“Éramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y sola yo. Uno de los dos faltaba”.
El 20 de julio hará un año que escribí esta entrada, no imaginaba que poco tiempo después la vida me tenía reservado un buen bache. Hoy quiero volver a publicarla cuando un haz de luz se ha presentado y lo veo y siento todo con más claridad. El poema es mío, no sé si está bien redactado, no soy poeta, solo soy alguien que encuentra bienestar en unas letras.
La cresta de una ola
Por mantilla
Tengo los ojos pintados
De brisa y sol salinos
Los labios de sal mojados
Las pestañas de azul nacarado.
En mis manos
Se pegan conchas
En mis pies arena y barro
En el corazón blancas escarchas.
Puedo saborear tu soledad
Oír el ruido del oleaje
Ver tus lágrimas en la lluvia
La playa desnuda de verdad.