Notas alegres que acompañan el baile de unas juguetonas olas, marcando perfectamente el compás rítmico del mar.Noches tristes cuando miramos tras el cristal de la gran ciudad y no vemos el reflejo del agua, entonces sentimos la necesidad de salir huyendo para respirar un poco de brisa salada, oír su murmullo y oler el aroma inconfundible del mar, del inmenso y majestuoso mar.
“El mar” es posiblemente la pieza orquestal más importante de Claude Debussy, a la vez que la más representativa del impresionismo musical. En el primer movimiento, “Del alba al mediodía en el mar", pretende describir las mutaciones que se van experimentando a lo largo del día, como si el autor estuviera sumergido dentro de él. En el segundo movimiento, “Juego de las olas”, las aguas despiertan poco a poco, con un murmullo creciente que acabará en un potente rugido. Concluyendo la obra con el “Diálogo entre el viento y el mar”, en donde el océano se torna amenazador y nos declara que es eterno frente a nuestra existencia que, para él, solo representa un instante.
El Holandés Errante o el Holandés Volador (The Flying Dutchman) es un barco fantasma que no puede volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes. Wagner la concibió tras un accidentado viaje por el Báltico rumbo a Inglaterra y está basada en la leyenda de un capitán que, por una apuesta, había salido de puerto el día de Viernes Santo mal que le pesara a Dios.
Su actitud blasfema es castigada con su muerte y la de toda la tripulación, así como con la desaparición del buque, que reaparece en el cabo de Buena Esperanza, avistándose, siempre que hay tormenta, con su capitán al timón intentando sin éxito gobernar la nave, hasta el día del Juicio Final. Desde que se inicia la representación, la mayor parte de la acción transcurre sobre las aguas del mar, siempre presente a través de las canciones de los marineros, los bailes que evocan el bamboleo en la cubierta, y en el lenguaje de los intérpretes; hasta que en el último acto el barco fantasma es tragado por un enorme remolino, y el espíritu del holandés errante surge de los restos del naufragio, elevándose a lo alto del escenario.
Otras piezas acuáticas aunque no marinas son la Música Acuática de Haendel y la de Telemann. Haendel compuso su “Música Acuática” para acompañar por el Támesis a Jorge I, sus invitados iban en barcazas descubiertas en las que subieron por el Támesis hasta Chelsea. El monarca iba en su barcaza, acompañado de cincuenta músicos que repitieron la pieza hasta tres veces. Telemann compuso su Wassermusick por encargo de las autoridades de Hamburgo con el fin de celebrar el centenario del Almirantazgo de la ciudad. Telemann pretende describir el agua a través de escenas y personajes mitológicos asociados con dicho elemento.
Islas Hébridas
El mar fue siempre fuente de inspiración para Mendelssohn. “Las Hébridas. La Obertura de las Hébridas es una de las grandes obras maestras de Mendelssohn, una obra muy madura y genial teniendo en cuenta la temprana edad de su autor (23 años). Incluso Wagner, que era un reconocidísimo anti mendelssoniano, no puedo dejar de alabar la genialidad de la obra.
Música y mar... algo tienen en común y si no, escuchad cómo las olas crepitan igual que castañuelas, danzan elevando su cresta y cantan al ritmo de un vaivén acompasado.
Feliz verano