Detrás de mi ventana veo pasar las últimas horas de este año, doce meses que se han ido desgranando poco a poco como las uvas del racimo. Decir adiós nunca me ha gustado, sin embargo hay despedidas que no duelen, que hasta reconfortan y que te quitan un peso de encima. Esta noche sacando el pañuelo como antaño digo adiós al 2015.
Como si el cielo compartiera mis penas,
las lágrimas de los ángeles caen en silencio.
Detrás de mi ventana, llorando su ausencia,
mi mirada plena de imágenes distantes.
Tengo el corazón encogido en las venas,
y la lluvia cae, sorda a mis confidencias.
Como si el cielo compartiera mis penas,
las lágrimas de los ángeles caen en silencio.
Feliz 2016 a todos.