Voz de mi hija. Los sonidos del silencio

Voz de mi hija. Los sonidos del silencio.

miércoles, 15 de febrero de 2012

VAMOS A JUGAR


 
Un día dejé de jugar, me di cuenta de que había crecido y empezaban a interesarme las cosas propias de la pubertad, estaba entrando en una época extraña llena de cambios y ya no me apetecía saltar a la comba, ni hacer filigranas con la goma elástica.
Hace poco paseando una tarde por el centro de Madrid, entré en una conocida librería y buscando en las ofertas encontré un libro que trataba precísamente de los juegos de la niñez, una recopilación llena de nostalgia que me llevó a mis años de niña porque retrataba el entretenimiento y la diversión que muchos de nosotros seguro que hemos disfrutado.


La infancia es la edad dorada del juego, nunca es tarde para volver a jugar. Ortega y Gasset decía que “...el juego es un divertimento en el sentido de que es la otra versión de la realidad donde el sujeto encuentra el placer que no encuentra en la realidad...”
Toda civilización nace, crece y evoluciona según los acontecimientos que se desarrollan en ella y su población se va adaptando a ellos deforma diversa.
Dentro de esta adaptación aparecen leyendas, tradiciones y juegos que no son producto del azar sino una respuesta de la población a los cambios que se producen en su contexto geográfico, socioeconómico y cultural; unos cambios que afectan además de forma diferente a hombres y mujeres.

En este contexto debemos situar los juegos tradicionales, los cuales han ido evolucionando, al tiempo que se transformaba su sociedad cambiando así su finalidad y su significación.
Los cambios sociales se producen a un ritmo vertiginoso. Nuevas formas de entender el ocio ocupan el lugar de las tradicionales. Las continuas transformaciones de la sociedad, la entrada en el mercado de nuevos juguetes, el peso de la televisión como el medio lúdico por excelencia, la presencia constante de videojuegos y las actuales formas de ocio sedentarias, ha tenido como consecuencia el olvido y la pérdida de juegos tradicionales, los cuales, consideramos, aún hoy deben formar parte de las manifestaciones culturales tradicionales.

Cuando en los años 40,50 y 60 en los que apenas circulaban coches, donde se jugaba en la calle, juegos como los "alfileres", el aro, los bolos, el burro, las canicas, las chapas, las chinas, la comba, el corro, contar cuentos, las cuatro esquinas, los disfraces, las disparates, el escondite, la goma, la gallinita ciega, el látigo, las muñecas, el pañuelo, la pelota, la peonza, las prendas, pídola, los recortables, las tabas, tres navíos en el mar, veo, veo, los zancos, la zapatilla por detrás... ¿quién no los recuerda o al menos ha oído hablar de ellos?.
A continuación expongo algunos de los más conocidos:

LOS BONIS, ALFILERES DE COLORES.


~ Cada participante deposita el mismo número de alfileres sobre una superficie lisa. Con el dedo se lanza uno de los alfileres sobre los demás, y si queda ‘cruzado’ sobre otros, los gana. En este caso, era costumbre doblar la punta de los alfileres para dificultar el movimiento. Las propias niñas fabricaban los acericos con papel de periódico, doblándolo en diferentes formas. Siempre había colores que estaban mejor considerados y se disputaban más. Yo recuerdo haber tenido uno en forma de corazón, cuajadito de ellos, parecía un arcoiris.

EL ARO.



Se jugaba en el exterior todo el año y tenía dos partes: el aro y una vara de metal. Consiste en hacer rodar por el suelo un aro ayudándose de una vara de metal llamada guía, la cual en uno de sus extremos tiene forma de arco con la que sujeta dicho aro. Tras trazar un recorrido se pueden hacer carreras para ver quién rueda más deprisa el aro y también quién es capaz de hacerlo rodar durante más tiempo sin que se caiga.

LOS BOLOS.


Una bola de madera y nueve bolos. El juego consiste en derribar el mayor número de bolos. Se colocan los nueve bolos en tres filas de tres. A cierta distancia, se traza una raya que hace las veces de línea de salida. Tras esta raya se sitúan las/los jugadoras/es. Cada participante tiene tres lanzamientos. Cada bolo derribado se contabiliza con un punto. Si se derriban todos los bolos, es lo que se conoce como ‘pleno’, por lo que quien lanza tiene derecho a un turno extra y a cinco puntos adicionales. Gana quien alcance la puntuación previamente acordada entre las jugadoras y los jugadores.

LAS CANICAS, EL GUÁ, LAS BOLAS.
   
Se dibuja en la tierra un círculo de un metro o metro y medio de diámetro en el que se depositan las canicas. Desde una distancia pactada con anterioridad, por turno, se lanza una canica con el objetivo de sacar del círculo las de las/los compañeras/os. Si la canica que se utilizaba para lanzar quedaba en el interior del círculo, se perdía. Las niñas no solíamos jugar a las canicas. Yo sí, con mi hermano y sus amigos, ellos me enseñaron y llegué a hacerlo bastante bien, bueno... eso decían.

LAS CHAPAS.



El material son las chapas de las botellas. Tradicionalmente se han considerado las chapas como un juego de chicos aunque muchas de nosotras hemos jugado con nuestros hermanos, las decorábamos con las caras de futbolistas o de ciclistas que recortábamos del periódico.

LA COMBA, LA CUERDA, LA SOGA, EL SALTADOR

La cuerda es el elemento fundamental que acompaña al juego. Debe ser de una longitud y una consistencia que la hagan manejable para moverla, y será sostenida por una niña o niño en cada uno de sus extremos, aunque en ocasiones también puede ser una niña o niño solo, haciendo uso de un saltador, que es una cuerda más corta con una empuñadura de madera o de plástico. Había variedades,cuando el movimiento es de balanceo –a ras de suelo y de un lado a otro–, se denomina ‘la barca’. Otra modalidad son ‘los dubles’, donde se salta a un ritmo frenético.

LAS COMIDITAS, CACHARRITOS, COCINITAS.



Se levantaba un fogón con los materiales que se encontraban a mano: ladrillos, cajas de zapatos, cajas de medicinas, etc. Las niñas sacaban sus cacharritos y realizaban todo tipo de mejunjes mezclando agua con arena, yeso rayado, etc. La “comida”, en ocasiones, era cuando menos catada por las jugadoras. En un principio eran de barro, después se fabricaron en aluminio y al final el plástico convirtió lo tradicional en más duradero.

LA CUNA, LOS NUDOS, LAS CUNITAS.



En este juego se utiliza una cuerda atada en los extremos y cogida entre las manos. Los dedos se van entrelazando con ella. Formada la primera figura básica, la/el siguiente jugadora/or coge la cuerda en determinados puntos, pasando ésta a sus manos, y creando en esta ocasión otra figura distinta, y así sucesivamente. La precisión a la hora de coger la cuerda es importante, porque si no se hace de modo correcto la cuerda se liará y ya será imposible seguir el juego, por lo que la jugadora o el jugador que ha fallado, perderá. Según la maña, se podía conseguir movimiento con las figuras. Estas figuras recibían cada una un nombre: bigotes de gato, la cama, las tijeras, etc. Curioso juego que requería mucha habilidad.

EL DIÁBOLO.



Un diábolo son dos conos unidos por la parte más estrecha, que se bailan en este punto sobre una cuerda unida en sus dos extremos a dos varillas de madera. El diábolo es impulsado por la fuerza que se ejerce sobre las dos varillas. Antes de lanzarlo, deberá deslizarse varias veces por la cuerda para que adquiera fuerza y velocidad; a continuación se lanza enérgicamente y, cuando vaya descendiendo, habrá que cogerlo sirviéndose del cordel. Esta operación resulta más fácil si la cuerda se coloca de forma inclinada con respecto al diábolo, pues de otro modo éste rebotaría al no poder deslizarse. Gana quien más tiempo y más alto haga bailar el diábolo.
Os confieso que no lograba mantenerlo bailando ni tres minutos...

LA GALLINITA.



Una jugadora o jugador hace de gallinita ciega. Para ello se le tapan los ojos con un pañuelo, de manera que no pueda ver nada. El resto de los participantes hacen un corro en torno a ella/él y comienzan el siguiente diálogo: “Gallinita ciega ¿qué se te ha perdido? (dice el corro) Una aguja y un dedal (contesta la gallina) Pues da tres vueltas y los encontrarás. (dice el corro) Una, dos y tres Y la del revés”. La gallinita da tres vueltas sobre sí misma y, con los brazos extendidos, intenta coger a alguien del corro. El resto intentará que se despiste agachándose, tocándola, apartándose... Cuando consigue dar con alguien, debe adivinar, solamente por el tacto, de quién se trata. Si acierta,coloca la venda a la persona que ha cogido, pasando a ser ésta la gallinita; si no, repite de nuevo.

LA PEONZA.


Existen diferentes formas de jugar a la peonza. Lo fundamental es saber hacerla bailar, para lo cual hay que anudar fuertemente el cordel a la peonza, y lanzarla con un golpe seco. Entonces, se juega a ver quién la hace bailar por más tiempo, quién puede hacer las figuras más atrevidas, cómo pasarse la peonza de mano a mano sin que pare de girar, etc. Otra modalidad consiste en trazar un círculo en el suelo donde todos los jugadores y jugadoras hacen bailar la peonza tratando de sacar a las demás peonzas del recinto.

LOS RECORTABLES.



Con lápiz y papel o figurines sacados de revistas, se hacían los recortables. El juego consistía en recortar figuras de niños o niñas o de hombres y mujeres y hacerles vestiditos de papel que se acompañaban de pequeñas solapas para unirlas al cuerpo. Era uno de mis entretenimientos preferido.




Los juegos tradicionales han pasado de generación en generación, los disparates, el pañuelo, Antón Pirulero ..... yo no sé si los niños de ahora los conocen o los han cambiado por las consolas, los videojuegos o el móvil, la tecnología avanza y la imaginación se queda atrás.

Se me había olvidado ya, pero hoy he vuelto a jugar.

¿Y tú, a qué jugabas de pequeño?. —