Voz de mi hija. Los sonidos del silencio

Voz de mi hija. Los sonidos del silencio.

lunes, 26 de marzo de 2007

MATERNIDAD







La primera vez que tuve la oportunidad de presenciar un parto tenía 19 años. Tuve, no sé si llamarlo obligación, creo que es correcto debido a las prácticas de cuando era estudiante, pero es mejor decir la suerte de pasar por la antigüa maternidad de Santa Cristina.
Era demasiado joven para contemplar cómo la naturaleza nos ha hecho tan frágiles y a la vez tan fuertes..... La primera impresión no resultó nada agradable. Recuerdo que más de un estudiante de medicina caía redondo al suelo o disimulaba un mareo que era evidente. Pero lo cierto es que con el paso del tiempo, aquella experiencia fue una de las mejores de mi vida, y ahora puedo afirmar que nunca se es demasiado joven , que es fantástico presenciar la maravillosa visión de un alumbramiento.
Aquella noche nacieron tres hembras y un varón. Caminaba entre las camas de la sala entre asombros y despistes, detrás de la matrona de turno que me sonreía sardónicamente por la palidez de mi cara. -"No te preocupes, cuando lleves 200 te acostumbrarás..."- Y así fue, me acostumbré a la oxitocina que acelera el parto, a los dolores, a las contracciones.... y a olvidar todo cuando cogía en mis brazos al pequeño que acaba de nacer.
Después, cuando la naturaleza te hace pasar por esa experiencia, no existen palabras para describir la grandeza de ser mujer y madre.
La maternidad, dicen que es una "enfermedad" de nueve meses y una maravillosa "convalecencia" de toda una vida.
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Cierto pequeño se acercó a su madre en la cocina, una noche, cuando ella preparaba la cena y le entregó un papel sobre el que había escrito algo. Después de que la mamá se secó las manos, lo leyó y ésto es lo que decía:
-Por cortar el césped 5.00. -Por limpiar mi habitación esta semana 1.00. -Por ir a la tienda cuando me envías 0.50. -Por cuidar a mi hermano mientras fuiste de compras 0.25. -Por sacar la basura 1.00. -Por obtener unas buenas calificaciones 5.00. -Por limpiar y barrer el patio 2.00. -Total que me debes 14.75 .
Su madre lo miró de pie a la expectativa y los recuerdos pasaban por su mente. Tomó la pluma, le dio la vuelta a la hoja de papel que el niño había escrito y anotó lo siguiente:
-Por lo nueve meses que te llevé mientras crecías en mi interior, SIN CARGO. -Por todas las noches que estuve sentada a tu lado, cuidándote y orando por ti, SIN CARGO. -Por todos los momentos difíciles y todas las lágrimas que causaste a través de los años, SIN CARGO. -Por todas las noches de temor y por las preocupaciones que sabía que tendría, SIN CARGO. -Por los juguetes, la comida, la ropa y por limpiar tu nariz, SIN CARGO. Cuando sumes todo, el costo total del verdadero amor es SIN CARGO.
Así, cuando el niño terminó de leer lo que su madre había escrito, había grandes lágrimas en sus ojos, miró directamente a su madre y dijo: ¨"Mamá en verdad te quiero".
Después tomó la pluma y con letras grandes escribió:"PAGADO EN SU TOTALIDAD".

domingo, 18 de marzo de 2007

ETERNIDAD




¿Qué estás pintando padre?, ¡Ah, ya lo veo!, estás pintando estrellas. Mira... allí... un poco más arriba... te has dejado una olvidada, aquella que parece más pequeña y que juguetona está bailando, entre los chispeantes destellos de sus compañeras. ¿No alcanzas a pintarla?... yo te ayudaría pero está demasiado lejos ... Deja que siga jugando y mientras, coloca tu caballete encima de cualquier nube. Tu paleta tiene los colores del cielo , el óleo huele a rosas y hay un arco iris que ilumina el estudio donde ahora pintas.

¡Bonito boceto es el firmamento!. Ya no te pregunto para quién dibujas, no... no me hace falta... ahora tienes el mejor marchante y la sala donde ahora expones tiene el nombre más grandioso, Eternidad.

Me gusta tu último cuadro, padre ... cuando lo termines, lo dejas apartado para mí... algún día no muy lejano iré a recogerlo.

Y no olvides pintar la estrella que se ha escapado.


Airblue

domingo, 11 de marzo de 2007

INFANCIA







Minerva dice que ya no es igual, pero a mí me ha gustado la idea. Todos hemos sido unos maravillosos locos bajitos, a todos nos ha gustado el cumpleaños, el chocolate con forma de paraguas , correr con el triciclo y meter un dedo en el merengue.
Se llamaba "Quety", era mi perrita, una terrier de pelo blanco lista y pizpireta. Jugaba con ella en el jardín y no le gustaban nada las bicicletas. Cuando veía una, saltaba y se colaba por los círculos más grandes de la puerta de hierro que había en la entrada. Corría para morder los pedales y más de una vez hacía perder el equilibrio a todo el que pasaba. La víctima solía ser siempre la misma, el cartero de turno.
Un día "Quety" desapareció y nunca volvimos a verla. Se cansó de correr detrás de las bicicletas y se marchó lejos. Cuando veo esta fotografía pienso que tenía que haberla abrazado más fuerte y así quizá se hubiera quedado más tiempo con nosotros.

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La luna correteaba entre las nubes. La lluvia jugaba al lazo en el camino. Mi silueta se columpiaba entre arbustos y matorrales. Tu sombra perseguía el sol de verano. El jadeo inflaba mis sienes al correr por el barro, el viento agrietaba tus párpados, nuestras rodillas se amoldaban en la arena.

¿Qué buscaban en esos recuerdos nuestros ojos? ¡Al niño que dejamos construyendo castillos entre el pestañeo del mar y nuestros ropajes perdidos!


Lionel Henriquez B.

domingo, 4 de marzo de 2007

ALMA, AGUA

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Alejandra Pizarnik



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