Voz de mi hija. Los sonidos del silencio

Voz de mi hija. Los sonidos del silencio.

martes, 28 de mayo de 2013

EL BAILE DE LA LUNA







 

La noche era cálida en la nave de los sueños mientras surcaba con una estela de color los cielos del planeta. Desde el infinito, las amarillas luces de este manto inmenso iluminaban todo. No había estrellas fugaces, no había deseos que pedir al verlas correr por la bóveda celeste.

Pero en la quietud de la noche sonó una ligera nota musical que rompió su calma.
Después de este tímido sonido, vino otro y otro… y así como las gotas del comienzo de una lluvia, sonó toda la melodía, el magistral Claro de Luna de Beethoven. Parecía que el Universo estaba dormido, pero entonces la LUNA se despertó en la anaranjada noche urbana para, por un momento, posarse en el marco del firmamento y escuchar aquella música suave.

La LUNA, era especialmente hermosa esa noche. Como una cicatriz blanca en el cielo se elevaba saludando a todo el que deseaba contemplarla, amaneciendo en nocturnidad sobre los mortales durmientes, sonriendo a todo el que dejó el mundo de los sueños, para poder soñar despierto al son de esta dulce melodía.
La noche abrió la tapa del piano. La LUNA danzando esbelta entre velos de nubes y la música que baila ralentiza el ritmo de la noche.
 

Cae la LUNA. Se corporiza.

Viene a mis pies. La llevo.

Yo voy también andando bajo su ala.

Cae la LUNA y vamos sin fronteras

La LUNA verde. Piel de plátano.

La LUNA ...

Hora transparente como vidrio.

La aguja está en el centro de la LUNA.

La diviso sin tiempo.

Desde la infancia y con racimos.

Mientras el mundo pesa sobre otros hombros

camino sobre charcos formados

con la sangre de la LUNA

y dejo suspendidos los carriles

de este décimo mes que no me ampara.

Nieve: leche de LUNA.
 
L. Muñiz

 
Publicado el 17/12/06 .

Hay noches que necesito arroparme con las sombras  doblando el manto de las estrellas y temblando arrimo el corazón al lado de la luna. Una luna cegada por la niebla que intento desvelar con el pensamiento. Un pensamiento que a veces duda del fuego de las estrellas, duda que el sol alumbre cuando se oscurece la mente, duda que la verdad sea mentira, pero no duda jamás que soñar es también un arte.
 
 
 

jueves, 23 de mayo de 2013

PEQUEÑAS COSAS

Image du Blog chezmanima.centerblog.net

 
Cuidado que es difícil poner buena cara cuando uno ha tenido un mal día. Muchas personas son
capaces de disimular la procesión que llevan dentro, tratan de sobreponerse a la hora del trabajo, con la familia y con los que se relacionan  normalmente. Me parece digno de admiración,  a otros en cambio les cuesta un triunfo evitar fruncir el ceño,  no se esfuerzan en hacer una pequeña mueca agradable, convirtiéndose  sin remedio en víctimas del mal humor.
Alguien me dijo una vez que en los malos momentos , lo mejor es coger el bolso y salir a la calle para respirar otros aires distintos. La verdad es que por muy contaminado que esté el ambiente, los malos humos de las grandes urbes no se parecen en nada a los malos humos del carácter. Curiosa comparación.



Semanalmente hago una visita a una residencia de la tercera edad. No sé por qué a estos centros se les ha bautizado con este nombre, cuando encuentras personas que rondando los cincuenta necesitan este tipo de atención. La temible dureza de depender de los demás no respeta edades. Es verdad que se viven más años, pero con peor calidad de vida.
María es preciosa, tiene la piel blanca y el pelo brillante, me llamó la atención sus collares, sus atrezos y su alegre atuendo, tánto que me quedé mirándola mientras esperaba la cena. ¡Guapa!-le dije- "No, guapa antes, hace tiempo... ahora con ciento un años ya no es posible"- ¡ Ciento un años!- y me señaló seguidamente a alguien que acababa de cumplir ciento tres.
"Vivir tánto y con la mente lúcida puede ser una suerte o no, según se mire. He visto partir a mis hijos, que es lo más doloroso que existe, he podido disfrutar de las muchas maravillas que la vida me brindaba y sin embargo ahora me doy cuenta que no he sabido aprovecharlas, si pudiera me gustaría retroceder y rebobinar el tiempo, aquel tiempo precioso que entonces dejé escapar".

Tiene razón María, la juventud te priva de valorar las pequeñas cosas de la vida precísamente por eso, porque la vitalidad de los pocos años no permite darles la importancia que tienen, se vive demasiado deprisa, unos procupados por el futuro, otros con la única intención de divertirse lo más posible y sin ninguna motivación. Por eso cuando uno llega a la edad otoñal, pretende con nostalgia recuperar lo perdido y vivir más despacio sin desperdiciar nada, por nimio que sea. Pero... ¿se consigue?.


 

Después de estas reflexiones puedo decir que veo la vida como una gran sala dentro de un espacio imaginario de luz. Una gran sala decorada con los sentimientos del mundo. La puerta principal el Amor, las paredes los sentidos. En las ventanas pájaros y sueños. En los sueños el alma del poeta. Sí, veo la vida como una gran sala. Dentro, amor, con tiempo suficiente para amar a los amigos, familia, compañeros, todo un canto y pura poesía. La belleza de la vida tiene forma y además contamos con la mirada para contemplarla. Si tuviera que elegir la manera de ver la vida, escogería los ojos del corazón, con ellos no es difícil imaginarla.

Hay muchas pequeñas cosas que con los años he recogido para guardarlas bajo llave, cosas que he hecho mías y quizá me las he apropiado indebídamente:

El nacimiento de una flor, el brillo del sol, la esperanza.
La lluvia que cae, el azul del mar, unas manos que se abren sin tener nada que dar, porque ya todo lo han dado.
La sonrisa tuya, la paz de un niño durmiendo, la inocencia.
Las caricias de una madre, las lágrimas del huérfano, la salud de un cuerpo y el placer de haberlo creado.

Éstas son las pequeñas cosas que llenan mi vida.


 


 

lunes, 13 de mayo de 2013

OLOR A CAMELIAS




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Allí vivía. Cada día miraba la tierra, la luz, el calor, el brillo de los rayos solares que marcaban como un lápiz afilado las laderas de las montañas, perfilando a su vez los valles y templando las aguas del río Arlanzón.  Poco caudaloso,  recorría el centro de la ciudad y a diario obligada por la ruta que tomaba, lo cruzaba cuatro veces.
Allí revoloteaban cada mañana los pájaros saltando entre las ramas de los manzanos, agitando  alegres sus alas y manteniendo intactas  las gotas de rocío.
Había infinidad de plantas; un redondo y cuidado seto de florecillas blancas rodeaba los rosales, que al llegar junio nos regalaban unas  preciosas rosas aterciopeladas. Incluso solían conservar algo de aroma cuando solo quedaban los tallos.
Contemplar las camelias, los lirios, pensamientos y sobre todo las lilas, mis preferidas, era para mí una sensación de bienestar que los años no han logrado borrar.
Aquello se llamaba libertad y cuando cierro los ojos, siento un continuo calor que me recuerda aquel sol tibio y amarillento entre nubes deshilachadas y el azul brillante de aquellas deliciosas tardes de primavera.
Dicen y  me lo repiten a menudo, que no es bueno aferrarse al pasado, pero tampoco quedarse a la orilla de los recuerdos, creo que es mejor adentrarse en ellos cuando el corazón lo desea y la mente lo necesita. Qué importa si mis ojos se nublan. El sentimiento más profundo se revela siempre en el silencio.
 
Allí vivía. En una pequeña plaza rodeada de jardines y en el centro estaba la casa. Nuestra casa. Había olor a fresco, a sol descubierto, a viento serpenteante que rizaba los cabellos con la humedad que se respiraba. Y entre la verde hierba, demasiado segada a veces, se alzaba el árbol, alto y gallardo, de ramas gruesas y fuertes, lo suficiente para soportar dos anillas colgadas y realizar toda clase de ejercicios y malabarismos.


 
Era su árbol y lo recuerdo con una sonrisa. Allí lo dejó junto a su juventud y allí seguirá con los aros ajados y las cuerdas raídas por el paso del tiempo. No pienso olvidarlo, necesitaba escribir sobre esta parte de mi vida.

Y es que amigos, nadie puede ignorar la presencia del pasado.


 
ETERNIDAD

Este jardín donde estoy,
siempre estuvo en mí, porque existo.
Tanta vida, tal conciencia,
no borran mi ser en el tiempo.
 

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jueves, 2 de mayo de 2013

EL COLOR DE LA VIDA

 
 
De vez en cuando hay que asomarse a la ventana de la vida. Son tantas las cosas que nos ofrece que es un placer poder disfrutarlas. La vida está llena de color, es una balanza con subidas y bajadas, pero llena de color, es como si alguien muy importante desde arriba hubiera derramado su caja de pinturas. Yo lo llamo Dios, tú puedes llamarlo como quieras.

La montaña de cuerpo blanco y rosa, se levanta durante siglos entre el verde fluyente del agua y el color de los espigados árboles.

El rojo de las amapolas o el morado nazareno de las violetas.
Los naranjas de los atardeceres o el azul intenso del cielo que presenta su belleza entre el blanco de las nubes.
El gris de una tormenta o el marrón pardo de una hoja de otoño.







 


 
 
Colores, silencio mágico en la melodía de la Naturaleza.
No sé cuál es el tuyo y por qué lo prefieres. En cambio tú sí sabes que me gusta el azul



El azul de una mirada


El azul que el mar refleja


El azul de un lago


El azul de las noches de luna llena


El azul de la inocencia


El azul de una flor

Corazones turquesa
Besos celeste
Sentimientos lapislázuli
Amor añil
Pasión cobalto
 

Y entre tantos tonos azules quiero hacer alusión al verde que es el color de la naturaleza, de la armonía y porque es el favorito de un amigo lejano aficionado a la montaña y a las alturas, no hay mejor lugar para disfrutar de un panorama tan espectacular. El verde transmite esperanza, sosiego, equilibrio y ponderación. Como el azul pertenece a la gama de colores fríos, lo mismo que el violeta y el propio blanco, que nos recuerda al hielo y da sensación de amplitud.

Los colores pueden ser fríos y calientes.
 
 En la pintura la temperatura de un color se puede modificar. Algo que aprendí de mi padre. Podemos "enfriar" un color cálido mezclándole con blanco o colocándole junto a otros cálidos. Y podemos calentar un color frío mezclándole con negro o con colores calientes, como el rojo o el amarillo.
En un cuadro de paisaje, en el borde inferior del lienzo donde se sitúa la tierra, se pinta con colores calientes, más oscuros y mezclados con blanco en la parte central porque el espectador es lo primero que ve. En la mitad superior del lienzo se usan los colores fríos, mezclados con blanco en la altura intermedia, la zona del cielo más alejada del espectador y más oscuros arriba, donde el cielo se supone que está más próximo. Esta combinación de colores fríos y cálidos, con sus variaciones de luminosidad, consigue engañar nuestra mente y hacernos creer que el plano del lienzo es un espacio tridimensional.
Es importante saber jugar con el color, dar el relieve y la perspectiva necesaria para intentar que un simple boceto se convierta en una obra de arte.

Decía Pierre Bonnard que el color no añade calidad al diseño, lo refuerza.

 
 
Verdes son los prados
 
 
 las aguas estancadas
 
 
 las hojas vivas
 
 
 las manzanas

 Los árboles


y verdes son los ojos de mi hija


Todo lo que vemos a nuestro alrededor está compuesto por colores. La vida no es una fotografía en blanco y negro; cada cosa: muebles, vestidos, coches, árboles, plantas… todo está lleno de color. Vemos los colores porque inciden en nuestra retina, concretamente en los conos y bastones que transforman los impulsos luminosos en señales eléctricas que luego llegan al cerebro. 
 Los colores no son puros, se entremezclan unos con otros para crear unas gamas infinitas, que ningún pintor ha podido encerrar en su paleta. Más aún, los colores ejercen una influencia en nuestra mente. Los hay que serenan, otros nos encrespan… cada uno tiene su valor.
 Hay una frase bonita: basta con que te pongas una gotita de violeta, para que tu vida sea color de rosa.

Si, eso dicen que la vida es de color rosa y en muchas ocasiones no llegamos a verla así. Depende de nosotros y de nuestras circunstancias, pero es evidente que hay personas que disfrutan de todo lo que les brinda, les gusta la vida porque tienen la habilidad de aceptarla y deleitarse con la realidad. No les importa que llueva, que haga calor, ni se preocupan por el tráfico, por poner un ejemplo. Es gente sana y realizada, libre de todo sentimiento de culpa. Reconocen que han cometido errores y saben liberarse del pasado viviendo el momento y son independientes, saben reír y hacer reí, no se ríen de la gente sino con la gente. Personas que se aceptan a sí mismas sin quejas, como humanas tienen defectos y su aspecto físico tampoco les obsesiona.
Aprecian el mundo natural, jamás se cansan de un atardecer, la visión de un pájaro volando es siempre un espectáculo admirable, no son mártires ni se sienten víctimas. No hablan de la gente, hablan con ella, saben aplicar su energía en casi todas las circunstancias, no tienen miedo al fracaso, aceptan a los demás como son y trabajan para cambiar los hechos que les desagradan. No tienen héroes ni ídolos, miran a todos como seres humanos sin colocar a nadie sobre sí mismos en importancia.
 En una palabra y resumiendo, la vida puede llegar a ser de color rosa si como dice el Dr, Wayne. W Dier, las personas conseguimos estar libres de zonas erróneas. 



De vez en cuando hay que asomarse a la ventana de la vida, pero no para verla pasar sino para vivirla.