A quién no le gusta recibir un regalo... sin embargo hay veces que te hace más feliz hacerlo que recibirlo, para mi un regalo es un intercambio de ilusiones. Todos los regalos suelen estar envueltos en papeles bonitos. Algunos vienen decorados con lazos de colores o con motivos florales, otros de una manera menos atractiva y sencilla, los hay que vienen tan bien cerrados que cuesta romper la envoltura y otros llevan la etiqueta de frágil. Pero el exterior no significa nada, lo verdaderamente importante es el contenido del estuche. El valor de los regalos no se mide ni por el tamaño, ni por el color, el precio o el colorido del envoltorio, ni siquiera por la utilidad del mismo. El valor de un regalo se mide con el corazón.
Hay regalos especiales, esos que tanto valoramos porque alguien te recuerda con cariño, porque son obsequios enviados desde muy lejos y que llegan a ti intactos para luego guardarlos en el rincón del recuerdo.
La vida misma se encarga de llenarnos de regalos. El milagro de la vida es el obsequio más precioso que uno puede recibir y hay que intentar disfrutarlo al máximo.
Hace unos días recibí como "anónimo" otro de los regalos más hermosos que existen, una caja llena de sonrisas. Lo abrí con cuidado de no romper el papel plateado y quité con delicadeza el lazo que lo cubría; dentro había una nota escrita con letras grandes que decía: "Para compartir con todos los amigos virtuales".
Las personas y los amigos son regalos que la vida me ha dado.