Se agradece un buen café caliente, sin espuma, como siempre lo pido, solo con la crema es suficiente y no lleno de burbujas de aire que disfrazan el sabor. Además aquí tienen el detalle de poner una galletita de canela.
De reojo miro a mi alrededor y todo el personal está embelesado y absorbido por los móviles. A la entrada hay unas barras con periódicos colgados, pero no los coge nadie. Poco importan ya esas sábanas de papel escritas y cada vez se compran menos libros, ahora lo que priva son los e-books, artilugios sin hojas ni tapas pero que son como almacenes de sabiduría prensada. Cómo avanza la tecnología, oye, a unos los forra y a otros los hunde.
Un tintineo de cristales suena a la vez que la campanilla que cuelga de la puerta. Me gustaban aquellas puertas giratorias, de niña me divertía mucho y siempre terminaba mareada. El sonido es agradable cuando un cliente entra y por sistema todo el personal curiosea. Yo, la primera.
Esta vez es un personaje de edad avanzada que va apoyado en un bastón troquelado muy bonito: desde mi mesa no distingo bien pero parece que lleva algo grabado en letras grandes. En la cabeza un sombrero calado hasta las orejas, una bufanda raída y bajo los mitones se adivina unos dedos largos y enjutos. El buen hombre se acerca con paso torpe y ya puedo leer lo que tiene grabado en su bastón, es una fecha, 2014.
- ¿Molesto si me siento a su lado?-
- No, para nada caballero, el café está lleno y aquí hay sillas libres.
Está helado, las cejas blancas como la escarcha y un semblante triste y cansado. Pensé en hacerle alguna pregunta pero no hizo falta ninguna palabra, enseguida se percató de mi mirada interrogante.
Yo fui - dijo-
columna ardiente, luna de primavera.
Mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba;
Viví como el amanecer en sueño lánguido
lo que pintaba el deseo en días adolescentes.
Canté, subí.
Fui luz un día
pero arrastrado en la llama,
como un golpe de viento,
que deshace la sombra,
caí en lo negro.
En el mundo insaciable.
He sido.
-A sus pies señora. Mis días terminan y voy a pasar el testigo a otro joven que viene cargado de 365 días de ilusión, de sueños, de esperanza, de fuerza, para todo el que sepa apreciar la vida.
Siempre que termina un año, la pregunta se repite: qué ocurrirá... y siempre hay algo que me dice: será lo que tú quieras que sea.
Mucha salud y suerte amigos en el nuevo 2015.
El poema está inspirado en un texto de Luis Cernuda.( Sevilla 1902)