Voz de mi hija. Los sonidos del silencio

Voz de mi hija. Los sonidos del silencio.

martes, 28 de noviembre de 2023

BRUMA

Noviembre se despide con un soplo de viento helado que recorre mi frente y en mi trasiego me veo envuelta en una sábana de nubes espesas. Ni es Londres, ni es el Támesis, estoy en mi ciudad, la que siempre me espera por estas fechas. No quiero pasar por esa calle, la esquivo, eludiendo un pasado que me cuesta aceptar pero que no quisiera borrarlo nunca. La evito, porque una garra de dolor me atenaza la garganta.


Abraza la niebla
me dicen los árboles,
me dicen los arbustos, las piedras,
me dice la lluvia, la que vendrá
y la que ayer dejó charcos
que hoy me enlodan los zapatos.

La niebla, el velo que oculta la imagen de bellos paisajes. Me gusta la niebla, caminar entre ella, sentirla húmeda y pegada, aunque esconda la cara de los tejados, borre la cima de las montañas y empavone el reloj de la torre. Mientras dura, es como pasear por el misterio,  pero ese ocultamiento de las formas que no están próximas, que nos llenan de incertidumbre y desasosiego, pronto se disipa, levanta y entonces todo vuelve a ser nítido. Nunca cambia nada.

 La niebla es comparable a nuestra mente, confusa de pensamiento y a veces demasiado ciega, pero tremendamente iluminada cuando se retira ese velo de tristeza que la cubre y una nueva oportunidad comienza. Ya veis, así de generosa es la naturaleza y así de variable es la mente. No es fácil mantener el espíritu abierto para que el ánimo no decaiga, resurgir como el ave Fénix mientras la vida nos ofrece un cambio, no es fácil conseguir la nitidez de un amanecer, cuando la bruma penetra hasta el fondo de los sentimientos velados por su gran espesura. Nuestro cerebro necesita luz y transparencia. 



 La niebla es misteriosa, atrayente, enigmática...
Su humedad fría hace que te encojas ante ella, que disfrutes tan solo de lo cercano, como si tuviese la facultad de anular el resto de los sentidos, es silencio, soledad y nostalgia.
Adoro la niebla con su sensación de indefensión y de incertidumbre. Un fenómeno que la naturaleza nos regala, como tantos otros.

En las noches de noviembre cuando se despeja la niebla, me gusta mirar las estrellas - porque en mi ciudad hay estrellas- y están todas, algunas vestidas de bruma y otras tan encendidas que casi pueden cegarte la vista.


domingo, 12 de noviembre de 2023

Elucubraciones.


Todas las estaciones son bellas, todas tienen su encanto y como en la variación está el gusto, podemos sacar nuestras propias conclusiones de cada una de ellas o nuestros propios beneficios.
El otoño por ejemplo se presta a ello por ser la acuarela preciosa de la Naturaleza y por ser la estación dedicada a los difuntos, que a veces nos deja una estela de dudas haciéndonos reflexionar y otras nos libera la razón despejando las sombras. Noviembre es el mes de las nieblas, cuántas veces miramos hacia el cielo y contemplamos una hermosa vista, sobre todo en un día soleado. Pero también en muchas ocasiones vemos el sol apagado, cubierto por grandes nubes que nos impiden ver su gloriosa luz solar. Nubes tan espesas que no nos permiten ver más allá de nuestra realidad. Así pasa en nuestro vivir diario. Llegan situaciones inesperadas que nublan nuestro entendimiento, situaciones muy densas que nos rodean y nos hacen perder los sentidos, y nos sentimos desorientados, sin saber que hacer y hacia donde ir.

Entre los cipreses y su esbelta figura volví a pasear lentamente como otras veces. No he fallado hasta ahora aunque mis piernas ya flaqueen y mis ojos color de cielo se nublen. Con el baile de sus ramas vienen a mi mente los mismos pensamientos que se reiteran siempre durante mi recorrido.

Si existe el Alma tiene que ser igual que el aire.
Con la luz se hace invisible.
Solo en la noche profunda serán visibles Alma y aire.
Mis ojos quisieran verla trasparente como el agua, sin el velo que cubre su hermosura.
Pero no, no es fácil, nuestro cuerpo poco a poco va secando su sangre, como el árbol que sus ramas pierde y entre huracanes va lidiando con el viento para vencer a la muerte.
Lo malo es que el cuerpo no renace como el árbol.
Ahora en este silencio y por si alguien piensa que me quejo, o que mi cerebro se obnubila, prefiero sentirme viva en medio de la angustia, que ignorar el final, como los poderosos de este mundo, encerrados en su limbo tras unas puertas de oro.
Desgraciados ellos.

jueves, 2 de noviembre de 2023

Noviembre, cielo de piedra.




En noviembre,
por qué será que siempre contemplo el cielo
por qué será que aunque tenga nubarrones
puedo con la mirada correr la gasa del velo
y entre cirros desperdigados oigo silencios
imagino rostros dulces que silban canciones
y como estrellas brillantes bailan minuetos.

Detengo el tiempo cerrando compuertas
tiemblo con el frío de las losas
ahora solo se escuchan rezos
crujen pasos torpes y lentos 
y en esa breve paz con siete llaves 
todo el infinito encierro.