Un aroma a rosas me excita la pituitaria. Rosas seguramente rojas que entre el silencio y la soledad del Jueves Santo, llega hasta mi aliviando la tristeza que seguimos padeciendo.
Y empinando mis pies en el suelo, veo un hombre que a paso lento se tambalea descalzo y miro su rostro lívido, lleno de guijarros, con los cabellos húmedos que por su cara caen lánguidos.
La noche se está cerrando, de terciopelo morado va vestido y por sombrero, una corona de espinas clavada en su cabello.
La noche se está cerrando, de terciopelo morado va vestido y por sombrero, una corona de espinas clavada en su cabello.
¿Quién camina solitario por las calles vacías?, es Jesús el Nazareno la tarde del Jueves Santo.
Silencio, que una oración merece, quien solo va bajando con la mirada fija en el suelo y en las manos sujetando ese divino madero.
Silencio, que una oración merece, quien solo va bajando con la mirada fija en el suelo y en las manos sujetando ese divino madero.
Y el corazón se me encoge, cuando siento el dolor de un hombre que ya pasó por aquí hace un año. Hay saetas con sentimientos y poemas mal rimados, hay duelos y quebrantos. Hoy las palmas son para Él, la tarde de Jueves Santo.
Dice una voz popular:
¿ Quién me presta una escalera,
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno ?
Antonio Machado.
Dice una voz popular:
¿ Quién me presta una escalera,
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno ?
Antonio Machado.