Pues sí, acaba de comenzar el año y ya estamos a mediados de enero. No procede en este caso repetir lo habitual, los nuevos proyectos, las nuevas promesas, cambios y hábitos, solo voy a seguir defendiendo un SÍ rotundo a la vida, por muchas razones, principalmente porque es una alegría vivir, sintiéndose vivido.
Importan poco o nada las vicisitudes inesperadas y ciertos temores a los que desde luego no hay que rendirse. Un desgarro en el menisco me avisó hace días de que algo se desgasta, de que la inevitable artrosis amenaza, pero no impide que me siga mirando al espejo, ese espía de azogue que no engaña y que me asegura que sigo aquí, que me aconseja que no cierre los ojos, ni los labios, negándome a la belleza de la luz, de la flor y del amor. Hay que seguir buscando flores, luces, ilusiones, hablar y mirar por esas personas que en silencio nos están queriendo con sus ojos, nos están diciendo con voz tenue, que se puede pasar de un cielo oscuro a un paisaje blanco como la nieve. Esas personas que con lenguaje mímico nos hacen comprender que nos necesitan, su forma de expresarse transcurre de manera automática, por ejemplo, cuando ven a una persona sufrir e imitan sus gestos de dolor de manera inconsciente o cuando ven a alguien alegre y su rostro refleja una sonrisa.
No hay nada peor que sentirse inútil, a medida que pasa el tiempo es más fácil conocer este estado, los hijos se alejan, los armarios se vacían y al final solo unas manos extendidas llenas de surcos, pero aún fuertes, sirven de apoyo y es lo que queda.
Es curioso saber que tendemos a asociar la nostalgia a un sentimiento negativo que sería mejor evitar porque nos hace sentir vulnerables. Sin embargo, en los últimos años se han ido acumulando diferentes investigaciones que demuestran los beneficios de la nostalgia.
Por ejemplo, se conoce que la nostalgia puede ayudar a combatir la soledad y disminuir el impacto de los sentimientos negativos sobre la propia muerte. Ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton ha demostrado que la nostalgia también nos reporta un confort a nivel físico haciéndonos sentir más tolerantes e incluso aumentando nuestra percepción de calor.
Este es mi mensaje de año nuevo: un SÍ rotundo a la vida. Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, aunque en esta vida, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto.
Yo solo sé que soy, estoy y respiro.