Desde el mar, el Océano Atlántico. y dentro de unos días será el Cantábrico. No importa el nombre ni el lugar, el mar sigue siendo cómplice de tranquilidad, el alma se serena y el cuerpo
se deja abrazar suavemente por la brisa.
El mar es el espejo de nuestros sentimientos. Los más melancólicos nos los devuelve con una imagen menos triste, llena de esperanza, y además nos ofrece el mejor espectáculo de vida detrás de un horizonte infinito e inalcanzable, amenizado con la música de las olas y la magia del color.
Será porque sin agua, no hay vida. O porque el cuerpo humano está compuesto por entre un 65 y un 70 por ciento de agua. Lo cierto es que la inmensidad del océano siempre ha resultado una fuente de inspiración a la hora de escribir.
El mar ha inspirado libros enteros. Uno de los ejemplos más conocidos es “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway. Sin dudas, el norteamericano fue un escritor que siempre vivió atraído por la costa.
En el mundo de la poesía, yo citaría “Marinero en tierra”, del español Rafael Alberti. Sus poemas se encuentran, en su totalidad, dedicados al mar y a los marineros.
El mar ha inspirado libros enteros. Uno de los ejemplos más conocidos es “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway. Sin dudas, el norteamericano fue un escritor que siempre vivió atraído por la costa.
En el mundo de la poesía, yo citaría “Marinero en tierra”, del español Rafael Alberti. Sus poemas se encuentran, en su totalidad, dedicados al mar y a los marineros.
El mar. ¡Sólo la mar!