Intentemos saber en qué consisten estas emociones, que casi siempre están presentes en nosotros y que tejen la trama de la felicidad y de la infelicidad en nuestras vidas.
Empezaremos por reconocer una distinción elemental de ellas: emociones agradables y emociones desagradables. Tan importante es para un ser humano sentir paz, alegría, serenidad y jovialidad como el poder evitar la ansiedad, la tristeza y la irritación. Conseguir un estado desprovisto de toda emoción, sería no solo imposible, sino desastroso. Pero buscar las maneras de que disminuyan o desaparezcan las emociones desagradables sería el objetivo realmente beneficioso para todos nosotros, seres pensantes y por tanto inteligentes.
Los tres estados emocionales de euforia, irritación y tristeza se producen de forma casi simultánea.
Si queremos controlar las emociones desagradables

podríamos hacerlo de muchas maneras:
En primer lugar puede uno valerse de medios químicos (por ejemplo, y aunque muchos seamos reacios, los fármacos). Para controlar el organismo no faltan drogas de todo tipo destinadas unas a tranquilizar (ansiolíticos como las benzodiacepinas) y otras a producir efectos antidepresivos regulando los niveles de serotonina, o cócteles a base de plantas medicinales bastante tonificadores y sin efectos secundarios.
En segundo lugar, podemos conseguir un cierto control de las emociones actuando sobre el sistema sensorio-motor: hacer ejercicios de relajación, distender los músculos, hacer expresión corporal, rítmica, yoga, danza, etc,etc.
Y en tercer lugar y más importante, esforzarnos en modificar los pensamientos, comprobar si éstos corresponden a la realidad y cambiarlos cuando no están de acuerdo con ella.
El tercer método es el más difícil y en el que hay que insistir más, sobre todo porque los otros dos restantes no producen sino efectos transitorios. Cuando cesa el efecto del medicamento o se interrumpen los ejercicios físicos, la ansiedad y/o la depresión tiende a volver. En la mayoría de los casos, para cambiar los estados emotivos desagradables - como la depresión - la persona habrá de modificar su pensamiento, su filosofía de vida, echando de su mente los pensamientos no realistas y reemplazarlos por otros más estrechamente ligados a la realidad.
¿Quiere ésto decir que, mediante el pensamiento, podríamos llegar a liberarnos de todas las emociones desagradables?. Pues no. Vivimos en un mundo demasiado imperfecto, y un buen número de emociones desagradables que vamos a sentir durante toda la vida, se deberán a la dura realidad del universo en que estamos insertos. Vivimos en un mundo en el que hay bebés que nacen deformes, hombres que se matan unos a otros, en el que hay calamidades naturales: incendios, inundaciones y demás.
Vivimos en un mundo poblado de personas cuya inteligencia y juicio son muy limitados. Es muy fácil imaginarse un mundo mejor, pero hay que reconocer que los aspectos más desagradables de él escapan a nuestro control, pero si yo me sirvo de mi razón de una forma apropiada, puedo disminuir notablemente el número e intensidad de mis sentimientos negativos inapropiados. No se trata de hacerse impasibles, de llegar a una atonía emotiva en la que no se sintiera nada.
¿Qué sentido tendría entonces la vida? ¿Qué valdría una vida en la que no pudiéramos llorar de alegría, en la que no pudiéramos amar, o contribuir a la felicidad de los que nos rodean ?.
Creo que las personas sí podemos evitar experimentar la ansiedad profunda, la angustia, la depresión acentuada, la culpabilidad, la desesperación, los sentimientos de inferioridad, sentimientos todos desagradables y la mayoría de las veces inapropiados. De esta forma, aunque no podamos esperar ser completamente felices, podemos al menos aspirar a serlo lo más posible o, tal vez a ser lo menos desgraciados posible.
El objetivo, en resumen, no puede ser más claro: maximizar las emociones positivas apropiadas y minimizar las emociones negativas inapropiadas
Este mes de febrero hace un año que empezaron mis crisis de ansiedad ligadas a una fuerte depresión. Lentamente he tratado de ir saliendo de este infierno que ahora comprendo mucho mejor que antes. La ayuda de mi familia y amigos ha hecho posible que siga creyendo en la maravilla de la vida
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