Voz de mi hija.

Voz de mi hija.

martes, 20 de julio de 2010

NOCHES DE VERANO



Precioso anochecer de un verano más de este trayecto sin rumbo fijo ni marcado final, que es la Vida.

Noches serenas de verano, mientras el mar va dejando perdidas sus olas y permite contemplar la grandeza de un cielo solo iluminado por clavos de plata, que son las estrellas.

¿A quién no le gustaría robar una....... solo una ?

Decia Antoine De Saint Exupery:

"¿Y de qué te sirve poseer las estrellas? -me sirve para ser rico- ¿y de qué te sirve ser rico? - me sirve, para comprar más estrellas-."


Buenas noches de verano .



martes, 6 de julio de 2010

SUERTE, DESTINO, ÉXITO




La vida es un regalo. Nadie pide vivirla ni hay opción de elegir. De repente un día nos asomamos a ella completamente desnudos y desprotegidos . Entramos en un lugar que llaman mundo donde nos reciben con unas cuantas palmadas en las nalgas y a partir de este instante comienza una carrera donde ninguno conoce su destino, ni la meta final, en la que saltaremos una buena variedad de obstáculos y allá nos lanzamos dispuestos a movernos por un montón de etapas llenas de venturas y desventuras.

Sin embargo procuramos recorrer este camino impuesto, de la mejor manera posible, a pesar de que la mayoría de las veces el concepto de felicidad no será nada fácil de conseguir. Hay un refrán que dice "unos nacen con estrella y otros estrellados" y es una verdad como un templo. Mi padre recordaba siempre que la suerte es el factor más importante y el único para lograrlo. A medida que pasan los años veo más claro que tenía razón.








Pero dónde está la SUERTE, dónde se busca si es cierto que se puede encontrar ... Quizá la suerte va ligada al destino y por eso no es nada fácil dar con ella, aunque solo pasara una sola vez en el largo o corto trayecto que cada uno tenemos marcado, deberíamos darnos cuenta de ello y no dejarla escapar. Cuando una vida se trunca de repente y a una edad temprana, siempre se piensa si hubiera sido posible cambiar la pauta y así evitar la tragedia. Mi hermano y hoy me apetece contarlo, solo tenía diecinueve años cuando un trágico fin de semana se fue en un desafortunado accidente. Estuvo a punto de cambiar la fecha de salida por un malestar momentáneo, pero los analgésicos tuvieron la fatalidad de curar su dolor y aquella mañana de verano salió de casa feliz sin sospechar que el destino y la suerte, en este caso la fatalidad, se unieron para acabar con el viaje de su vida.


A partir de entonces comprendí lo importante que es vivir el momento y el futuro empezó a importarme un bledo - como se suele decir - que a pesar de todo merece la pena caminar por los raíles de la vida. Valorar la existencia tal y como la vimos al nacer, mudar la piel, desnudar el deseo y llenar de diversión los sentidos.


Hay un montón de virtudes que no debemos dejar escapar. La sensibilidad nos libra de miedos posteriores que nunca podremos comprender y nos fortalece ante la posibilidad de un nuevo fracaso. Escribir, por ejemplo, escribamos canciones, leamos novelas, soñemos poesías y dejemos el dolor a un lado. Solo debería importarnos el mal de los demás, entonces a nadie le costaría comprender el corazón ajeno.





Y el ÉXITO?... El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se imagina. No se debe a los títulos que tienes, sean de nobleza o académicos, ni a la sangre heredada o a la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos autos caben en tu garaje o si éstos son el último modelo. No se trata de si eres jefe o subordinado, si escalaste la siguiente posición en tu organización o estás en la ignorada base de la misma. No se trata de si eres miembro prominente de clubes sociales o si sales en las páginas de los periódicos. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador, si hablas correctamente y te admiran cuando lo haces. No es la tecnología que empleas, por brillante y avanzada que ésta sea. No se debe a la ropa que usas o si gozas de un tiempo compartido, si viajas con todo lujo, o sí después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus para el espejo social. Tampoco se trata de sí eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.

El éxito... Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón. Se trata de si en tus triunfos incluiste siempre tus sueños. De si no generaste tu éxito en la desdicha ajena y si tus logros no hieren a tus semejantes.

Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás; de tu apertura hacia todos los demás y no de tu simulación para con ellos. Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón; si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste por los ancianos. Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta ajena. No es acerca de cuantos te siguen, sino de cuántos realmente te quieren. No es acerca de transmitir todo, sino cuántos te creen, de si eres feliz o finges estarlo. Se trata del equilibrio, de la justicia, del bien ser que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más.



Se trata en definitiva de saber recibir y dar amor.





Para ti, porque el destino no quiso darte suerte ni éxito y lo merecías
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