Siempre insisto en que la mente tiene un poder mucho más grande de lo que creemos. La mente es una de las herramientas más poderosas del ser humano. Mente es sinónimo de vida inteligente, de conciencia humana. Existe una correcta utilización de la capacidad mental que todos poseemos; por ello, la mente puede pasar a ser una gran aliada si sabemos utilizarla con eficiencia. Aunque solo utilizamos la décima parte de nuestro cerebro, se sabe que la mente abarca infinitos poderes, pero me voy a centrar en el tema que me concierne: en el poder de auto curación de enfermedades.
El catedrático de la Universidad de Málaga (UMA) Pedro Fernández-Llebrez del Rey, participó en los Cursos de Verano de la UMA en Ronda con una ponencia titulada "Las células siempre responden a nuestras percepciones".
El experto puso el acento en el poder autocurativo de la mente. El efecto placebo demuestra que las personas somos capaces de curar enfermedades físicas como un dolor de rodilla, por ejemplo, que parece no tener nada que ver con la mente y el espíritu, pero efectivamente así es.
Somos responsables de nuestro propio bienestar en una medida mucho mayor de la que creemos.
El ejemplo clásico es el del estudiante que tiene exámenes y le sale una llaga en la boca, cualquier estado de estrés produce una represión inmunológica que conlleva una acentuación de enfermedades, la gente optimista tiene opciones de vivir una vida más larga y sana que las personas con tendencia a la tristeza. Éstas, según este experto, tenderán a enfermar más: "Uno se puede morir de pena o puede vivir de alegría, estar de buen humor beneficia la curación de enfermedades".
El catedrático de la Universidad de Málaga (UMA) Pedro Fernández-Llebrez del Rey, participó en los Cursos de Verano de la UMA en Ronda con una ponencia titulada "Las células siempre responden a nuestras percepciones".
El experto puso el acento en el poder autocurativo de la mente. El efecto placebo demuestra que las personas somos capaces de curar enfermedades físicas como un dolor de rodilla, por ejemplo, que parece no tener nada que ver con la mente y el espíritu, pero efectivamente así es.
Somos responsables de nuestro propio bienestar en una medida mucho mayor de la que creemos.
El ejemplo clásico es el del estudiante que tiene exámenes y le sale una llaga en la boca, cualquier estado de estrés produce una represión inmunológica que conlleva una acentuación de enfermedades, la gente optimista tiene opciones de vivir una vida más larga y sana que las personas con tendencia a la tristeza. Éstas, según este experto, tenderán a enfermar más: "Uno se puede morir de pena o puede vivir de alegría, estar de buen humor beneficia la curación de enfermedades".
¿Qué es el efecto placebo?
Pongamos un caso ficticio, el del paciente X. Varias veces al día, durante varios días, se le provoca dolor, que se controla con dosis de morfina hasta el último día del experimento. Esas 24 horas, sin que el señor X lo sepa, la morfina se sustituye por una solución salina absolutamente inocua. Parece increíble, pero dicha solución tiene el mismo efecto que la morfina y el dolor desaparece.
Está comprobado que existe una fuerza mental que con ella somos capaces de conseguir prácticamente todo lo que nos propongamos. Cuando enfermamos, es ella quien tiene la llave para curarnos, o al menos, una parte importante de responsabilidad sí que recae en la mente. Pero, a todo esto, ¿qué es el efecto placebo?, ¿qué tiene que ver éste con la mente?
Pues tiene mucho que ver. En pocas palabras, podemos definir el efecto placebo como un fenómeno por medio del cual un paciente que se toma un medicamento “sin” medicina, mejora en su enfermedad o incluso llega a curarse.
Es la mente la que juega un papel determinante a la hora de salir de cualquier enfermedad. De hecho, hay expertos que dicen que cuando una sustancia placebo hace que “mejore” un paciente, lo que está pasando es que esta sustancia activa estimula una parte del cerebro, que daría como resultado la mejora sintomática del proceso que tiene el enfermo en cuestión. Pero ojo, también puede ser que el supuesto enfermo no esté realmente enfermo, y por eso se “cure” con el placebo. Esta idea es importante.
Los placebos se usan regularmente en los ensayos clínicos de nuevas drogas. En éstos, se le da un medicamento de “verdad” a un grupo, y a otro se le da el citado placebo. Después se comparan los resultados para ver si hay diferencias significativas entre la respuesta de ambos grupos a los distintos tratamientos.
El placebo es biológicamente inactivo, pero lo realmente curioso es que pese a ser una sustancia ineficaz e inocua, puede producir tanto efectos fisiológicos como psicológicos. Hay personas hipocondríacas a las que el placebo seguramente les vendría muy bien.
Está comprobado que existe una fuerza mental que con ella somos capaces de conseguir prácticamente todo lo que nos propongamos. Cuando enfermamos, es ella quien tiene la llave para curarnos, o al menos, una parte importante de responsabilidad sí que recae en la mente. Pero, a todo esto, ¿qué es el efecto placebo?, ¿qué tiene que ver éste con la mente?
Pues tiene mucho que ver. En pocas palabras, podemos definir el efecto placebo como un fenómeno por medio del cual un paciente que se toma un medicamento “sin” medicina, mejora en su enfermedad o incluso llega a curarse.
Es la mente la que juega un papel determinante a la hora de salir de cualquier enfermedad. De hecho, hay expertos que dicen que cuando una sustancia placebo hace que “mejore” un paciente, lo que está pasando es que esta sustancia activa estimula una parte del cerebro, que daría como resultado la mejora sintomática del proceso que tiene el enfermo en cuestión. Pero ojo, también puede ser que el supuesto enfermo no esté realmente enfermo, y por eso se “cure” con el placebo. Esta idea es importante.
Los placebos se usan regularmente en los ensayos clínicos de nuevas drogas. En éstos, se le da un medicamento de “verdad” a un grupo, y a otro se le da el citado placebo. Después se comparan los resultados para ver si hay diferencias significativas entre la respuesta de ambos grupos a los distintos tratamientos.
El placebo es biológicamente inactivo, pero lo realmente curioso es que pese a ser una sustancia ineficaz e inocua, puede producir tanto efectos fisiológicos como psicológicos. Hay personas hipocondríacas a las que el placebo seguramente les vendría muy bien.
El placebo es una sustancia que carece de actividad farmacológica, pero cuando quienes la reciben creen que se trata de un medicamento puede producir efectos similares a este último. El mecanismo por el que ejerce su efecto es todavía muy poco conocido.
La palabra placebo, derivada del verbo latino placere, que significa complacer, se usaba en la Edad Media para designar los lamentos que proferían las plañideras profesionales en ocasión del funeral de alguna persona. En el siglo XVIII, el término fue definido en un diccionario médico como medicamento común y, en una edición posterior, como algo que simula ser un medicamento. En la actualidad, los propios especialistas reconocen la dificultad que representa definir qué es un placebo.
La Real Academia Española lo considera una sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que esa sustancia posee realmente tal acción.
Aunque los placebos suelen ser sustancias suministradas como medicamentos, también se usa el término para referirse a intervenciones quirúrgicas, brazaletes metálicos, palabras, gestos o el contacto físico recibido por los pacientes .
La palabra placebo, derivada del verbo latino placere, que significa complacer, se usaba en la Edad Media para designar los lamentos que proferían las plañideras profesionales en ocasión del funeral de alguna persona. En el siglo XVIII, el término fue definido en un diccionario médico como medicamento común y, en una edición posterior, como algo que simula ser un medicamento. En la actualidad, los propios especialistas reconocen la dificultad que representa definir qué es un placebo.
La Real Academia Española lo considera una sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto curativo en el enfermo, si este la recibe convencido de que esa sustancia posee realmente tal acción.
Aunque los placebos suelen ser sustancias suministradas como medicamentos, también se usa el término para referirse a intervenciones quirúrgicas, brazaletes metálicos, palabras, gestos o el contacto físico recibido por los pacientes .
Píldoras de azúcar, inyecciones de nada... los estudios demuestran que, más a menudo de lo que esperamos, los placebos realmente funcionan.
De todas las maneras, lo importante siempre es sentirse bien.