Pronto vendrá el otoño
y los duendes de los árboles
te harán un collar de hojas
adornarán tu cuello
con bolitas de acebo rojas
y te cubrirán de tules
las nubes derramando incienso.
Un fresco aroma a musgo
con tu andar se desprende
pisando rastrojos ocres
que arremolina el viento
y haciendo cabriolas
dibuja estrellas doradas
en la alfombra verde del tiempo.
Aún tienes los ojos pintados
de brisa y sol marinos
los labios carmesí mojados
las pestañas de azul nacarado
aún puedes saborear la brisa
mientras te desnudan las olas
y el mar revuelve tu cabello.
En tus manos se pegan conchas
en tus pies arena y algas
en tu cuerpo un blanco nácar
y yo temiendo la realidad
te observé desde lejos sonriendo
porque sé que volverás a correr
porque sé que volverás a caminar.
A mi hija.