
Si alguna vez tu mundo se derrumba,
si mirando el espejo de tu alma,
solo ves arrugas de tristeza,
cicatrices plasmadas por el tiempo,
las venas marcadas por el esfuerzo,
y nubarrones de dolor en tus ojos,
mira firmemente hacia adelante,
todavía te queda el corazón.
¿Oyes cómo late?,
eso es que estás viv@,
sientes, aunque sufras,
ríes, aunque solo pienses en llorar,
brillas, aunque tu estrella se apague,
luchas, aunque no tengas fuerzas,
y lo más importante, tienes siempre unas manos
cuando las necesites.
Se me ha ocurrido escribir estas frases porque después de unos días de relax, muchos de nosotros volvemos a meternos en el angustioso agujero de la rutina y sobre todo los que vivimos en las grandes urbes. El vaivén de la vida deprime, o agota, y como decía mi padre "si alguna vez me pierdo, me encontraréis en sitios tranquilos y si hay mar ya no tengo palabras".
Óleo de mi padre
La vida rural es tan diferente ... La valoración por lo natural, el retorno a la tierra, revivir costumbres, placeres, colores, es como pintar un cuadro con un pincel que huele a campo, miel, centeno, trigo, árboles, hojas, cortezas que dan lugar a una amplia gama de verdes, naranja herrumbre, tostados y tierras. Colores con recuerdos, placeres y momentos únicos que te proporcionan el sosiego que muchas veces necesitamos.
Picos de Europa
Lo cierto es que para aquellos que valoran la calidad de vida, estar en contacto con la naturaleza y disfrutar de la tranquilidad propia de las zonas rurales de vez en cuando, es un regalo para el cuerpo y para el alma.
La vida es como un largo río que nace en las montañas: torrentoso y fuerte cuando comienza, nada lo detiene; rápido y caudaloso cuando desciende; tranquilo en la llanura de la seguridad, casi sin vida en las pendientes de las dificultades… pero cargado de esperanza en su interior hasta que se funde en el mar que lo vio nacer y morir.
"Allá donde las casas, y después los árboles y , a continuación, la hierba desaparecen, nace un reino estéril, salvaje y mineral; sin embargo, en su pobreza extrema, en su desnudez total, ofrece una riqueza que no tiene precio: la felicidad que se descubre en los ojos de los que lo frecuentan."
Gaston Rebuffat. Alpinista