Voz de mi hija.

Voz de mi hija.

miércoles, 7 de octubre de 2015

DEPENDE DE NOSOTROS

 

Decía Marcel Proust que la vida es hermosa si haces el esfuerzo por hallar hermosura en ella y que más vale soñar la vida que vivirla, aunque vivirla también sea soñarla.


Rodeada de personas longevas, pero sabias, muy sabias, se aprenden lecciones magistrales. En su mirada se reflejan verdades como puños, sus manos entrelazadas tiemblan de agradecimiento, a pesar de que por sus venas corren sentimientos atrofiados porque a muchos, el estado de ánimo no les dejó apreciar lo que la vida muestra con toda su grandeza.
Ahora en una silla de ruedas, los que todavía son capaces de pensar, te dicen que los principios asustan, que siempre acobardan, que los finales son tristes y que lo único que realmente importa es haber llegado a recorrer un trayecto, que de nosotros depende si ha sido pedregoso o ha estado sembrado de flores.

Dejamos hilvanadas muchas cosas por falta de tiempo, la juventud es como un suspiro del alma y cuando nos damos cuenta los años nos llevan ventaja. Con el tiempo me he dado cuenta de que hace falta soñar cuando la realidad pesa, hace falta reír cuando la soledad abruma, llorar cuando la tristeza ahoga, hace falta sentir el calor de las emociones, aplaudir cuando saboreamos el triunfo, asumir el valor de la paciencia y sobre todo... hace falta valor para seguir en la brecha.

- Hola, quién eres, cómo te llamas, me ayudas?, me he perdido y no sé llegar al ascensor... mira, es un perrito que me han traído mis hijos, pero no los veo, no sé dónde están. Si los encuentras les dices que estoy esperándoles, aquí, en la entrada...
- Claro que sí, ellos volverán pronto, te lo prometo.

No, no os pongáis tristes, es así y a veces no hay otra solución que buscar una ayuda durante las veinticuatro horas del día. No es abandono, me niego a utilizar una palabra que odio, es necesidad y solo Dios sabe como se parte el corazón cuando llega el momento.
La vida te lleva a un laberinto en el que necesitas que alguien te oriente y vigile tus pasos cuando no puedes salir de él. Dichoso aquel que no necesita esa ayuda.




Todo esto me lleva a pensar que a veces una vieja estación deja de serlo y se convierte en un precioso lugar. A veces una sencilla comida servida sin mantel, es un sofisticado manjar lleno de glamour. A veces un parque es una ola azul donde sumergirnos entre risas. Todo puede dar un giro y ser diferente porque depende de nosotros.
Somos nosotros los que dotamos de magia los momentos y les dotamos de vida. Somos nosotros los que nos entregamos en una sonrisa, en una mirada, en un silencio, en un abrazo, los que nos dejamos sorprender y sorprendemos, los que nos dejamos descubrir y descubrimos, somos nosotros mismos los que encerramos toda la sabiduría del mundo y toda su ingenuidad.

Vivir sin miedo no es tan difícil, porque el miedo va a sentirse derrotado por muchos guerreros valientes, capaces de ganarle cuando él ya sueña con la victoria. Pasear por la vida con los ojos abiertos, con la sonrisa abierta, con la piel abierta, con el corazón y el alma bailando una balada donde la música no necesita de violines, para sonar sublime en nuestros oídos y donde ni siquiera se necesita seguir el ritmo para sentir que estás danzando con el alma entre los brazos.
A veces solo a veces, la realidad puede ser más bella que lo imaginado,  rompiendo el silencio sin necesidad de palabras, sonriendo y bailando sin moverte del sitio, sintiendo que sientes y abrazando cada momento que te hace feliz.

 Ellos me enseñaron que la vida puede estar llena de momentos perfectos, solo tienes que dejarlos fluir, solo eso.
 
 
 
Para esos maestros que tuve y para ti que sientes el latido de la vida, es esta entrada.