Estamos en primavera, me encanta pasear por los bulevares y ver las plazas y las fuentes cuajadas de ellas, admirar los trabajos que hacen esos magníficos diseñadores de la naturaleza que son los jardineros. Contemplar las maravillas del arte floral y las filigranas que pueden hacerse con la diversidad de especies que la estación nos ofrece.
La Puerta de Alcalá, para mí uno de los mejores legados que hizo Carlos III a Madrid, luce vestida de Pensamientos azules y amarillos como un gran tapiz. Después llegarán los delicados Tulipanes, que se alzarán gallardos dando el toque de elegancia que merecen la diosa Cibeles y el dios Neptuno. Sin olvidar los Lirios del Real Jardín Botánico, una flor heráldica morada que significa "buenas noticias"y que suelen ser los pioneros del mes de abril y el Árbol del Amor, con flores en forma de mariposa que nacen de las ramas e incluso directamente del tronco cubriéndolo casi por completo y tiñendo de rosa chillón todo el Jardín.
Desde entonces se celebra en mayo el concurso internacional de Rosas nuevas. Recuerdo los paseos con mi hija mayor siendo muy pequeña, la nostalgia de aquel tiempo y los rosales trepadores de la casa donde crecí, me provocan la sensación de bienestar que a veces necesito.
Madrid, como todas las ciudades, se convierte en un espectáculo de luz y color ofrecido por el reino vegetal.
Sí, hoy he hablado con las flores.
Se dice que a las plantas hay que hablarlas para que mantengan su frescura y aroma y que ellas a su manera nos responden con un lenguaje rico en significados. Las flores simbolizan la expresión anímica de la naturaleza humana y nos conducen a la sensibilzación del alma. Una flor es un símbolo para compartir, que nos bendice con sus beneficios para la salud emocional. Las flores nos hablan, nos cuentan relatos de vidas que hay que saber escuchar e interpretar.
El lenguaje de las flores hunde sus orígenes en Oriente y se ha transmtido de generación en generación, pasando por las culturas del Antiguo Egipto, Edad Media, Renacimiento...
Poseen un significado propio y expresan sentimientos diferentes; el mensaje cambia en función de si la flor está abierta o en botón, en combinación con otras, su color, su perfume, etc. Los poetas de todo origen y condición han coincidido en afirmar a lo largo de los siglos, que aquel que pierde la sensibilidad de asombrarse ante la belleza de una flor, deja morir un poco su alma. Un espíritu joven y ya no tan joven no deja de sosprenderse ante la belleza de una flor, que unas veces nos hablará de amistad, de amor, otras de la muerte, el desamor, la soledad ... pero siempre de historias de grandes sentimientos. Rojo, azul, amarillo, naranja, morado. Los pacientes monumentos del reino de los colores murmuran secretos entre ellas. Las abejas pasan habladurías entre una y otra, se vistieron hoy para el baile, el vals de la primavera, con floreados vestidos para darle envidia a la orquídea. Cuando acaba el espectáculo recolectan los colores, roban algunos rayos amarillos de luz, un pincelazo de un atardecer rojo, una pizca de mar azul, y un poco de negro nocturno para empezar su descanso. Después del largo baile los colibrís siguen rondando, buscando pareja para disfrutar de la danza.
Hermoso el vals de las Flores danzando entre velos de aroma. Hay en los almendros un blanco aleluya, los tomillos y los chopos huelen a verdes de luna.
En mi poético pensar, dormiría en las hojas, jugaría por las arenas de los ríos, tocaría con mis manos los colores del aire y con alas invisibles, violetas y narcisos a las nubes subiría.
La canción tiene una letra que siempre me ha dolido: -"Por favor, no piséis las flores, por favor, no las piséis más". Cómo puede haber pies que destrocen tanta belleza...
El Tulipán me confesó que quisiera alargar su vida, la Rosa no tener espinas, el Clavel pidió una suave caricia y el Azahar un amor infinito. Todo está concentrado en ese silencio verde donde mis amigas las flores tienen su sinfonía.
Buenos días- dijo el Nenúfar- acércate a mí -dijo la Rosa- tengo sabor a miel - sugirió el naranjo- y bailemos todos juntos nuestro vals, antes de que la primavera muera.
He hablado con flores