Me gusta el aire, lo llevo en mi nick, me gusta volar, al fin y al cabo es parte de mi vida, la mitad, para ser exactos, pero desde que era niña me gustan también los trenes. Mis abuelos vivían cerca de una estación y tenía la oportunidad de verlos con frecuencia. La verdad es que me gustaba solo eso, verlos pasar, porque cuando tocaba viajar siempre me mareaba el olor y el traqueteo de las vías, el trasiego de maletas, billetes y la gente corriendo por los andenes me ponía muy nerviosa.
Me gustan los trenes antíguos, aquellas viejas locomotoras de vapor tenían su encanto, el sonido de la campana y del silbato, como en las clásicas películas de la
genial Agatha Christie.
Cuando viajamos en tren qué molestos son esos postes que van pasando rápidamente y que no te dejan ver con claridad el paisaje o al menos la lejana línea del horizonte. Muchas veces se ha comparado la vida con un viaje en tren, hay concretamente un escrito que habla de ello y que seguro conocéis. Para mí esos postes que van pasando tan deprisa son los contratiempos y trabas de la vida, porque llegar al final de nuestro destino sin pasar por barreras, baches y obstáculos es imposible. Hay una canción que dice "gracias a la vida que me ha dado tanto ... ", si, nos da y a la vez nos quita y cómo cuesta aceptar los percances, las pérdidas y cualquier tipo de padecimiento.
Creo que saber encajar los golpes de la vida no significa ser insensible. Se necesita resignación y sobre todo paciencia para poder enfrentarse a ellos.
Tener paciencia, que es decisiva para la propia maduración, con nosotros mismos y tener paciencia con todos (sobre todo con los tenemos más cerca).
Necesitamos armarnos de esta virtud, prepararnos para soportar contratiempos sin caer en la amargura. La paciencia otorga paz y serenidad interior. Hace al hombre capaz de ver la realidad con visión de futuro, sin quedarse enredado en lo inmediato. Le hace mirar por sobreelevación los acontecimientos, que toman así una nueva perspectiva. Son valores que cobran fuerza en nuestro paso por la vida para saber encajar los golpes y para mantener la esperanza y la alegría en medio de las dificultades.
Una vez oí: si tienes un problema y tiene solución ¿de qué te preocupas?
No hay que pensar tanto las cosas y vivir de tus impulsos, arrepentirte solo de las cosas que no haces, ya que si te arrepientes de algo que has hecho es porque has olvidado el motivo por el que lo hiciste, seguro que después de eso has madurado o por lo menos has aprendido algo.
Hay frases que se repiten constantemente:” La vida puede ser muy corta no la malgastes en pensar lo que debes o puedes hacer, simplemente hazlo”.
Es verdad, este viaje puede ser demasiado corto, la vida puede ser corta y qué pocas veces pensamos en ello. Los problemas nos agobian, las preocupaciones ocupan gran parte de nuestro tiempo, pero es que no resulta nada fácil dejar las cosas a un lado. Siempre pienso que TODO es solucionable, reparable, todo, queridos amigos, mientras la salud no falle y aún así, hay que seguir tratando de salir adelante hasta que lleguemos al final del camino, a ese final del trayecto que cada uno tenemos marcado.
Esta entrada está dedicada a todos los que de alguna manera necesitan un apoyo o un estímulo para sobrellevar problemas que afectan al cuerpo y a la mente.
La vida es muy corta para perder el tiempo con gente que no nos quiere.