Tarde gris, nubarrones que anuncian lluvia de mayo. Las gotas de lluvia son las lágrimas de las nubes y ellas también necesitan llorar de vez en cuando.
Sí, es necesario llorar, el llanto es algo natural, lo mismo que la risa. Lloramos para desahogarnos y al contrario de lo que mucha gente piensa, llorar no es de personas débiles, se puede llorar por infinidad de motivos, rabia, amor, tristeza, alegría... expresar lo que sientes y mostrar los sentimientos no es de débiles, si no de fuertes, débil es el que esconde sus sentimientos por miedo o por vergüenza. Hay veces que se llora porque la emoción es tan intensa que no la puedes controlar, eso es llorar de felicidad, cuántas veces lo he experimentado... las lágrimas de alegría, de emoción, nos aportan la calidez de un momento o época vividos tan sublimes, que todavía nos hacen vibrar a flor de piel. Las lágrimas bien lloradas son un don, saberlas derramar comportan ser un alma sensible, noble y vulnerable.
La situación que estamos viviendo lo pide, a unos más que a otros desde luego y como hoy es nuestro santo patrón, S. Isidro, he recordado aquel desván en el que entraba con mucho cuidado para fisgonear un poco. Estoy abriendo el arcón de madera oscurecido por el tiempo. Un antiguo cofre traído de Marruecos donde mi familia vivió tres años y donde vine a este mundo. El pobre sigue estando lleno de toda clase de ropas, cortinas y recortes de retales. Lo único que merece la pena es un pequeño mantón de Manila gris, bordado con unas preciosas aves exóticas que a mi madre le compraron cuando era una niña, mantón que me traje y que todavía hoy conservo, algo descolorido pero intacto a pesar de tener más de ochenta años.
Hoy sería la ocasión de lucirlo. pero solo me conformaré con colgarlo en mi espalda mientras suena un chotis en el piano.
La voz de Roy Orbison cantando Crying ( llorando) y un poema de Gloria Fuertes, cierran esta entrada.
«Yo puedo decir muchas cosas,
y algunas no.
No puedo decir: Madrid es mi tierra,
tengo que decir mi cemento,
-y lo siento-.»
«¡Ojalá sea mentira ese rumor que corre sobre el rio
donde peces de plata mueren sin ser pescados!
¡Ojalá sea mentira esa bola
de anhídrido carbónico
que pende bajo el cielo de Madrid!
¡Ojalá sea verdad esa mentira del vidente
que anuncia una tormenta de amor
que acabará con la mala uva."
Insomnio (Dámaso Alonso)
«Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?».
La fingida, fragmento de la obra teatral (Tirso de Molina)
«Madrides mi patria, corte digna
de España, madre benigna
del mundo.
Patria Madrid del amor,
y así está fundada en fuego.
Agua los cielos la han dado,
si su fuerza hace llorar,
se fuentes que pueden dar
salud al más deshaciado.
Dale olivos Minerva
oro puro y generoso;
ganado, el monte, sabroso;
tomillos, el campo y hierba.
Goza del llano y montaña
que sus términos incluye;
y en fe, que en todos influye
valor, es centro de España».
Madrid, baluarte de nuestra guerra de Independencia (Antonio Machado)
«¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas»
Estos versos encabezaban un artículo que el poeta escribió en el diario Hora de España
Pausa de agosto (Mario Benedetti)
Madrid quedó vacíasólo estamos los otros
y por eso
se siente la presencia de las plazas
los jardines y fuentes
los parques y glorietas
como siempre en verano
Madrid se ha convertido
en una calma unánime
pero agradece nuestra permanencia
a contrapelo de los más
es un agosto de eclosión privada
sin mercaderes ni paraguas
sin comitivas ni mitines
en ningún otro mes del larguísimo año
existe enlace tan sutil
entre la poderosa
metrópoli
y nosotros pecadores afortunadamente
los árboles han vuelto a ser
protagonistas del aire gratuito
como antes
cuando los ecologistas
no eran todavía imprescindibles
también los pájaros disfrutan
ala batiente de una urbe
que inesperadamente se transforma
en vivible y volable
los madrileños han huido
a la montaña y a Marbella
a Ciudadela y Benidorm
a Formentor y Tenerife
y nos entregan sin malicia
a los otros que ahora
por fin somos nosotros
un Madrid sorprendente
casi vacante despejado
limpio de hollín y disponible
en él andamos como dueños
tercermundistas del arrobo
en solidarias pulcras avenidas
sudando con unción la gota gorda
el verano no es tiempo de fragor
sino de verde tregua
empalagados del rencor insomne
estamos como nunca
dispuestos a la paz
en el rato estival
la historia se detiene
y todos descubrimos una vida postiza
pero cuando el asueto se termine
volverán a sonar
las bocinas los gritos las sirenas los mueras y los vivas
bombas y zambombazos
y las dulces metódicas campanas
durante tres fecundas estaciones
nadie se acordará
de pájaros y árboles
El otoño de Madrid (Luis López Anglada)
«Madrid, si tanto tienes tanto valesy aunque falto de encinas, te respiro
bebiéndole los vientos al Retiro
y al oro del crepúsculo en Rosales.
Con otoños románticos prevales
para permanecer en el suspiro.
¿Dónde vamos, Madrid? A octubre miro
y con sabor de soledad me sales.
Mientras el corazón amarillea
la tarde, que no el cuerpo, me pasea
por las tranquilidades del palacio.
Todo se finge rápido y urgente,
pero yo te recorro lentamente
que las cosas del alma van despacio.»
Madrid tiene moriscas las entrañas (José Bergamín)
«Madrid, tienes moriscas las entrañas.Fuiste corte y no fuiste cortesano.
Y si villa, no ha sido por villano
que capitalizaste las Españas.
Todo lo peregrinas y lo extrañas
desde tu aldeanismo castellano:
que Lope hizo gatuno y sobrehumano
teatro de invisibles musarañas.
A la luz que tus aires aposenta
Cervantes le dio voz, Velázquez brío,
Quevedo sombras, Calderón afrenta
rodeando las llamas su vacío.
Y Goya con sutil mano violenta
máscara de garboso señorío.»
A Madrid, por la dicha de ser su patrono San Isidro Labrador (Calderón de la Barca)
«Madrid, aunque tu valorReyes le están aumentando,
nunca fue mayor que cuando
tuviste tu labrador.
Aunque de gloria se viste,
Madrid, tu dichoso suelo,
nunca más gloria tuviste
que cuando, imitando al cielo,
pisado de ángeles fuiste.
No igualará aquel favor
el que hoy ostenta tu honor,
aunque opongas tu trofeo,
aunque aumente tu deseo,
Madrid, aunque tu valor.
No tendrás glorias mayores,
que cuando en las manos bellas
de angélicos labradores,
eran tus flores estrellas,
los rayos del sol tus flores.
En vano están laureando,
en vano están coronando
tu frente, en vano el honor
que te ha dado un labrador,
Reyes le están aumentando.
Dirán que cuándo tuviste
más gloria que en ti se encierra.
Di que cuando ángeles viste
labrar humildes tu tierra;
di que cuando cielo fuiste;
que cuando al cielo imitando
el sol te estaba envidiando,
pues su luz tu luz prefiere;
y así sabrá quien dijere
Nunca fue mayor que cuando.
Mayores triunfos, mayores
lauros tu poder advierte,
pues con divinos favores
respetas, como la muerte,
mas que reyes, labradores.
Hagan inmortal tu honor
jaspes, mármoles y bronces;
pues para gloria mayor
hoy tienes tal rey, y entonces
Tuviste tu labrador».
Madrid, corazón de España (Rafael Alberti)
Madrid, corazón de España,late con pulsos de fiebre.
Si ayer la sangre le hervía,
hoy con más calor le hierve.
Ya nunca podrá dormirse,
porque si Madrid se duerme,
querrá despertarse un día
y el alba no vendrá a verle.
No olvides, Madrid, la guerra;
jamás olvides que enfrente
los ojos del enemigo
te echan miradas de muerte.
Rondan por tu cielo halcones
que precipitarse quieren
sobre tus rojos tejados,
tus calles, tu brava gente.
Madrid: que nunca se diga,
nunca se publique o piense
que en el corazón de España
la sangre se volvió nieve.
Fuentes de valor y hombría
las guardas tú donde siempre.
Atroces ríos de asombro
han de correr de esas fuentes.
Que cada barrio, a su hora,
si esa mal hora viniere
-hora que no vendrá- sea
más que la plaza más fuerte.
Los hombres, como castillos;
igual que almenas, sus frentes,
grandes murallas sus brazos,
puertas que nadie penetre.
Quien al corazón de España
quiera asomarse, que llegue,
¡Pronto! Madrid está lejos.
Madrid sabe defenderse
con uñas, con pies, con codos,
con empujones, con dientes,
panza arriba, arisco, recto,
duro, al pie del agua verde
del Tajo, en Navalperal,
en Sigüenza, en donde suenen
balas y balas que busquen
helar su sangre caliente.
Madrid, corazón de España,
que es de tierra, dentro tiene,
si se le escarbara, un gran hoyo,
profundo, grande, imponente,
como un barranco que aguarda...
Sólo en él cabe la muerte.
Fiesta de toros en Madrid (Nicolás Fernández de Moratín)
Madrid, castillo famosoque al rey moro alivia el miedo,
arde en fiestas en su coso,
por ser el natal dichoso
de Alimenón de Toledo.
Su bravo alcaide Aliatar,
de la hermosa Zaida amante,
las ordena celebrar,
por si la puede ablandar
el corazón de diamante.
Pasó, vencida a sus ruegos,
desde Aravaca a Madrid.
Hubo pandorgas y fuegos
con otros nocturnos juegos
que dispuso el adalid.
Y en adargas y colores,
en las cifras y libreas,
mostraron los amadores,
y en pendones y preseas,
la dicha de sus amores.
Vinieron las moras bellas
de toda la cercanía,
y de lejos muchas de ellas,
las más apuestas doncellas
que España entonces tenía.
Aja de Getafe vino
y Zahara la de Alcorcón,
en cuyo obsequio muy fino
corrió de un vuelo el camino
el moraicel de Alcabón.
Jarifa de Almonacid,
que de la Alcarria en que habita
llevó a asombrar a Madrid,
su amante Audalla, adalid
del castillo de Zorita.
De Adamuz y la famosa
Meco, llegaron allí
dos, cada cual más hermosa,
y Fátima, la preciosa
hija de Alí el Alcadí.
El ancho circo se llena
de multitud clamorosa
que atiende a ver en su arena
la sangrienta lid dudosa,
y todo en torno resuena.
La bella Zaida ocupó
sus dorados miradores
que el arte afiligranó,
y con espejos y flores
y damascos adornó.
Añafiles y atabales,
con militar armonía,
hicieron salva y señales
de mostrar su valentía
los moros más principales.
No en las vegas de Jarama
pacieron la verde grama
nunca animales tan fieros,
junto al puente que se llama,
por sus peces, de Viveros,
como los que el vulgo vio
ser lidiados aquel día,
y en la fiesta que gozó,
la popular alegría
muchas heridas costó.
Salió un toro del toril
y a Tarfe tiró por tierra,
y luego a Benalguacil,
después con Hamete cierra,
el temerón de Conil.
Traía un ancho listón
con uno y otro matiz
hecho un lazo por airón,
sobre la inhiesta cerviz
clavado con un arpón.
Todo galán pretendía
ofrecerle vencedor
a la dama que servía;
por eso perdió Almanzor
el potro que más quería.
El alcaide, muy zambrero,
de Guadalajara, huyó
mal herido al golpe fiero,
y desde un caballo overo
el moro de Horche cayó.
Todos miran a Aliatar,
que aunque tres toros ha muerto,
no se quiere aventurar,
porque en lance tan incierto
el caudillo no ha de entrar.
Mas viendo se culparía,
va a ponérsele delante;
la fiera le acometía,
y sin que el rejón la plante
le mató una yegua pía.
Otra monta acelerado;
le embiste el toro de un vuelo,
cogiéndole entablerado;
rodó el bonete encarnado
con las plumas por el suelo.
Dio vuelta hiriendo y matando
a los que a pie que encontrara,
el circo desocupando,
y emplazándose, se para,
con la vista amenazando.
Nadie se atreve a salir;
la plebe grita indignada;
las damas se quieren ir,
porque la fiesta empezada
no puede ya proseguir.
Ninguno al riesgo se entrega
y está en medio el toro fijo,
cuando un portero que llega
de la Puerta de la Vega
hincó la rodilla y dijo:
«Sobre un caballo alazano,
cubierto de galas y oro,
demanda licencia urbano
para alancear a un toro
un caballero cristiano».
Mucho le pesa a Aliatar;
pero Zaida dio respuesta
diciendo que puede entrar,
porque en tan solemne fiesta
nada se debe negar.
Suspenso el concurso entero
entre dudas se embaraza,
cuando en un potro ligero
vieron entrar por la plaza
un bizarro caballero.
Sonrosado, albo color,
belfo labio, juveniles
alientos, inquieto ardor,
en el florido verdor
de sus lozanos abriles.
Cuelga la rubia guedeja
por donde el almete sube,
cual mirarse tal vez deja
del sol la ardiente madeja
entre cenicienta nube.
Gorguera de anchos follajes,
de una cristiana primores,
por los visos y celajes
en el yelmo los plumajes,
vergel de diversas flores.
En la cuja gruesa lanza
con recamado pendón,
y una cifra a ver se alcanza
que es de desesperación,
o a lo sumo de venganza.
En el arzón de la silla
ancho escudo reverbera
con blasones de Castilla,
el mote dice a la orilla:
Nunca mi espada venciera.
Era el caballo galán,
el bruto más generoso,
de más gallardo ademán:
cabos negros, y brioso,
muy tostado, y alazán;
larga cola recogida
en las piernas descarnadas,
cabeza pequeña, erguida,
las narices dilatadas,
vista feroz y encendida.
Nunca en el ancho rodeo
que da Betis con tal fruto
pudo fingir el deseo
más bella estampa de bruto
ni más hermoso paseo.
Dio la vuelta al rededor;
los ojos que le veían
lleva prendados de amor.
«Alá te salve», decían,
«déte el Profeta favor».
Causaba lástima y grima
su tierna edad floreciente;
todos quieren que se exima
del riesgo, y él solamente
ni recela, ni se estima.
Las doncellas, al pasar,
hacen de ámbar y alcanfor
pebeteros exhalar,
vertiendo pomos de olor,
de jazmines y azahar.
Mas cuando en medio se para,
y de más cerca le mira
la cristiana esclava Aldara,
con su señora se encara
y así la dice, y suspira:
«Señora, sueños no son;
así los cielos, vencidos
de mi ruego y aflicción,
acerquen a mis oídos
las campanas de León,
«como ese doncel que ufano
tanto asombro viene a dar
a todo el pueblo africano,
es Rodrigo de Vivar,
el soberbio castellano».
Sin descubrirle quién es,
la Zaida desde una almena,
le habló una noche cortés,
por donde se abrió después
el cubo de la Almudena.
Y supo que, fugitivo
de la corte de Fernando,
el cristiano, apenas vivo,
está a Jimena adorando
y en su memoria cautivo.
Tal vez a Madrid se acerca
con frecuentes correrías
y todo en torno la cerca;
observa sus saetías
arroyadas, y ancha alberca.
Por eso le ha conocido,
que en medio de aclamaciones,
el caballo ha detenido
delante de sus balcones,
y la saluda rendido.
La mora se puso en pie
y sus doncellas detrás;
el alcaide que lo ve,
enfurecido además
muestra cuán celoso esté.
Suena un rumor placentero
entre el vulgo de Madrid:
«No habrá mejor caballero»,
dicen, «en el mundo entero»,
y algunos le llaman Cid.
Crece la algazara, y él
torciendo las riendas de oro,
marcha al combate crüel;
alza el galope, y al toro
busca en sonoro tropel.
El bruto se le ha encarado
desde que le vio llegar,
de tanta gala asombrado,
y al rededor le ha observado
sin moverse de un lugar.
Cual flecha se disparó
despedida de la cuerda,
de tal suerte le embistió;
detrás de la oreja izquierda
la aguda lanza le hirió.
Brama la fiera burlada;
segunda vez acomete,
de espuma y sudor bañada,.
y segunda vez la mete
sutil la punta acerada.
Pero ya Rodrigo espera
con heroico atrevimiento,
el pueblo mudo y atento;
se engalla el toro y altera,
y finge acometimiento.
La arena escarba ofendido,
sobre la espalda la arroja
con el hueso retorcido;
el suelo huele y le moja
en ardiente resoplido.
La cola inquieto menea,
la diestra oreja mosquea,
vase retirando atrás,
para que la fuerza sea
mayor, y el ímpetu más.
Él que en esta ocasión viera
de Zaida el rostro alterado,
claramente conociera
cuánto la cuesta cuidado
el que tanto riesgo espera.
Mas, ¡ay que le embiste horrendo
el animal espantoso!
Jamás peñasco tremendo
del Cáucaso cavernoso
se desgaja, estrago haciendo,
ni llama así fulminante
cruza en negra obscuridad
con relámpagos delante
al estrépito tronante
de sonora tempestad,
como el bruto se abalanza
en terrible ligereza;
mas rota con gran pujanza
la alta nuca, la fiereza
y el último aliento lanza.
La confusa vocería
que en tal instante se oyó
fue tanta que parecía
que honda mina reventó,
o el monte y valle se hundía.
A caballo como estaba,
Rodrigo el lazo alcanzó
con qué el toro se adornaba;
en su lanza le clavó
y a los balcones llegaba.
Y alzándose en los estribos,
le alarga a Zaida, diciendo:
«Sultana, aunque bien entiendo
ser favores excesivos,
mi corto don admitiendo,
si no os dignáredes ser
con él benigna, advertid
que a mí me basta saber
que no le debo ofrecer
a otra persona en Madrid».
Ella, el rostro placentero,
dijo, y turbada: «Señor,
yo le admito y le venero,
por conservar el favor
de tan gentil caballero».
Y besando el rico don,
para agradar al doncel,
le prende con afición
al lado del corazón,
por brinquiño y por joyel.
Pero Aliatar el caudillo
de envidia ardiendo se ve,
y trémulo y amarillo,
sobre un tremacén rosillo
lozaneándose fue.
Y en ronca voz, «Castellano»,
le dice, «con más decoros
suelo yo dar de mi mano
si no penachos de toros,
las cabezas del cristiano.
»Y si vinieras de guerra
cual vienes de fiesta y gala,
vieras que en toda la tierra,
al valor que dentro encierra
Madrid, ninguno se iguala».
«Así», dijo el de Vivar,
«respondo», y la lanza al ristre
pone y espera a Aliatar;
mas sin que nadie administre
orden, tocaron a armar.
Ya fiero bando con gritos
su muerte o prisión pedía,
cuando se oyó en los distritos
del monte de Leganitos
del Cid la trompetería.
Entre la Monclova y Soto
tercio escogido emboscó,
que viendo cómo tardó,
se acerca, oyó el alboroto,
y al muro se abalanzó.
Y si no vieran salir
por la puerta a su señor
y Zaida a le despedir,
iban la fuerza a embestir,
tal era ya su furor.
El alcaide, recelando
que en Madrid tenga partido,
se templó disimulando,
y por el parque florido
salió con él razonando.
Y es fama que a la bajada
juró por la cruz el Cid
de su vencedora espada,
de no quitar la celada
hasta que gane a Madrid.»
Yo soy llorona como lo era mi abuela.
ResponderEliminarLloro de tristeza, de emoción... En estos momentos en que estoy tan angustiada llorar me alivia.
Un abrazo amiga.
Ahora es que es fácil llorar con la que está cayendo, qué situación de crisis tan tremenda
ResponderEliminarUn abrazo y por la lágrimas que nos liberan un poco la presión.
Se nota que eres muy sensible. Un beso
ResponderEliminarLo que, en verdad, me daría mucha pena, es no saber llorar.
ResponderEliminarBesos.
Hay que saber siempre poner al mal tiempo buena cara. Este año no puedes lucir tu mantón, pero ya llegarán otros.
ResponderEliminarUn abrazo
Bonita entrada antes de comenzar un nuevo fin de semana.
ResponderEliminarLas lágrimas son necesarias para lavar el alma.
Me gustó mucho llegar hasta aquí en un día festivo en Madrid aunque no en todos los sitios, en Alcalá sigue siendo laboral.
Este artículo serviría para escribir un guión de película con ese cofre llegado desde Marruecos repleto de ropas, cortinas y retales; sin olvidarnos del querido y descolorido mantón de Manila.
Como colofón el poemilla de Gloria Fuertes.
No sé qué más decir... o tal vez sí:
-¿Dónde vas con mantón de manila?
¿Dónde vas con vestido chinés?
-A lucirme y a ver la verbena,
y a meterme en la cama después.
Lloro mucho. Unas veces por tristeza y otras por alegría.
ResponderEliminarDicen que viene bien.
Bonito ese mantón. Una pena no poder lucirlo este año pero vendrán tiempos mejores.
Te invito a unas rosquillas en este San Isidro tan diferente.
Y te mando un abrazo grande.🌻🌻🌻🌻🌻🌼🌼🌼🌼
Bonito homenaje en este día lluvioso de Madrid. Me encantan los trajes típicos de Madrid que son lucidos en estas fiestas, este año seguirán colgados en los armarios.
ResponderEliminarAbrazo.
En mi familia todos somos muy llorones incluyendo los varones. El año que viene podrás celebrar San Isidro Airblue.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gusta tu entrada muchisimo!!
ResponderEliminarQuien dice que llorar es de débiles ,está educado en la sociedad que le tocó vivir.LLorar es un don que tenemos por alguna causa.Da paz,calma,se desahoga uno,te deja vacío de males,aunque sea temporalmente.
Siempre eduqué a mi hija a este respecto,diciéndole que nadie le robara el derecho de llorar cuando lo necesitara,y así hago con todos los que escucho decir:No llores!Pero porqué?Quién nos dice :"No rías"?
Me gusta tu mantón y mira,si no lo puedes sacar por asunto de SALUD,te lo pones en casa,que estarás guapísima!!
Roy Orbison me encanta y Gloria Fuertes...es mi poeta favorita
Así que gracias por todo!!
Besucos linda
Gó
Llorar es de personas con corazón. Lo de San Isidro es una pena pero no te preocupes que vendrán más.
ResponderEliminarNo sabia que eras africana.Vale, uno es de donde pace y no donde nace.
Pero eres africana.
Saludos.
Hola la pesadilla se ceba com todos y con todo sales y se nota en las caras tristezas y desolación, fiestas, bodas, comuniones y tantos acontecimientos que no se pueden celebrar, pero pasara. Saludos
ResponderEliminarAsí es, llorar es necesario para limpiar nuestra alma, linda entrada, un abrazo.
ResponderEliminarBelas e interessantes canções que transmitem uma agradável musicalidade ao blog.
ResponderEliminarSaudações poéticas.
Juvenal Nunes
Y cuanto bien hace, a veces, sacar el alma a los ojos a través de las lágrimas. Me ha encantado volver a leerte!
ResponderEliminarSolo vengo saludarte y a desearte salud en estos tiempos aciagos que nos toca vivir. Espero que estés bien. Un abrazo.
Hermoso homenaje el que has hecho a Madrid, esperemos que vengan tiempo mejores. Yo soy muy llorona, y también muy sensible, a veces pienso que demasiado.
ResponderEliminarCuidate, Abrazos. Namaste.