Voz de mi hija.

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sábado, 31 de julio de 2021

Paseando por Un jardín sostenible.

Es verdad que las cosas se aprecian y valoran más cuando se pierden. Un jardín donde has crecido y con los años has tenido que dejar, te eleva a lo más alto de tus recuerdos. Rodearte de belleza natural es un lujo, ahora me doy cuenta, aquellos árboles frondosos se han convertido hoy en una mole de hormigón con miles de colmenas de cemento y piedra.

La belleza NATURAL de las flores salpicadas de perfume y adornadas con gotas de rocío. De los pájaros, que agitan sus alas entre las ramas de los olmos anunciando un nuevo día. De la tierra, los animales, las plantas, la luz y el calor de los rayos solares, que dibujan formas en las laderas de los valles y montañas. La belleza de los ríos, cuando sus aguas parecen espejos y su ruido la sinfonía mejor interpretada por el sonido del viento y el ritmo de los remolinos. La belleza del aire cuando huele a lluvia, a ozono, o al frescor que nos va dejando en la frente.
La de la luna, mientras la noche nace entre sombras y vapores de ceniza, la de las estrellas que parecen clavos de plata cubriendo el cielo. La belleza del mar, que onda tras onda va formando la espuma para besarte los pies en la playa.
La del arco iris, el azul del cielo, el amarillo de las arenas, el rojo del atardecer, el blanco de los almendros, el gris de las tormentas, el negro de la noche, los verdes primaverales y toda una gama de colores que derrama la naturaleza.
Los olores del cerezo en flor, 
del tomillo y la lavanda.

La belleza de las nubes... míralas, son como algodones, de diversas formas, redondas y blancas. Entre todas sostienen el mundo y son el destino del trueno y del rayo, de la lluvia lenta, de la nieve y el viento. Son todas iguales y a la vez distintas. Míralas, son como la espuma del mar cubriendo con encaje la arena.




Las primaveras burgalesas no suelen hacen alarde de buen tiempo, pero su clima ayuda a fomentar aún más el verde de los jardines y parques. Me encantaba el que tenía la casa donde viví mi infancia y adolescencia. Había infinidad de plantas; un redondo y cuidado seto de florecillas blancas rodeaba cuatro rosales. Aquellas rosas parecían de terciopelo cuando llegaba junio y conservaban su tímido aroma hasta bien entrado el verano. Los primeros en salir eran los lirios morados, esos que ahora veo a lo lejos cuando voy por la carretera, las frondosas peonías de un color rojo intenso y los alegres pensamientos, que dicen que son las flores del recuerdo, también conocidos por "no me olvides".
Después las caléndulas, dalias, petunias, gladiolos y sobre todo las lilas, mis preferidas, todo una paleta de colores que para mí era una sensación de bienestar que los años no han podido  borrar. Aquello se llamaba libertad, yo lo llamaba libertad. A veces, si cierro los ojos, siento el confortable calor de un sol tibio rodeado de  nubes deshilachadas, el mismo de aquellos días de abril. Entonces pienso que estoy rebobinando la película de mi vida.

Esta entrada está dedicada a Juan y a su 
blog https://www.unjardinsostenible.com/
Quiero deciros que se ha retirado del concurso, ya no hace falta vuestro voto. Mil gracias por apoyar a este bloguero amigo que tanto sabe de plantas y flores. Para todos nosotros es el ganador y por favor, no olvidéis dar un paseo por su hermoso jardín.