Voz de mi hija. "Without you. Sin ti"

Voz de mi hija.

jueves, 14 de mayo de 2020

Crying ( llorando)


Tarde gris, nubarrones que anuncian lluvia de mayo. Las gotas de lluvia son las lágrimas de las nubes y ellas también necesitan llorar de vez en cuando.
Sí, es necesario llorar, el llanto es algo natural, lo mismo que la risa. Lloramos para desahogarnos y al contrario de lo que mucha gente piensa, llorar no es de personas débiles, se puede llorar por infinidad de motivos, rabia, amor, tristeza, alegría... expresar lo que sientes y mostrar los sentimientos no es de débiles, si no de fuertes, débil es el que esconde sus sentimientos por miedo o por vergüenza. Hay veces que se llora porque la emoción es tan intensa que no la puedes controlar, eso es llorar de felicidad, cuántas veces lo he experimentado... las lágrimas de alegría, de emoción, nos aportan la calidez de un momento o época vividos tan sublimes, que todavía nos hacen vibrar a flor de piel. Las lágrimas bien lloradas son un don, saberlas derramar comportan ser un alma sensible, noble y vulnerable.
La situación que estamos viviendo lo pide, a unos más que a otros desde luego y como hoy es nuestro santo patrón, S. Isidro, he recordado aquel desván en el que entraba con mucho cuidado para fisgonear un poco. Estoy abriendo el arcón de madera oscurecido por el tiempo. Un antiguo cofre traído de Marruecos donde mi familia vivió tres años y donde vine a este mundo. El pobre sigue estando lleno de toda clase de ropas, cortinas y recortes de retales. Lo único que merece la pena es un pequeño mantón de Manila gris, bordado con unas preciosas aves exóticas que a mi madre le compraron cuando era una niña, mantón que me traje y que todavía hoy conservo, algo descolorido pero intacto a pesar de tener más de ochenta años.
Hoy sería la ocasión de lucirlo. pero solo me conformaré con colgarlo en mi espalda mientras suena un chotis en el piano.



La voz de Roy Orbison cantando Crying ( llorando) y un poema de Gloria Fuertes, cierran esta entrada.


«Yo puedo decir muchas cosas,
y algunas no.
 No puedo decir: Madrid es mi tierra,
tengo que decir mi cemento,
-y lo siento-.»
«¡Ojalá sea mentira ese rumor que corre sobre el rio
donde peces de plata mueren sin ser pescados!
 ¡Ojalá sea mentira esa bola
de anhídrido carbónico
que pende bajo el cielo de Madrid!
 ¡Ojalá sea verdad esa mentira del vidente
que anuncia una tormenta de amor

que acabará con la mala uva."


  • Insomnio (Dámaso Alonso)

    Un perro no se mueve del lugar donde falleció su dueño tras un bombardeo
    Un perro no se mueve del lugar donde falleció su dueño tras un bombardeo - archivo abc
    «Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
    A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
    y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
    Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
    Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
    por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
    Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
    ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
    las tristes azucenas letales de tus noches?».
  • La fingida, fragmento de la obra teatral (Tirso de Molina)

    El Palacio Real, en la proclamación de Felipe VI
    El Palacio Real, en la proclamación de Felipe VI - san bernardo
    «Madrid
    es mi patria, corte digna
    de España, madre benigna
    del mundo.
    Patria Madrid del amor,
    y así está fundada en fuego.
    Agua los cielos la han dado,
    si su fuerza hace llorar,
    se fuentes que pueden dar
    salud al más deshaciado.
    Dale olivos Minerva
    oro puro y generoso;
    ganado, el monte, sabroso;
    tomillos, el campo y hierba.
    Goza del llano y montaña
    que sus términos incluye;
    y en fe, que en todos influye
    valor, es centro de España».
  • Madrid, baluarte de nuestra guerra de Independencia (Antonio Machado)

    Milicianos en la ciudad de Madrid
    Milicianos en la ciudad de Madrid - archivo abc
    «¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,
    rompeolas de todas las Españas!
    La tierra se desgarra, el cielo truena,
    tú sonríes con plomo en las entrañas»
    Estos versos encabezaban un artículo que el poeta escribió en el diario Hora de España
  • Pausa de agosto (Mario Benedetti)

    La Gran Vía, desierta en agosto
    La Gran Vía, desierta en agosto - jose ramon ladra
    Madrid quedó vacía
    sólo estamos los otros
    y por eso
    se siente la presencia de las plazas
    los jardines y fuentes
    los parques y glorietas
    como siempre en verano
    Madrid se ha convertido
    en una calma unánime
    pero agradece nuestra permanencia
    a contrapelo de los más
    es un agosto de eclosión privada
    sin mercaderes ni paraguas
    sin comitivas ni mitines
    en ningún otro mes del larguísimo año
    existe enlace tan sutil
    entre la poderosa
    metrópoli
    y nosotros pecadores afortunadamente
    los árboles han vuelto a ser
    protagonistas del aire gratuito
    como antes
    cuando los ecologistas
    no eran todavía imprescindibles
    también los pájaros disfrutan
    ala batiente de una urbe
    que inesperadamente se transforma
    en vivible y volable
    los madrileños han huido
    a la montaña y a Marbella
    a Ciudadela y Benidorm
    a Formentor y Tenerife
    y nos entregan sin malicia
    a los otros que ahora
    por fin somos nosotros
    un Madrid sorprendente
    casi vacante despejado
    limpio de hollín y disponible
    en él andamos como dueños
    tercermundistas del arrobo
    en solidarias pulcras avenidas
    sudando con unción la gota gorda
    el verano no es tiempo de fragor
    sino de verde tregua
    empalagados del rencor insomne
    estamos como nunca
    dispuestos a la paz
    en el rato estival
    la historia se detiene
    y todos descubrimos una vida postiza
    pero cuando el asueto se termine
    volverán a sonar
    las bocinas los gritos las sirenas los mueras y los vivas
    bombas y zambombazos
    y las dulces metódicas campanas
    durante tres fecundas estaciones
    nadie se acordará
    de pájaros y árboles
  • El otoño de Madrid (Luis López Anglada)

    Otoño en el Parque del Retiro
    Otoño en el Parque del Retiro - Jordi Romeu
    «Madrid, si tanto tienes tanto vales
    y aunque falto de encinas, te respiro
    bebiéndole los vientos al Retiro
    y al oro del crepúsculo en Rosales.
    Con otoños románticos prevales
    para permanecer en el suspiro.
    ¿Dónde vamos, Madrid? A octubre miro
    y con sabor de soledad me sales.
    Mientras el corazón amarillea
    la tarde, que no el cuerpo, me pasea
    por las tranquilidades del palacio.
    Todo se finge rápido y urgente,
    pero yo te recorro lentamente
    que las cosas del alma van despacio.»
  • Madrid tiene moriscas las entrañas (José Bergamín)

    Muralla árabe de Madrid, quizá la construcción más antigua de la capital
    Muralla árabe de Madrid, quizá la construcción más antigua de la capital - ABC
    «Madrid, tienes moriscas las entrañas.
    Fuiste corte y no fuiste cortesano.
    Y si villa, no ha sido por villano
    que capitalizaste las Españas.
    Todo lo peregrinas y lo extrañas
    desde tu aldeanismo castellano:
    que Lope hizo gatuno y sobrehumano
    teatro de invisibles musarañas.
    A la luz que tus aires aposenta
    Cervantes le dio voz, Velázquez brío,
    Quevedo sombras, Calderón afrenta
    rodeando las llamas su vacío.
    Y Goya con sutil mano violenta
    máscara de garboso señorío.»
  • A Madrid, por la dicha de ser su patrono San Isidro Labrador (Calderón de la Barca)

    Fiesta de San Isidro en la Pradera y la Ermita del Santo
    Fiesta de San Isidro en la Pradera y la Ermita del Santo - jaime garcía
    «Madrid, aunque tu valor
    Reyes le están aumentando,
    nunca fue mayor que cuando
    tuviste tu labrador.
    Aunque de gloria se viste,
    Madrid, tu dichoso suelo,
    nunca más gloria tuviste
    que cuando, imitando al cielo,
    pisado de ángeles fuiste.
    No igualará aquel favor
    el que hoy ostenta tu honor,
    aunque opongas tu trofeo,
    aunque aumente tu deseo,
    Madrid, aunque tu valor.
    No tendrás glorias mayores,
    que cuando en las manos bellas
    de angélicos labradores,
    eran tus flores estrellas,
    los rayos del sol tus flores.
    En vano están laureando,
    en vano están coronando
    tu frente, en vano el honor
    que te ha dado un labrador,
    Reyes le están aumentando.
    Dirán que cuándo tuviste
    más gloria que en ti se encierra.
    Di que cuando ángeles viste
    labrar humildes tu tierra;
    di que cuando cielo fuiste;
    que cuando al cielo imitando
    el sol te estaba envidiando,
    pues su luz tu luz prefiere;
    y así sabrá quien dijere
    Nunca fue mayor que cuando.
    Mayores triunfos, mayores
    lauros tu poder advierte,
    pues con divinos favores
    respetas, como la muerte,
    mas que reyes, labradores.
    Hagan inmortal tu honor
    jaspes, mármoles y bronces;
    pues para gloria mayor
    hoy tienes tal rey, y entonces
    Tuviste tu labrador».
  • Madrid, corazón de España (Rafael Alberti)

    Milicianos republicanos, antes de partir hacia el frente
    Milicianos republicanos, antes de partir hacia el frente - archivo abc
    Madrid, corazón de España,
    late con pulsos de fiebre.
    Si ayer la sangre le hervía,
    hoy con más calor le hierve.
    Ya nunca podrá dormirse,
    porque si Madrid se duerme,
    querrá despertarse un día
    y el alba no vendrá a verle.
    No olvides, Madrid, la guerra;
    jamás olvides que enfrente
    los ojos del enemigo
    te echan miradas de muerte.
    Rondan por tu cielo halcones
    que precipitarse quieren
    sobre tus rojos tejados,
    tus calles, tu brava gente.
    Madrid: que nunca se diga,
    nunca se publique o piense
    que en el corazón de España
    la sangre se volvió nieve.
    Fuentes de valor y hombría
    las guardas tú donde siempre.
    Atroces ríos de asombro
    han de correr de esas fuentes.
    Que cada barrio, a su hora,
    si esa mal hora viniere
    -hora que no vendrá- sea
    más que la plaza más fuerte.
    Los hombres, como castillos;
    igual que almenas, sus frentes,
    grandes murallas sus brazos,
    puertas que nadie penetre.
    Quien al corazón de España
    quiera asomarse, que llegue,
    ¡Pronto! Madrid está lejos.
    Madrid sabe defenderse
    con uñas, con pies, con codos,
    con empujones, con dientes,
    panza arriba, arisco, recto,
    duro, al pie del agua verde
    del Tajo, en Navalperal,
    en Sigüenza, en donde suenen
    balas y balas que busquen
    helar su sangre caliente.
    Madrid, corazón de España,
    que es de tierra, dentro tiene,
    si se le escarbara, un gran hoyo,
    profundo, grande, imponente,
    como un barranco que aguarda...
    Sólo en él cabe la muerte.
  • Fiesta de toros en Madrid (Nicolás Fernández de Moratín)

    Madrid, castillo famoso
    que al rey moro alivia el miedo,
    arde en fiestas en su coso,
    por ser el natal dichoso
    de Alimenón de Toledo.
    Su bravo alcaide Aliatar,
    de la hermosa Zaida amante,
    las ordena celebrar,
    por si la puede ablandar
    el corazón de diamante.
    Pasó, vencida a sus ruegos,
    desde Aravaca a Madrid.
    Hubo pandorgas y fuegos
    con otros nocturnos juegos
    que dispuso el adalid.
    Y en adargas y colores,
    en las cifras y libreas,
    mostraron los amadores,
    y en pendones y preseas,
    la dicha de sus amores.
    Vinieron las moras bellas
    de toda la cercanía,
    y de lejos muchas de ellas,
    las más apuestas doncellas
    que España entonces tenía.
    Aja de Getafe vino
    y Zahara la de Alcorcón,
    en cuyo obsequio muy fino
    corrió de un vuelo el camino
    el moraicel de Alcabón.
    Jarifa de Almonacid,
    que de la Alcarria en que habita
    llevó a asombrar a Madrid,
    su amante Audalla, adalid
    del castillo de Zorita.
    De Adamuz y la famosa
    Meco, llegaron allí
    dos, cada cual más hermosa,
    y Fátima, la preciosa
    hija de Alí el Alcadí.
    El ancho circo se llena
    de multitud clamorosa
    que atiende a ver en su arena
    la sangrienta lid dudosa,
    y todo en torno resuena.
    La bella Zaida ocupó
    sus dorados miradores
    que el arte afiligranó,
    y con espejos y flores
    y damascos adornó.
    Añafiles y atabales,
    con militar armonía,
    hicieron salva y señales
    de mostrar su valentía
    los moros más principales.
    No en las vegas de Jarama
    pacieron la verde grama
    nunca animales tan fieros,
    junto al puente que se llama,
    por sus peces, de Viveros,
    como los que el vulgo vio
    ser lidiados aquel día,
    y en la fiesta que gozó,
    la popular alegría
    muchas heridas costó.
    Salió un toro del toril
    y a Tarfe tiró por tierra,
    y luego a Benalguacil,
    después con Hamete cierra,
    el temerón de Conil.
    Traía un ancho listón
    con uno y otro matiz
    hecho un lazo por airón,
    sobre la inhiesta cerviz
    clavado con un arpón.
    Todo galán pretendía
    ofrecerle vencedor
    a la dama que servía;
    por eso perdió Almanzor
    el potro que más quería.
    El alcaide, muy zambrero,
    de Guadalajara, huyó
    mal herido al golpe fiero,
    y desde un caballo overo
    el moro de Horche cayó.
    Todos miran a Aliatar,
    que aunque tres toros ha muerto,
    no se quiere aventurar,
    porque en lance tan incierto
    el caudillo no ha de entrar.
    Mas viendo se culparía,
    va a ponérsele delante;
    la fiera le acometía,
    y sin que el rejón la plante
    le mató una yegua pía.
    Otra monta acelerado;
    le embiste el toro de un vuelo,
    cogiéndole entablerado;
    rodó el bonete encarnado
    con las plumas por el suelo.
    Dio vuelta hiriendo y matando
    a los que a pie que encontrara,
    el circo desocupando,
    y emplazándose, se para,
    con la vista amenazando.
    Nadie se atreve a salir;
    la plebe grita indignada;
    las damas se quieren ir,
    porque la fiesta empezada
    no puede ya proseguir.
    Ninguno al riesgo se entrega
    y está en medio el toro fijo,
    cuando un portero que llega
    de la Puerta de la Vega
    hincó la rodilla y dijo:
    «Sobre un caballo alazano,
    cubierto de galas y oro,
    demanda licencia urbano
    para alancear a un toro
    un caballero cristiano».
    Mucho le pesa a Aliatar;
    pero Zaida dio respuesta
    diciendo que puede entrar,
    porque en tan solemne fiesta
    nada se debe negar.
    Suspenso el concurso entero
    entre dudas se embaraza,
    cuando en un potro ligero
    vieron entrar por la plaza
    un bizarro caballero.
    Sonrosado, albo color,
    belfo labio, juveniles
    alientos, inquieto ardor,
    en el florido verdor
    de sus lozanos abriles.
    Cuelga la rubia guedeja
    por donde el almete sube,
    cual mirarse tal vez deja
    del sol la ardiente madeja
    entre cenicienta nube.
    Gorguera de anchos follajes,
    de una cristiana primores,
    por los visos y celajes
    en el yelmo los plumajes,
    vergel de diversas flores.
    En la cuja gruesa lanza
    con recamado pendón,
    y una cifra a ver se alcanza
    que es de desesperación,
    o a lo sumo de venganza.
    En el arzón de la silla
    ancho escudo reverbera
    con blasones de Castilla,
    el mote dice a la orilla:
    Nunca mi espada venciera.
    Era el caballo galán,
    el bruto más generoso,
    de más gallardo ademán:
    cabos negros, y brioso,
    muy tostado, y alazán;
    larga cola recogida
    en las piernas descarnadas,
    cabeza pequeña, erguida,
    las narices dilatadas,
    vista feroz y encendida.
    Nunca en el ancho rodeo
    que da Betis con tal fruto
    pudo fingir el deseo
    más bella estampa de bruto
    ni más hermoso paseo.
    Dio la vuelta al rededor;
    los ojos que le veían
    lleva prendados de amor.
    «Alá te salve», decían,
    «déte el Profeta favor».
    Causaba lástima y grima
    su tierna edad floreciente;
    todos quieren que se exima
    del riesgo, y él solamente
    ni recela, ni se estima.
    Las doncellas, al pasar,
    hacen de ámbar y alcanfor
    pebeteros exhalar,
    vertiendo pomos de olor,
    de jazmines y azahar.
    Mas cuando en medio se para,
    y de más cerca le mira
    la cristiana esclava Aldara,
    con su señora se encara
    y así la dice, y suspira:
    «Señora, sueños no son;
    así los cielos, vencidos
    de mi ruego y aflicción,
    acerquen a mis oídos
    las campanas de León,
    «como ese doncel que ufano
    tanto asombro viene a dar
    a todo el pueblo africano,
    es Rodrigo de Vivar,
    el soberbio castellano».
    Sin descubrirle quién es,
    la Zaida desde una almena,
    le habló una noche cortés,
    por donde se abrió después
    el cubo de la Almudena.
    Y supo que, fugitivo
    de la corte de Fernando,
    el cristiano, apenas vivo,
    está a Jimena adorando
    y en su memoria cautivo.
    Tal vez a Madrid se acerca
    con frecuentes correrías
    y todo en torno la cerca;
    observa sus saetías
    arroyadas, y ancha alberca.
    Por eso le ha conocido,
    que en medio de aclamaciones,
    el caballo ha detenido
    delante de sus balcones,
    y la saluda rendido.
    La mora se puso en pie
    y sus doncellas detrás;
    el alcaide que lo ve,
    enfurecido además
    muestra cuán celoso esté.
    Suena un rumor placentero
    entre el vulgo de Madrid:
    «No habrá mejor caballero»,
    dicen, «en el mundo entero»,
    y algunos le llaman Cid.
    Crece la algazara, y él
    torciendo las riendas de oro,
    marcha al combate crüel;
    alza el galope, y al toro
    busca en sonoro tropel.
    El bruto se le ha encarado
    desde que le vio llegar,
    de tanta gala asombrado,
    y al rededor le ha observado
    sin moverse de un lugar.
    Cual flecha se disparó
    despedida de la cuerda,
    de tal suerte le embistió;
    detrás de la oreja izquierda
    la aguda lanza le hirió.
    Brama la fiera burlada;
    segunda vez acomete,
    de espuma y sudor bañada,.
    y segunda vez la mete
    sutil la punta acerada.
    Pero ya Rodrigo espera
    con heroico atrevimiento,
    el pueblo mudo y atento;
    se engalla el toro y altera,
    y finge acometimiento.
    La arena escarba ofendido,
    sobre la espalda la arroja
    con el hueso retorcido;
    el suelo huele y le moja
    en ardiente resoplido.
    La cola inquieto menea,
    la diestra oreja mosquea,
    vase retirando atrás,
    para que la fuerza sea
    mayor, y el ímpetu más.
    Él que en esta ocasión viera
    de Zaida el rostro alterado,
    claramente conociera
    cuánto la cuesta cuidado
    el que tanto riesgo espera.
    Mas, ¡ay que le embiste horrendo
    el animal espantoso!
    Jamás peñasco tremendo
    del Cáucaso cavernoso
    se desgaja, estrago haciendo,
    ni llama así fulminante
    cruza en negra obscuridad
    con relámpagos delante
    al estrépito tronante
    de sonora tempestad,
    como el bruto se abalanza
    en terrible ligereza;
    mas rota con gran pujanza
    la alta nuca, la fiereza
    y el último aliento lanza.
    La confusa vocería
    que en tal instante se oyó
    fue tanta que parecía
    que honda mina reventó,
    o el monte y valle se hundía.
    A caballo como estaba,
    Rodrigo el lazo alcanzó
    con qué el toro se adornaba;
    en su lanza le clavó
    y a los balcones llegaba.
    Y alzándose en los estribos,
    le alarga a Zaida, diciendo:
    «Sultana, aunque bien entiendo
    ser favores excesivos,
    mi corto don admitiendo,
    si no os dignáredes ser
    con él benigna, advertid
    que a mí me basta saber
    que no le debo ofrecer
    a otra persona en Madrid».
    Ella, el rostro placentero,
    dijo, y turbada: «Señor,
    yo le admito y le venero,
    por conservar el favor
    de tan gentil caballero».
    Y besando el rico don,
    para agradar al doncel,
    le prende con afición
    al lado del corazón,
    por brinquiño y por joyel.
    Pero Aliatar el caudillo
    de envidia ardiendo se ve,
    y trémulo y amarillo,
    sobre un tremacén rosillo
    lozaneándose fue.
    Y en ronca voz, «Castellano»,
    le dice, «con más decoros
    suelo yo dar de mi mano
    si no penachos de toros,
    las cabezas del cristiano.
    »Y si vinieras de guerra
    cual vienes de fiesta y gala,
    vieras que en toda la tierra,
    al valor que dentro encierra
    Madrid, ninguno se iguala».
    «Así», dijo el de Vivar,
    «respondo», y la lanza al ristre
    pone y espera a Aliatar;
    mas sin que nadie administre
    orden, tocaron a armar.
    Ya fiero bando con gritos
    su muerte o prisión pedía,
    cuando se oyó en los distritos
    del monte de Leganitos
    del Cid la trompetería.
    Entre la Monclova y Soto
    tercio escogido emboscó,
    que viendo cómo tardó,
    se acerca, oyó el alboroto,
    y al muro se abalanzó.
    Y si no vieran salir
    por la puerta a su señor
    y Zaida a le despedir,
    iban la fuerza a embestir,
    tal era ya su furor.
    El alcaide, recelando
    que en Madrid tenga partido,
    se templó disimulando,
    y por el parque florido
    salió con él razonando.
    Y es fama que a la bajada
    juró por la cruz el Cid
    de su vencedora espada,
    de no quitar la celada
    hasta que gane a Madrid.»
  • 16 comentarios:

    1. Yo soy llorona como lo era mi abuela.
      Lloro de tristeza, de emoción... En estos momentos en que estoy tan angustiada llorar me alivia.

      Un abrazo amiga.

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    2. Ahora es que es fácil llorar con la que está cayendo, qué situación de crisis tan tremenda

      Un abrazo y por la lágrimas que nos liberan un poco la presión.

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    3. Se nota que eres muy sensible. Un beso

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    4. Lo que, en verdad, me daría mucha pena, es no saber llorar.
      Besos.

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    5. Hay que saber siempre poner al mal tiempo buena cara. Este año no puedes lucir tu mantón, pero ya llegarán otros.
      Un abrazo

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    6. Bonita entrada antes de comenzar un nuevo fin de semana.
      Las lágrimas son necesarias para lavar el alma.

      Me gustó mucho llegar hasta aquí en un día festivo en Madrid aunque no en todos los sitios, en Alcalá sigue siendo laboral.
      Este artículo serviría para escribir un guión de película con ese cofre llegado desde Marruecos repleto de ropas, cortinas y retales; sin olvidarnos del querido y descolorido mantón de Manila.
      Como colofón el poemilla de Gloria Fuertes.
      No sé qué más decir... o tal vez sí:

      -¿Dónde vas con mantón de manila?
      ¿Dónde vas con vestido chinés?

      -A lucirme y a ver la verbena,
      y a meterme en la cama después.

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    7. Lloro mucho. Unas veces por tristeza y otras por alegría.
      Dicen que viene bien.
      Bonito ese mantón. Una pena no poder lucirlo este año pero vendrán tiempos mejores.
      Te invito a unas rosquillas en este San Isidro tan diferente.
      Y te mando un abrazo grande.🌻🌻🌻🌻🌻🌼🌼🌼🌼

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    8. Bonito homenaje en este día lluvioso de Madrid. Me encantan los trajes típicos de Madrid que son lucidos en estas fiestas, este año seguirán colgados en los armarios.
      Abrazo.

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    9. En mi familia todos somos muy llorones incluyendo los varones. El año que viene podrás celebrar San Isidro Airblue.

      Abrazos.

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    10. Me gusta tu entrada muchisimo!!
      Quien dice que llorar es de débiles ,está educado en la sociedad que le tocó vivir.LLorar es un don que tenemos por alguna causa.Da paz,calma,se desahoga uno,te deja vacío de males,aunque sea temporalmente.
      Siempre eduqué a mi hija a este respecto,diciéndole que nadie le robara el derecho de llorar cuando lo necesitara,y así hago con todos los que escucho decir:No llores!Pero porqué?Quién nos dice :"No rías"?
      Me gusta tu mantón y mira,si no lo puedes sacar por asunto de SALUD,te lo pones en casa,que estarás guapísima!!
      Roy Orbison me encanta y Gloria Fuertes...es mi poeta favorita
      Así que gracias por todo!!
      Besucos linda

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    11. Llorar es de personas con corazón. Lo de San Isidro es una pena pero no te preocupes que vendrán más.
      No sabia que eras africana.Vale, uno es de donde pace y no donde nace.
      Pero eres africana.
      Saludos.

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    12. Hola la pesadilla se ceba com todos y con todo sales y se nota en las caras tristezas y desolación, fiestas, bodas, comuniones y tantos acontecimientos que no se pueden celebrar, pero pasara. Saludos

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    13. Así es, llorar es necesario para limpiar nuestra alma, linda entrada, un abrazo.

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    14. Belas e interessantes canções que transmitem uma agradável musicalidade ao blog.
      Saudações poéticas.
      Juvenal Nunes

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    15. Y cuanto bien hace, a veces, sacar el alma a los ojos a través de las lágrimas. Me ha encantado volver a leerte!
      Solo vengo saludarte y a desearte salud en estos tiempos aciagos que nos toca vivir. Espero que estés bien. Un abrazo.

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    16. Hermoso homenaje el que has hecho a Madrid, esperemos que vengan tiempo mejores. Yo soy muy llorona, y también muy sensible, a veces pienso que demasiado.
      Cuidate, Abrazos. Namaste.

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