alegre comitiva aguardaba al avión en Casey. Las 40 personas que se ocupan de la estación en verano estaban de celebración.
La pista había sido preparada. Los aviones se estacionaron hacia los vientos del Sur, sujetos a tres barras de metal al fondo de zanjas de un metro de profundidad hechas con sierras en el hielo.
C-212-EE88 en la Antártida
Los dos aviones C-212-400 se estacionaron bien separados para evitar que se enterraran con la nieve acumulada en las alas, y todas las tomas y respiraderos bien cubiertos con cintas para que no entrara la nieve en ellos.
Los dos C-212-EE88 estacionados en la pista helada.
Los nombres de muchos accidentes geográficos de la región se los debemos a los pilotos AUSTER y BEAVER que los descubrieron en sus viajes a finales de los años cincuenta. Mirando allá abajo al terreno agrietado y disperso desde una moderna cabina de dos plazas, es admirable pensar que estos pioneros habían sobrevolado estas mismas zonas hace tantos años.
GINGER y GADGET han vuelto a la Antártida en octubre del 2005 para continuar con su valioso trabajo de apoyo a los programas científico de la División Antártica Australiana y operando con seguridad y eficacia en uno de los entornos más difíciles para la Aviación de este planeta.