Voz de mi hija. Los sonidos del silencio

Voz de mi hija. Los sonidos del silencio.

jueves, 30 de junio de 2016

Música y mar





Notas alegres que acompañan el baile de unas juguetonas olas, marcando  perfectamente el compás rítmico del mar.Noches tristes cuando miramos tras el cristal de la gran ciudad y no vemos el reflejo del agua, entonces sentimos la necesidad de salir huyendo para respirar un poco de brisa salada, oír su murmullo y oler el aroma inconfundible del mar, del inmenso y majestuoso mar. 

El mar” es posiblemente la pieza orquestal más importante de Claude Debussy, a la vez que la más representativa del impresionismo musical. En el primer movimiento, “Del alba al mediodía en el mar", pretende describir las mutaciones que se van experimentando a lo largo del día, como si el autor estuviera sumergido dentro de él. En el segundo movimiento, “Juego de las olas”, las aguas despiertan poco a poco, con un murmullo creciente que acabará en un potente rugido. Concluyendo la obra con el “Diálogo entre el viento y el mar”, en donde el océano se torna amenazador y nos declara que es eterno frente a nuestra existencia que, para él, solo representa un instante.






El Holandés Errante o el Holandés Volador (The Flying Dutchman) es un barco fantasma que no puede volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes. Wagner la concibió tras un accidentado viaje por el Báltico rumbo a Inglaterra
 y está basada en la leyenda de un capitán que, por una apuesta, había salido de puerto el día de Viernes Santo mal que le pesara a Dios.
Su actitud blasfema es castigada con su muerte y la de toda la tripulación, así como con la desaparición del buque, que reaparece en el cabo de Buena Esperanza, avistándose, siempre que hay tormenta, con su capitán al timón intentando sin éxito gobernar la nave, hasta el día del Juicio Final. Desde que se inicia la representación, la mayor parte de la acción transcurre sobre las aguas del mar, siempre presente a través de las canciones de los marineros, los bailes que evocan el bamboleo en la cubierta, y en el lenguaje de los intérpretes; hasta que en el último acto el barco fantasma es tragado por un enorme remolino, y el espíritu del holandés errante surge de los restos del naufragio, elevándose a lo alto del escenario.

Otras piezas acuáticas aunque no marinas son la
Música Acuática de Haendel y la de Telemann. Haendel compuso su “Música Acuática” para acompañar por el Támesis a Jorge I, sus invitados iban en barcazas descubiertas en las que subieron por el Támesis hasta Chelsea. El monarca iba en su barcaza, acompañado de cincuenta músicos que repitieron la pieza hasta tres veces. Telemann compuso su Wassermusick por encargo de las autoridades de Hamburgo con el fin de celebrar el centenario del Almirantazgo de la ciudad. Telemann pretende describir el agua a través de escenas y personajes mitológicos asociados con dicho elemento.



 


Islas Hébridas

El mar fue siempre fuente de inspiración para Mendelssohn. “Las Hébridas. La Obertura de las Hébridas es una de las grandes obras maestras de Mendelssohn, una obra muy madura y genial teniendo en cuenta la temprana edad de su autor (23 años). Incluso Wagner, que era un reconocidísimo anti mendelssoniano, no puedo dejar de alabar la genialidad de la obra.




Música y mar... algo tienen en común y si no, escuchad cómo las olas crepitan igual que castañuelas, danzan elevando su cresta y cantan al ritmo de un vaivén acompasado.




Feliz verano



 




 

 

martes, 21 de junio de 2016

¿La Vejez existe?




Espera amigo, ¿te sientes viejo?, puede que estés cansado porque los años no pasan en balde, pero has vivido lo suficiente para tener experiencia y todavía puedes valorar los pequeños placeres que la vida presenta, ahora con más calma y mayor libertad. Has logrado salvar obstáculos difíciles, en una carrera donde hay que dosificar las fuerzas y ya ves... estás satisfecho del triunfo, porque seguro que más de un trofeo has ganado.
Las personas como el buen vino mejoramos con los años. ¿Echas de menos la elasticidad?... ya no te hace falta dar volteretas y en cambio sigues teniendo un espíritu joven, hay corazones viejos con veinte años.

Es verdad que se tiene una imagen del viejo negativa en las sociedades occidentales, existe un mito de la "eterna juventud” que creemos que puede ocultar el paso del tiempo. Hoy en día  esta muy de moda la cirugía y los tratamientos de belleza en su uso extremo, son algunas de las formas de tapar el paso del tiempo y cada uno es libre de maquillar su edad de la forma que quiera y pueda, pero los años pasan y creo que lo más importante es  saber llevarlos con dignidad y no perder jamás la capacidad de ilusionarse y las ganas de aprender.

Envejecemos si dejamos de luchar.


miércoles, 8 de junio de 2016

Jinetes en el cielo



Qué bonitos son los caballos... tienen un porte elegante, son veloces y sobre todo muy dóciles." El caballo, con una belleza única, una fuerza inconmensurable y una gracia sin igual, sigue siendo lo suficientemente humilde como para llevar a un hombre a sus espaldas". Una frase que define  perfectamente lo adaptable que es este animal. 

Mi padre solía decir que el caballo embellece cualquier paisaje, sentía verdadera pasión por ellos y gran parte de su vida disfrutó de su compañía. Practicaba la hípica y obtuvo muchos trofeos, que además de sus pinturas, son el legado más valioso que nos ha dejado.

Cuando era niña me imponía verlos de cerca, me encantaba subir a ese gigante de crines azabache. Se llamaba Mambla y era de color canela, conocido también como Alazán.



Cuando era posible me escapaba al picadero donde entrenaba mi padre,  los pasos al ritmo de trote me causaban la sensación de estar viendo un baile equino de lo más acompasado y lo mejor era acariciar su cabeza, aunque me daba miedo tenerle cerca al final el noble animal conseguía unas palmaditas como premio.
Recuerdo el Concurso Hípico que la primera semana de julio tenía lugar en Burgos, cuántas veces he visto saltar a mi padre con los ojillos de admiración de una niña de siete años y con la mirada de orgullo de una adolescente años después.
Mambla vivió veinte años. No quise nunca saber como fue su final, lo más importante son las cuarenta copas y los muchos trofeos que nos dejó y que guardo con todo mi cariño.

Astorga. 1959


" El mejor jinete es el que después de caer a tierra vuelve a montar "