De nuevo primavera. ¿Cuántas han pasado ya, demasiadas?, cuando se habla de años se habla de primaveras, pero qué importa, lo mejor es seguir viviéndolas como si fuera la primera. Hay estaciones que gustan más que otras, ésta precisamente no es mi favorita, a pesar de que, como dicen los poetas, todo renace, hay colorido por todas las partes y las hormonas se disparan. Primavera es sinónimo de flores, de jardines cuidados, de campos alfombrados y de atardeceres más largos. También es sinónimo de alergias, de cambios bruscos de temperatura y de fuertes contrastes: lluvia y sol que luego dan paso a preciosos arcoiris.
Siempre que abril se acerca vuelvo a recordar el aroma de las lilas, mi flor preferida, desde niña era la primera que veía brotar en el jardín. Aquellos pequeños arbolillos se cuajaban de ellas y ahora en cambio no resulta fácil encontrarlas, no es una flor decorativa que se acostumbra a vender en las floristerías y si quiero buscarlas tiene que ser en algún quiosco callejero o en algún puesto ambulante.
He crecido entre plantas, setos y rosales. A lo largo de mi vida el cambio no ha sido nada favorable: asfalto, ruido, tráfico y gigantes de hormigón. Por eso cuando llega mayo me conformo con mirar las flores que rodean las fuentes, los jardines de los paseos y calzadas y esos arbolitos de color rosa que ahora han plantado cerca de donde vivo. Son almendros, no tengo ninguna duda.
Se dice que a las plantas hay que hablarlas para que mantengan su frescura y aroma. Y que ellas a su manera nos responden con un lenguaje rico en significados. No es ninguna falacia, las pocas macetas que tengo están preciosas; con mi violeta africana hablo bastante para que se cuaje de flores y ya lo creo que me escucha, tiene flor casi todo el año.
Las flores simbolizan la expresión anímica de la naturaleza humana y nos conducen a la sensibilización del alma. Una flor es un símbolo para compartir, que nos bendice con sus beneficios para la salud emocional. Las flores nos hablan, nos cuentan relatos de vidas que hay que saber escuchar e interpretar. El lenguaje de las flores hunde sus orígenes en Oriente y se ha transmitido de generación en generación pasando por las culturas del Antiguo Egipto, Edad Media, Renacimiento... Poseen un significado propio y expresan sentimientos diferentes. El mensaje cambia en función de si la flor está abierta, o en botón, en combinación con otras, su color..etc.
Los poetas de todo origen y condición han coincidido en afirmar a lo largo de los siglos que aquel que pierde la sensibilidad de asombrarse ante la belleza de una flor, deja morir un poco su alma. Un espíritu joven no deja de sosprenderse por causa de la belleza de una flor, que unas veces nos hablará de la amistad, de amor, otras de la muerte, el desamor, la soledad ... pero siempre de historias de grandes sentimientos.
Los lirios amarillos son sinónimo de CONSTANCIA y TENACIDAD.
Las rosas son las reinas en el lenguaje del AMOR.
LA ORQUÍDEA, la flor más bella del mundo.
El tulipán rojo en el lenguaje de las flores significa DECLARACIÓN DE AMOR.
Una flor preciosa: el hibisco de pétalos grandes y cuyo significado está asociado a la BELLEZA DELICADA. Son típicas de climas cálidos o tropicales. Sus flores son largas, y tienen una simpática forma de trompeta con cinco pétalos, de tonos blancos a rosas, rojos, morados o amarillos, de 4 a 15 cm de tamaño.
Hay una larga gama de aromas y colores para alegrar nuestra vista y levantar nuestro ánimo. La Naturaleza renueva su colorido todas las primaveras. Disfrutemos entonces de todo lo que la recién llegada estación nos ofrece.
Dime cual es tu flor favorita y veremos qué nos dice. Por cierto, las violetas son la flor de la CONFIANZA y las lilas de la HUMILDAD.