Voz de mi hija.

Voz de mi hija.

domingo, 28 de agosto de 2011

DE NUEVO




De nuevo vuelta a la normalidad y cómo cuesta dejar el relax y el ocio, el despertar mañanero sin más obligación que el asueto y la tranquilidad. Es curioso como el tiempo vuela cuando te alejas de los problemas cotidianos, el contacto con la naturaleza y sus encantos te deja como nuevo. Pero lo importante es volver y volver al menos con la mente limpia y el cuerpo más relajado.





La vida es un continuo retorno de nuestros pasos, como si quisiéramos vivir de nuevo nuestra historia. Sin embargo ésta se va escribiendo poco a poco en cada suspiro, y nada ni nadie puede volver a redactarla. Podemos emborronar alguna parte, cerrar la puerta de nuestros sentimientos, pero siempre aparecerán en el fondo de nuestro inconsciente. Dicen que podemos recorrer varias veces el mismo camino, realizar el mismo viaje, pero aunque así fuera siempre sería distinto, nunca sería lo mismo. Todo puede encontrarse igual: el paisaje, la gente, nuestra predisposición ... pero nosotros no somos los mismos. Somos como nuestra historia, elementos en constante evolución, vasijas que se van llenando y rellenando ... Nos equivocamos cuando buscamos repetir las sensaciones que acompañaron nuestros pasos. No es posible recrear tiempos pasados, no es posible hacer copias exactas de dos instantes que se conjugan en diferente tiempo, momento o situación, no es posible detener el agua con nuestras manos, no es posible vivir eternamente en primavera, ni es posible llorar con las mismas lágrimas...
Por eso hoy y no mañana, prefiero que compartas conmigo unos minutos, ahora que estamos vivos.
Que estreches suavemente mi mano y no apoyes tu cuerpo sobre mí cuando ya no sienta tu roce.
Prefiero que hagas una sola llamada y no un inesperado viaje, que me regales una sola flor y no un hermoso ramo cuando ya no pueda oler su aroma.


 


 
Prefiero que me digas unas palabras de aliento y no un largo discurso cuando ya no te pueda escuchar.
Prefiero disfrutar de los más mínimos detalles, un acorde de guitarra, una canción o un pequeño chascarrillo, ahora que me siento viva.
Prefiero escuchar lo que siente tu corazón y no un lamento porque no lo dijiste a tiempo.

Es tan bonito que aprovechemos a nuestros seres queridos ahora que están con nosotros ... valorar a las personas que tenemos a nuestro alrededor, amarlas, respetarlas, acordándonos de ellas ahora que están vivas, porque aunque la vida es un contínuo retorno, como antes dije, algún día este retorno tendrá su final.
Feliz vuelta a casa amigos.


lunes, 15 de agosto de 2011

OCÉANO


Cambio de mar, esta vez es mucho más grande, el Océano Atlántico. No importa el nombre ni el lugar, el mar sigue siendo cómplice de tranquilidad, el alma se serena y el cuerpo se deja abrazar suavemente por la brisa.



El mar es el espejo de nuestros sentimientos. Los más melancólicos nos los devuelve con una imagen menos triste, llena de esperanza, y además nos ofrece el mejor espectáculo de vida detrás de un horizonte infinito e inalcanzable, amenizado con la música de las olas y la magia del color.



Será porque sin agua, no hay vida. O porque el cuerpo humano está compuesto por entre un 65 y un 70 por ciento de agua. Lo cierto es que la inmensidad del océano siempre ha resultado una fuente de inspiración a la hora de escribir.

El mar ha inspirado libros enteros. Uno de los ejemplos más conocidos es “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway. Sin dudas, el norteamericano fue un escritor que siempre vivió atraído por la costa.

En el mundo de la poesía, yo citaría “Marinero en tierra”, del español Rafael Alberti. Sus poemas se encuentran, en su totalidad, dedicados al mar y a los marineros.



El mar. ¡Sólo la mar!


¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?



¿Por qué me desenterraste
del mar?

En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.

Padre, ¿por qué me trajiste
acá?




Ahora sí, hasta la vuelta.

lunes, 8 de agosto de 2011

AMANECER DE VERANO




Llevo despierta un buen rato, el calor, ¡ este maldito calor ! , tengo la camiseta húmeda, pegada a la espalda, miro el reloj, las 5,50, madre mía qué pronto, está aún oscuro, ya va alargando la noche.
Decido levantarme y salgo a la terraza, parece que corre un poco de brisa, a lo lejos, una tenue raya de luz divide el horizonte, separando el cielo del mar. Me pongo a hacer un rato de yoga, sentada en el suelo, empiezo a recitar los mantras, mi perro, un precioso Lhasa Apso de suave pelo color champagne, me da un lametazo en la espalda que me desconcentra, ¡ vaya susto!, vuelvo a recitar los mantras, pienso en el calor que debe estar pasando el pobre con su abrigo de lana , me río, nada, no me concentro.

Poco a poco el horizonte se tiñe de rojo que en unos minutos se irá anaranjando. Como un espejo, el mar, refleja los colores en la cresta de las olas, las nubes, antes invisibles, ahora moldean su volumen con los tonos del arcoíris. Como un punto dorado de luz va apareciendo el sol, lentamente, majestuoso, dueño y señor del firmamento y poco a poco su luz lo va inundando todo, lo transforma todo, lo que antes no era, ahora es, la oscuridad huye, la vida está aquí de nuevo.
Un nuevo amanecer de verano en el Mediterráneo y después de todo un mes donde solo a estas horas puedes liberarte un poco de la muchedumbre, del gentío, del bullicio de los descapotables y las motos, después de la lucha mañanera para encontrar un trocito de arena en la playa,¿ quién vuelve a la rutina de la gran ciudad dejando lo que tanto me gusta, el mar?. Pero no, estoy equivocada, este mar no es el que me gusta, este no es el mar que me trae los mejores recuerdos de mi infancia. Este es el mar abotargado de agosto y sus aguas templadas me recuerdan a una bañera y la espuma de sus olas convertida en pompas de jabón.
Bendito mar el de entonces, el Cantábrico, lleno de conchas y caracolas, de castillos de arena fina y de preciosas cabriolas donde tantas veces me he mojado los pies.


Recuerdo aquellos versos de Tagore:

Vengo a ti para que me acaricies
antes de comenzar el día.

Que tus ojos se posen un momento
sobre mis ojos.

Que acuda a mi trabajo sabiendo
que me acompañas, amigo mío.

¡ Pon música en mí mientras atravieso
el desierto de ruido !

Que el destello de tu amor bese las
cumbres de mis pensamientos y se
detenga en el valle de mi vida,
donde madura la cosecha.

¿ No has oído sus pasos callados ?

Él viene, viene.........siempre viene.