Tarde de primavera de mil ... no importa el año, una tarde tranquila, con nubes anunciando lluvia. Me asomo a la ventana que da al jardín, al precioso jardín que cuida mi padre, podando los rosales y regando todo un abanico de flores. Me encanta el color verde que tiene ahora la hierba y las chispas blancas que sobresalen tímidamente entre ella, son margaritas, quién no ha cogido una y la ha deshojado: sí, no, sí, no... ¡sí, no me lo puedo creer! eso es que le importo un poquito ... ja,ja,ja, ¡cosas de adolescente !...
Sigo asomada observando, se ha levantado viento y las nubes van aumentando, seguro que pronto oiremos el trueno porque ya se ven relámpagos a lo lejos y las ramas del membrillo se empiezan a agitar demasiado fuerte, tanto, que siempre cae alguno al suelo. Suena raro pero me gustan las tormentas, curioso fenómeno con aparato eléctrico que descarga energía positiva, al menos es lo que dice el libro de ciencias naturales, uno de los preferidos de este curso.
La tormenta se viene encima y comienza a llover fuerte, da gusto ver las gotas de agua resbalando por los cristales, me divierte ver como juegan a hacer dibujos y parecen lágrimas brillantes. Subo al piso de arriba donde está el cuarto de estudio. La pila de libros me espera y a mi lo único que me apetece en este instante es oir música. El viejo tocadiscos siempre está preparado invitándome a poner la canción del momento y qué ironía, es "el ritmo de la lluvia" de The Cascades:"Oigo el ritmo de la lluvia que al caer me dice donde está..."
Y sentada en la mesa redonda vestida con falda de color blanco sigo mirando por la ventana. Ya está ahí, no falla, es el vecino del chalet de enfrente mirando detrás de las contraventanas, el iluso se cree que no le veo y de sobra sé que me espía, dicen que mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve. Pues algún día se decidirá, digo yo, porque el juego de este escondite me pone nerviosa.
Sigue lloviendo, la tarde se escapa y las margaritas tienen suerte, no necesitan paragüas, todo lo contrario, mañana amanecerán frescas y lozanas y algún caracol se paseará por la hierba.
La noche extiende su negro manto y las farolas se encienden marcando un halo de vapor por el agua. Lloverá hasta mañana.
En la Vida no se trata
de sobrevivir a una tempestad
se trata de danzar bajo la lluvia.
de sobrevivir a una tempestad
se trata de danzar bajo la lluvia.
Ésta es una de mis ventanas del recuerdo, cuando aún no había terminado el Bachillerato. Aquellas inolvidables primaveras tenían la magia de la adolescencia. El jardín, las flores, la guitarra y los libros eran mi vida. ¿Os preguntáis por el espía?, pues el jovencito de enfrente por fin se decidió.