Voz de mi hija.

Voz de mi hija.

martes, 29 de agosto de 2017

El cielo del verano.


Llegó septiembre, apenas unos días para que el verano nos diga adiós, sin embargo y mientras dure el estío, no dejo de mirar el cielo, a veces azul y a veces gris por la calima. No sé cuántos veranos han pasado ya, demasiados, pero me sigue gustando mirarlo, quizá porque no quiero que su aire limpio y claro se pierda, que siga siendo como entonces, como el  de aquellos veranos de mi infancia en los que no existían los recuerdos o al menos no los necesitaba. 
Hay veranos inolvidables, llenos de sorpresas, de experiencias y hasta de líneas que llegan a marcar un destino. En verano se ganan amores y también se pierden. Los que ganamos debemos envolverlos en paños de oro tratando de cuidarlos y mimarlos lo mejor posible, es la única manera de que sigan existiendo y que el paso del tiempo no los marchite.
Los que perdemos, algunos hasta pueden recuperarse casi sin esfuerzo, basta tener voluntad. Otros en cambio se van dejando en nosotros cicatrices muy profundas, como estelas apagadas flotando en las sombras de la noche. 
Me gustar observar el cielo del verano, de todos los veranos.
 
 
Cuando era niña y llegaban las noches calurosas, me pasaba largos ratos balanceándome en el columpio pintado de azul.  Mi padre hizo casi una obra maestra con un cajón de madera y unas gruesas cuerdas. Estaba colgado de un árbol frutal tan alto como añejo y crujía tanto su ramaje cada vez que soplaba el viento, que me llegaba a estremecer. 

Aquellas noches de verano tenían la magia de mis pocos años. Ahora que de nuevo se acaba la estación,
no puedo olvidar la silueta de mi madre cuando me llamaba para la cena. La oscuridad del jardín se iluminaba con su rostro, al menos así lo recuerdo. Si alguien me preguntara el significado de la palabra felicidad, mi respuesta sería algo tan simple como el revivir aquella escena de la candidez de mi infancia, bailando con el vaivén de mi viejo columpio e intentando en cada impulso subir a lo más alto para robar una estrella...

Mi cielo de verano parece haber cambiado, aunque ahora sea incluso mejor, nada tiene que ver con el de antes, apenas está sujeto por aquellos centelleantes clavos de plata. 
Estrenamos septiembre y no sé cuánto tiempo ha pasado, cuántos veranos llevo mirando al cielo y buscando en la oscuridad de la noche, aquellos reflejos plateados que hoy iluminan mis sienes.

Llévate la rosa de septiembre


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martes, 22 de agosto de 2017

Adios al rey de la comedia.




Es imposible no recordar al rey de las muecas, al gran Jerry Lewis. Sobre gustos no hay nada escrito y a mi me encantaba, dicen que es más fácil hacer llorar que reír y creo que es cierto. Hacer reír con gestos y palabras sencillas, sin rayar en lo soez y en lo vulgar.

De origen judío, su humor era diferente, distinto, dedicado a lo absurdo y a los extremos imposibles e irrisorios. Al gesto sobreexpresivo a la par que a veces sutil que lo hicieron un maestro del gag físico y desmesurado. Tras pasar por la gran pantalla con películas como “Delincuente delicado”, "El ceniciento" o la considerada su mejor cinta “El profesor chiflado”, no tardó en dar el salto a la televisión con “El Show de Jerry Lewis”.
De cualquier forma no cabe duda que a pesar de su éxito como cómico,  ha destacado por su humanidad.  A nivel internacional ha sido por su trabajo desinteresado en la Asociación Americana de Distrofia Muscular.

Se ha ido el hombre que decía de sí mismo “He tenido gran éxito, siendo un total idiota”.
No, no era ningún idiota, era un gran actor y sobre todo una magnífica persona.
Descanse en paz Joseph Levitch, más conocido como Jerry Lewis.
 

martes, 15 de agosto de 2017

Un icono de la música.

 



Hay voces de auténtico privilegio. En una madrugada de verano cuando aún Morfeo no se ha presentado, da gusto escucharlas. Puede que sea demasiado fantástica imaginando, pero debe de ser increíble dedicarse a la canción, saber moverse en un escenario y escuchar la ovación del público después de una actuación que puede haber durado horas.

Y también tiene que ser difícil acordarse de todas las letras, no pasarse de un tema a otro .... ¡¡ uff, qué cosas se me ocurre pensar a estas horas !! ....
Una voz femenina? me quedo con la de Barbra Streisand, además tiene un gusto exquisito para elegir los temas y los compositores.



Una voz masculina? sin duda no tengo más remedio que mencionar al King, al Rey del rock, Elvis Presley. Creo que merece un recuerdo porque su privilegiada voz siempre me ha gustado y cuarenta años después de su desaparición sigue emocionándome. Desde luego que vuela el tiempo. Aquel 16 de agosto de 1977 se fue prematuramente entre excesos, depresión y miedos y solo contaba 42 años. Se ha hablado mucho sobre la personalidad de Elvis, un hombre de cuna humilde nacido en el seno de una familia modesta, el joven Elvis Presley se vio obligado a trabajar desde muy temprana edad. A los once años, y ante su insistencia, sus padres le regalaron su primera guitarra.
En 1948, su familia se trasladó a Memphis, uno de los centros de la actividad musical del país. Cuando Elvis contaba apenas diecinueve años, el productor Sam Phillips, propietario de Sun Records, decidió editarle un single que contenía los temas That's all right y Blue Moon of Kentucky. Este primer intento le abrió las puertas de un programa radiofónico de música country, Louisiana Hayride, con un abanico de emisión que comprendía trece estados.


A partir de entonces comenzó una carrera artística que le llevó hasta las puertas de Hollywood con una treintena de películas, algunas no muy buenas creo, pero donde podía lucir sus dotes de cantante. Hasta los primeros años de la década de 1970 que supusieron para Elvis Presley el mayor bache creativo, agravado por su adicción a las drogas y su reclusión en su mundo de fantasía particular en que se convirtió su mansión de Graceland. En 1973 se divorció de Priscilla Beaulieu y su imagen adquirió el tono claramente excesivo que caracterizó sus últimas apariciones: un exagerado tupé, sobrepeso y trajes de cuero banco con pedrería.
Falleció de un ataque al corazón, sin duda consecuencia de sus excesos.
A pesar de su acelerado declive, Elvis Presley se ha convertido en un icono de la música y en una de las figuras más relevantes de su historia, como atestiguan sus más de cien discos de oro, platino y multiplatino.

Descanse en paz "quien nunca esperó ser importante".





El baile es escultura en movimiento.

Cantar es una forma de comunicar la visión de la vida.



lunes, 7 de agosto de 2017

Océano.

El mar, el océano, no importa el nombre ni el lugar, el mar sigue siendo cómplice de tranquilidad, el alma se serena y el cuerpo se deja abrazar suavemente por su brisa. Solo quien ha vivido cerca del mar conoce la parte dulce de la sal. Sus aguas me saben a lágrimas y su  vaivén todo lo devuelve, especialmente los recuerdos.                                 



El mar es el espejo de nuestros sentimientos. Los más melancólicos se sumergen para luego volver con una imagen menos triste, llena de esperanza, y además nos ofrece el mejor espectáculo de vida detrás de un horizonte infinito e inalcanzable, amenizado con la música de las olas y la magia del color.

Será porque sin agua, no hay vida, o porque el cuerpo humano está compuesto por entre un 65 y un 70 por ciento de agua. Lo cierto es que la inmensidad del océano siempre ha resultado una fuente de inspiración a la hora de escribir, de pintar, cantar o componer.

El mar ha inspirado libros enteros. Uno de los ejemplos más conocidos es “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway. Sin duda, el norteamericano fue un escritor que siempre vivió atraído por la costa.
 
Joaquín Sorolla
 
Pintores, muchos, pero quizá el más representativo sea Joaquín Sorolla. Para él el mar era su paraíso, comienza a pintar al aire libre, dejándose invadir por la luz y el color del Mediterráneo.
Y en el mundo de la poesía, yo citaría “Marinero en tierra”, del español Rafael Alberti. Sus poemas se encuentran, en su totalidad, dedicados al mar y a los marineros. Su añoranza por Cádiz cuando su padre le sacó de allí, inspiró este poema:


El mar. ¡Sólo la mar!

¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
 
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste
acá?




Marineros. De mi padre.