Seguro que todos tenemos una canción preferida, bien porque nos trae a la memoria algún momento especial, un bonito recuerdo o símplemente porque al escucharla sentimos nuestra sensibilidad a flor de piel.
La música es la melodía del alma, nos enternece, nos rodea en nuestra vida y cada pieza musical que escuchamos en un periodo u otro, nos evoca el momento en el cual esa interpretación nos rodeaba. ¡Cuántos bellos recuerdos nos traen las interpretaciones antiguas, aquellas que solían ser nuestras favoritas en otras etapas de la vida!, ellas resucitan alegrías, tristezas, amores, triunfos, fracasos, con la misma intensidad que alguna vez se sintieron. La música y la vida están ligadas, porque para mí la música es vida y la vida tiene música. En las dos sencontramos la misma composición: Armonía, Melodía y Ritmo.
La vida, la más hermosa melodía marcada al compás rítmico del corazón. Cada vida es una melodía propia que va improvisando día tras día nuevas notas que forman armonía. Y como en toda melodia, se aceptan corcheas, blancas, negras y redondas. Y algo fundamental en el pentagrama, los silencios. Algunas notas se escapan de la escala. Son los errores que cometemos que a veces llegan a interrumpir esta armonía y otras, son capaces de cambiar el pentagrama y elegir un nuevo destino para crear otra nueva escala.
Los instrumentos que encajan en esta orquesta musical y dan toda la belleza a esta melodía, son las emociones.
Y así hasta que llegue el final siempre genial y esperado. Llegará el momento en que culmine todo, llegará el silencio, el tan apreciado silencio que dará la última nota final. Y después, los aplausos .
La vida es como una canción. Cualquier canción que nos llega a estremecer el alma. La vida es "una melodía encadenada".
Silencio... Aplausos... Silencio...
Si alguien me pregunta cuál es mi sonido favorito, la respuesta está en mi perfil, las notas del piano. Hay momentos que el pobre está mudo, hasta que las manos de mi hija le hacen sonar.