Voz de mi hija

martes, 4 de noviembre de 2025

Noviembre de nuevo.

Noviembre, un mes con fama de triste que comienza recordando a los que ya no están con nosotros. Mes que huele a crisantemos, a gotas de niebla y los cipreses se alzan al cielo, mientras a lo lejos se oyen los pasos de un olvidado don Juan Tenorio.
Lloran los cipreses, sus copas bailan con el viento la canción más triste del otoño, lo hacen silenciosamente meciendo las esbeltas ramas y juntando las hojas como en un minueto, solo un leve sonido sepulcral vigila el sueño de los muertos. 

Decía Ramón Gómez De La Serna que "un cementerio es una gran botica fracasada", una frase que puede parecer polémica pero que no le falta razón.

Cuando llega está fecha no suelo faltar, es para mí una obligación más que una devoción.
Caminar entre cipreses al compás de un viento helado y con un movimiento encadenado, es desfilar teniendo ante mí escenas del pasado.

 Unas tristes palabras se congelan y siempre una lágrima se escapa. Aferrada al recuerdo aprieto las manos, cierro los ojos y sepulto un leve suspiro. Detengo el tiempo cerrando todas las compuertas, y en esa breve paz encierro con fuerza todo el infinito. 
Pero este año no he podido. Tengo el corazón helado y dudo que mis pies hubieran caminado entre las losas como antes.
Son costumbres que llevo arraigadas en mi alma.

En noviembre el frío vuelve. Feliz mes.