Voz de mi hija

martes, 31 de mayo de 2016

Optimismo

 

Cierra mayo sus puertas diciendo adiós bajo un paraguas de flores. Se marcha regados ya los jardines y un soplo de brisa fresca revolotea por mis cabellos, dejando una estela de brillo en las sienes.
Muchos mayos han pasado y casi todos buenos, solo el mayo del 2015 me dejó un sabor amargo que todavía no he logrado quitar.
En la vida por fortuna terminamos olvidando los malos ratos y uno se siente satisfecho de haberlos superado. Cuando has estado hundido en un agujero profundo, sin encontrar el modo de salir a la claridad, tu autoestima se viene abajo y no piensas que puede ser pasajero, que todo al final se soluciona. La frase de “Dios aprieta pero no ahoga” es bastante acertada y una buena manera de encontrar resignación.
La vida tiene tramos libres, rectos y claros, pero también túneles oscuros de los que intentamos salir lo más pronto posible buscando un atisbo de luz, que poco a poco se va haciendo más intenso hasta que llega la claridad. Cuando pasamos por esas etapas difíciles hay alguien que nos tiende una mano, me refiero al señor Optimismo, personaje que suele estar escondido entre tantas vicisitudes y que cuesta un poco dar con él, pero si hacemos un esfuerzo termina apareciendo con una sonrisa.


El optimismo no conduce siempre a una alegría expresada, más bien proporciona paz interior a la persona, y esa paz regala una belleza que ilumina la personalidad.
Uno es capaz de ver la realidad cuando realmente quiere y abraza al coraje de una forma que pocos pueden hacerlo.
A veces se llega a escapar una lágrima roja porque el dolor lastima
y quiebra hasta el pensamiento más arterial y profundo. Pero el optimismo aparece siempre cantando lo que uno necesita escuchar y esa melodía es la llave que abre el cofre de la esperanza.

Hay quien es optimista por naturaleza, cosa que siempre he admirado porque yo no lo soy, hay que intentar ver el vaso lleno y no medio vacío porque a la larga no beneficia en absoluto.

Amigos, hace falta soñar cuando la realidad pesa, hace falta reír cuando la soledad abruma, llorar cuando la tristeza ahoga, sentir el calor de las emociones, aplaudir cuando se saborea el triunfo, hace falta asumir el valor de la paciencia y sobre todo hace falta brío para seguir en la lucha, para aceptar lo difícil que resulta a veces la vida.


De veras que hace falta y lo importante es no darse por vencido. No se necesitan medallas ni condecoraciones, solo basta que cada uno obtenga la oportunidad de demostrar lo que vale y pueda cumplir como persona llena de valores, aptitudes y buenos propósitos. Para algunos no es fácil conseguirlo, otros sin embargo cuentan con el optimismo como su mejor arma.

Ser optimista en los tiempos que corren tiene mérito, la misma vida te pone obstáculos suficientes para no serlo, pero pensemos que el sol brilla en todas las partes, aunque algunos no vean más que su sombra.




"Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta"
"Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente".


Rabindranath Tagore


"Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad."

Sir Winston Churchill



martes, 24 de mayo de 2016

DOLOR




El dolor es un misterio. Hay que acercarse a él de puntillas con la certeza de que es un misterio sin resolver mientras exista un halo de vida. Tenemos que aceptarlo con realismo, sin que bellas consideraciones poéticas nos impidan ver su tremenda realidad.

La primera consideración que yo haría es la de la «cantidad» de dolor que hay en el mundo. Después de tantos siglos de ciencia, el hombre apenas ha logrado disminuir unos pocos centímetros las montañas del dolor. Y todos sabemos que las dolencias se palian pero en muchos casos ni los fármacos logran una eficacia segura.

El dolor es una herencia de todos los humanos, sin excepción. El gran peligro del sufrimiento es que empieza convenciéndonos de que nosotros somos los únicos sufridores o los que más sufrimos. Una de las caras más negras del dolor es que tiende a convertirnos en víctimas, que nos incita a mirar sólo hacia nosotros. Un dolor de muelas nos hace creernos la víctima número uno del mundo. Si en un telediario nos muestran miles de muertos, pensamos en ellos durante dos minutos, en cambio si nos duele el dedo meñique gastamos un día en autocompadecermos. Tendríamos que empezar por padecer el dolor de los demás para medir y situar el nuestro.

Es terrible que tenga que ser la muerte de los seres queridos la que nos descubra que hay que quererse deprisa, precisamente porque tenemos poco tiempo, porque la vida es corta ¡Ojalá no tengamos nunca que arrepentiros del amor que no hemos dado y que perdimos!.
La enfermedad cuando te sacude ya no puedes seguir engañándote a ti mismo, ves con claridad quién eras y quién eres ahora.

He tardado en darme cuenta que en la escala de valores real había un gran barullo y que no siempre coincidía con la escala que yo tenía en mis propósitos y deseos. Cuántas veces el trabajo se antepuso a la amistad, cuántos espacios de mi tiempo dediqué al éxito profesional en lugar de escuchar y charlar pausadamente con los míos... Todo hombre es un mendigo y yo no lo sabía.

Hace años que tengo contacto con el mundo de los hospitales y el dolor ha pasado muchas horas rozándome y aunque se dice que llegas a acostumbrarte, puedo asegurar que ha sido todo lo contrario.
 

 

Es necesario entender lo importante que es la aceptación del dolor para la lucha por la vida, tan maravillosa como efímera. He basado esta entrada en las palabras de Martín Descalzo que leía en el silencio de una sala de Medicina Interna, donde la lucha por la vida es lo único que importa.
El dolor forma parte de la condición humana y solo tenemos dos caminos para afrontarlo, rebelarnos que es tiempo estéril e inútil o una aceptación serena del mismo. La fe también ayuda.

Mi apoyo y mi ánimo para todo el que sufre.
 







sábado, 14 de mayo de 2016

Madrid, Madrid, Madrid....




Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid.

Donde el deseo viaja en ascensores,
un agujero queda para mí,
 me dejado la vida en sus rincones
pongamos que hablo de Madrid, de Madrid.

Las niñas ya no quieren ser princesas,
y a los niños les da por perseguir,
el mar dentro de un vaso de ginebra
pongamos que hablo de Madrid, de Madrid.

Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte pasa en ambulancias blancas
pongamos que hablo de Madrid, de Madrid.

El Sol es una estufa de butano,
la vida un metro a punto de partir
hay una jeringuilla en el lavabo
pongamos que hablo de Madrid, de Madrid.

Cuando la muerte venga a visitarme
que me lleven al sur donde nací
aquí no queda sitio para nadie
pongamos que hablo de Madrid, de Madrid,
de Madrid,
de Madrid.


Dicen que de Madrid al cielo, pero dejando un agujero para seguir viéndolo. Pues en mi caso creo que es cierto. Al principio, y sobre todo si vienes de un lugar pequeño, tengo que reconocer que uno tiene el billete más acertado para ir camino del estrés. El movimiento de las grandes urbes, el ruido insoportable del tráfico, las prisas de los viandantes, las colas y las esperas para cualquier evento, ya sea de ocio o de cualquier índole, llegan a enervarte hasta hacerse insoportable. "Es de locos"-solía decir mi padre- "sí, pero en esta locura tienes y encuentras de todo" - le contestaba - Cuando vine a Madrid a los dieciocho años, estaba encantada, nada tenía que ver con la pequeña ciudad que había dejado atrás, me llamaba la atención sus fuentes rodeadas de flores tan cuidadas. Acostumbrada al autobús, la rapidez del metro me parecía increíble y las grandes superficies en cuanto al comercio, fascinantes.

En Madrid comencé a hacerme adulta caminando sola por el mundo de los hospitales.  Me sirvió para madurar mucho antes de lo que pensaba, a valorar la salud, la familia y en definitiva a enfrentarme con la vida.
La verdad es que muchas veces tengo el dilema de elegir en qué lugar me siento más identificada, nací en Larache- Marruecos-, crecí en Burgos-ciudad castellana por naturaleza- y vivo en Madrid hasta ahora. Creo que me gustaría ver la luz en العرائش Al-‘Araish, soñar en Burgos y despertar en Madrid.


Madrid acoge. Madrileños somos todos... o no lo es nadie, porque quien sea muy purista y quiera conocer madrileños antiguos de verdad, de toda la vida, lo único que puede hacer es pasarse por el Rastro y ver si encuentra alguno no menor de 90 años de edad.
Ha inspirado coplas, libros y hasta una ópera. Suculento y sustancioso su 'cocidito madrileño', requiere su tiempo y un modo de preparación especial, pero para estómagos agradecidos es exquisito y contundente.

Todo el mundo conoce sus monumentos, plazas y paseos, pero hay otros lugares que merecen una mención especial:




La Piscifactoría de la Escuela de Ingenieros de Montes, presenta una curiosa colección de acuarios dedicados a la fauna fluvial. Está diseñada como espacio de exhibición y aprendizaje, y aunque tiene por objeto la reproducción industrial, los ejemplares obtenidos se utilizan con fines conservacionistas.





Visitando las salas de la Casa de la Moneda pueden verse colecciones de numismática, filatelia, billetes, lotería y juegos, así como, maquinaria para hacer monedas, incluso pueden acuñar personalmente una medalla conmemorativa de la visita.



Al Museo Nacional de Ciencias Naturales, creo que hemos ido todos los niños a ver el esqueleto del Diplodocus y la piel de serpiente pitón.  Integra un servicio de documentación, biblioteca y archivo; una mediateca y una serie de talleres didácticos.




El Museo de Informática, expone la corta historia de la Informática Se exponen máquinas desarrolladas en la universidad entre los años 1950 y 1975, y las computadoras comerciales que estuvieron en uso en la Universidad desde 1968 y otros equipos donados al museo de diferentes procedencias. Es curioso ver los primeros ordenadores que funcionaron en España algunos de ellos fabricados aquí.



Si quieres visitar una mina sin salir de Madrid, visita el Museo Histórico-Minero. Si resulta exótico un paseo por una mina en el corazón de Madrid, no menos curioso es visitar su colección de fósiles y la exposición de piedras y minerales los fines de semana.


El Jardín botánico para disfrutar de la naturaleza en pleno centro de la ciudad. En el Paseo del Prado. Aproximadamente contiene 5.000 especies diferentes de árboles, flores y plantas de todo el mundo. Son unos cuantos ejemplos de los muchos sitios y lugares que hay que visitar.




Estos días Madrid está en fiestas de su patrón San Isidro Labrador. Los típicos barquillos, el cocido y las rosquillas tontas, listas y de Santa Clara, hacen las delicias de los más golosos.




Madrid es increíble.
 Agua, azucarillos y aguardiente.

Os invito a un vino dulce con una galleta en "El anciano rey de los vinos".

¿Seguirán dando la típica galleta?






sábado, 30 de abril de 2016

DULCE PALABRA



Siempre me han gustado las ventanas grandes, será porque las pequeñas me agobian y me dan sensación de falta de aire, o será porque la claridad aumenta mi serotonina y levanta mi estado de ánimo. Lo cierto es que me gustan las ventanas de madera que tienen las casas de campo, en muchos sitios se conservan. Cuando te asomas te trasladan a un mundo de aroma y color sin mover un solo pie, dejan entrar el sonido nítido de la naturaleza y hasta te permiten oír las risas de las rosas cuando el viento las despeina.
Por los cristales se cuelan hacia el interior reflejos extraños formando colores en espiral, en el suelo y en las paredes, susurros que flotan en el aire llenos de voces ausentes, palabras y frases que teníamos olvidadas.

Creo que hasta es posible tocar el paisaje con las manos y cualquier alma sensible sería capaz de captar las silbantes melodías que arrastra el viento, los sentimientos que fluyen en busca de alivio, que toman formas confusas, que usan frases exóticas, que vuelan.

Necesito asomarme a una ventana especial, mucho más grande y llena de sorpresas, la gran ventana de la vida y aspirar el perfume que llega hasta mi, el olor inconfundible de las peonías, las primeras flores que brotaban en mayo y que mi madre solía recoger los pétalos cuando por el propio peso se desprendían. Eran tan frondosas que formaban una alfombra roja de bienvenida. Y vuelvo a hablar de flores, las peonías son hermosas y soportan muy bien el invierno, necesitan pocos cuidados y florecen ahora en primavera.
Necesito asomarme a esa ventana para volver a ver sus manos blancas, las que hacían rizos en mi pelo de niña y trenzas cuando iba creciendo. Las que me sujetaban para no caerme y me curaban las rodillas melladas por mis travesuras.
 


Decía Kahil Gibran : "Madre es la palabra más bella pronunciada por el ser humano."

He intentado componer unas estrofas, que sin duda no son mi fuerte, ya me gustaría saber más de poesía... sin métrica por supuesto, pero con todo mi cariño para todas las madres, las que están y las que siempre estarán en nuestro corazón.




Me ha costado mucho aceptar tu ausencia, no volver a oír tus palabras de aliento, ni poder cantar contigo, ni compartir mis triunfos y mis errores. Siempre me dolerá esta separación tan dura que no entiendo, porque una madre no debería irse nunca.



Hay espejos que sienten envidia
de una carita de sol de otoño,
de mirada tibia y olor a golosina,
de dulce sabor a caramelo,
una carita plena de alegría,
y que yo nunca olvido.
 
Cuando la noche cae lentamente,
y dos estrellas rosadas
se posan en tu frente,
ni las tormentas pueden conmigo,
y me siento invencible,
capaz de alejar hasta la muerte.
 
Vestida de madre sonrío al tiempo,
deslizándose entre mis manos,
sereno, tranquilo y lento,
y de tus labios escucho,
bellas y tiernas profecías,
historias de asombro, divertidas.
 
Hay espejos infinitos,
capaces de parar el mundo,
cuando se asoma una madre.
Dos estrellas rosadas encuentro,
cuando la noche cae lentamente,
es ELLA que viene a contarme,
cada día el mismo cuento.

 

lunes, 18 de abril de 2016

Buenos días Violeta.



Se dice que a las plantas hay que hablarlas para que mantengan su frescura y aroma y que ellas a su manera nos responden con un lenguaje rico en significados. No es ninguna falacia, las pocas macetas que tengo están preciosas; con mi violeta africana hablo bastante para que se cuaje de flores y ya lo creo que me escucha, tiene flor casi todo el año.





Las flores simbolizan la expresión anímica de la naturaleza humana y nos conducen a la sensibilización del alma. Una flor es un símbolo para compartir, que nos bendice con sus beneficios para la salud emocional. Las flores nos hablan, nos cuentan relatos de vidas que hay que saber escuchar e interpretar. El lenguaje de las flores hunde sus orígenes en Oriente y se ha transmitido de generación en generación pasando por las culturas del Antiguo Egipto, Edad Media, Renacimiento... Poseen un significado propio y expresan sentimientos diferentes. El mensaje cambia en función de si la flor está abierta, o en botón, en combinación con otras, su color, etc.
Los poetas de todo origen y condición han coincidido en afirmar a lo largo de los siglos, que aquel que pierde la sensibilidad de asombrarse ante la belleza de una flor, deja morir un poco su alma.
¿Por qué no creer que las flores hablan?, al fin y al cabo su belleza nos transmite toda clase de sentimientos.

Las flores no son más que hojas transformadas y coloreadas. El primitivo brote con jóvenes hojillas verdes cesa súbitamente en su crecimiento, y en vez de reproducirse en hojas nuevas y verdes, comienza a formar los cálices, las flores y los frutos de hermosas formas y colores, proceso que termina en la formación de las semillas. Las flores son la máxima expresión de la especie de cada planta, igual que la cara es la expresión de un ser humano.
Quién se resiste a oler una flor al tenerla cerca... pero es el cerebro el que huele. El principal órgano olfativo es la nariz y a partir de ella la fragancia viaja hasta el cerebro donde residen las sensaciones olfativas.

 
LA ORQUÍDEA, la flor más bella del mundo.

Cuenta una leyenda, que una cálida mañana apareció en las costas de Java una diosa recubierta con un delicado y perfumado chal. Paseaba plácidamente por un bosque de sándalos, robles, castaños y magnolias, donde los rayos del sol se filtraban entre las ramas de los árboles disipando las sombras de la noche. Al desaparecer la diosa, quedó sobre una rama el delicado chal, en cuyos pliegues jugaban las sombras y la luz. El chal se transformó en una hermosa y misteriosa flor, la orquídea, una de las más bellas y delicadas de la naturaleza. La planta murió cuando los hombres, sin delicadeza alguna, la pisotearon dejándola en el suelo. Sólo la bondad de la diosa pudo hacer revivir los gérmenes que quedaron, a fin de que en el mundo, desde entonces florecieran para admiración de todos los seres que a él pertenecían. Hoy, son flores de salón, de lujo, pero ayer las juntaban los hombres y las mujeres del pueblo en grandes ramos para ofrenda a sus dioses.
La ORQUÍDEA es sinónimo de belleza.

Una flor preciosa: el HIBISCO, de pétalos grandes y cuyo significado está asociado a la belleza delicada. Son típicas de climas cálidos o tropicales. Sus flores son anchas y tienen una simpática forma de trompeta con cinco pétalos, de tonos blancos, rosas, rojos, morados o amarillos, de 4 a 15 cm de tamaño. 
 

La GARDENIA significa alegría, la ROSA roja es sinónimo de amor, la amarilla de amistad, la blanca de miedo, la rosada de indecisión; la CAMELIA blanca de amistad incambiable. Otros ejemplos: la MARGARITA  blanca simboliza inocencia y pureza, por lo que está relacionada con la niñez; la flor de AZAHAR, castidad; el CLAVEL significa distinción y nobleza, y el LIRIO, inocencia, pureza y alegría.



Hay una larga gama de aromas y colores para alegrar nuestra vista y levantar nuestro ánimo. La Naturaleza renueva su colorido todas las primaveras. Disfrutemos entonces de todo lo que la florida estación nos ofrece.

Seguro que tienes una flor favorita. Por cierto, las VIOLETAS son la flor de la confianza y las LILAS de la humildad.


 

lunes, 21 de marzo de 2016

HOLA Y ADIOS.


Se fue rugiendo, esta vez más pronto y sin dejar ni un señal gélida, salvo en las montañas. No puedo decir que haya sido un invierno crudo, al menos el que yo he vivido no me ha dejado ver la blancura que hace años era habitual. No me ha gustado nada este invierno cálido, ni siquiera me ha invitado a tomar ese café que calienta las manos y la punta de la nariz.

Ya están los almendros llenos de florecillas en los paseos y ya vuelven a sonar los tambores que anuncian la Semana Santa. Todo pasa rápidamente y llega sin que te des cuenta. La vida hay que tomarla como viene, sí, eso es, como dice la letra de una canción sesentera.
Y vuelve a oler a torrijas y los escaparates se llenan de figuras de chocolate. Cada estación con sus tradiciones y a mi me parece que el tiempo vuela y se junta el turrón con las monas de Pascua, ¡qué agobio! .

Es bonito cambiar los días grises por los soleados y ver el colorido del verde recién estrenado. Dicen que a las plantas hay que hablarlas, que notan tu presencia y son agradecidas. La primavera casi nos obliga a asomarnos a la ventana de la vida. Son tantas las cosas que nos ofrece que es un placer poder disfrutarlas, porque la vida está llena de color, es una balanza con subidas y bajadas, pero llena de color, es como si alguien muy importante desde arriba hubiera derramado su caja de pinturas. Yo lo llamo Dios, tú puedes llamarlo como quieras.

Las flores rojas color de ti,
se mueven al compás del sol del atardecer
que con sus suaves pétalos
acarician el alma de quien las admira
de quien las ve.


Feliz primavera.
 

lunes, 7 de marzo de 2016

HUBO UN TIEMPO

HUBO UN TIEMPO

En el que se pensaba con el corazón y se sentía con el cerebro. Hubo un tiempo en el que la humanidad se levantaba contra las guerras. Hoy, cuántas batallas olvidadas, cuánto girar la cabeza para esconderla bajo el ala...
Hoy existe una guerra sorda que pasa desapercibida, a pesar de estar en las trincheras de nuestros sentimientos. Es la guerra de la falta de escrúpulos morales, de las palabras vacías, en un campo donde solo impera el tener cuanto más mejor, el aparentar para presumir, el subir al escalón más alto olvidando algo tan importante como es la dignidad. Una guerra en la que escondemos nuestras virtudes por temor a ser dañados. Es la guerra en la que vivimos, donde no hay lucha ni defensa y solo importa sacar la bandera blanca en señal de rendición. Cuántas batallas perdidas y qué poco importa salir victorioso aunque sea con el cuerpo hecho jirones.
La escala de valores parece haber dado un giro y ya nadie se ocupa de ella, cuando el valor principal de la vida no está en lo que conseguimos, está en lo que logramos ser. ¡Cuánto recuerdo las palabras de mi padre...!
Los valores humanos no cotizan en Bolsa, están por encima de todo valor material y dentro de nosotros esperando ser dados y a la vez recibidos.

 
Mañana ocho de marzo se celebra la festividad de S. Juan de Dios (1495-1550), para quien no lo sepa fue el primer enfermero y fundador de la Comunidad de Hermanos Hospitalarios de S. Juan de Dios. Evolucionó los hospitales para convertirlos en "lugares de acogida" para los pobres y enfermos mentales. Comprendiendo el gran error que era pretender curar las enfermedades mentales a base de golpes y desprecio, se propuso ayudarles alquilando una casa vieja en Granada para recibir a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano o desamparado, atendiendo durante todo el día a cada uno con el más exquisito cariño, haciendo de enfermero, cocinero, barrendero, padre, amigo y hermano de todos. Por las noches salía a la calle pidiendo limosnas para sus pobres. Sabía poco de medicina pero tenía más éxito curando enfermedades mentales que cualquier médico. Enseñó con su ejemplo que a estos enfermos hay que sanarles primero el alma con amor, si se quiere obtener la curación del cuerpo.

Así fue el comienzo de la fundación de su hospital. Más tarde vinculó a su obra un grupo de compañeros, los cuales formaron la Orden de los Hospitalarios de S. Juan de Dios.

 
Existe otro tiempo más crudo, pero más real, en el que el corazón se deshace viendo como muchos profesionales se dejan la piel dando todo, pacientes de todas las edades y condiciones que se conforman con ver pasear su imagen en procesión, que aplauden emocionados gritando vivas y que aunque sus mentes enfermas no comprendan, se muestran felices y agradecidos.

Este es el tiempo que quiero, el que me gusta, el de las noches estrelladas, de susurros y suaves palabras, de sollozos de emoción y lágrimas de agradecimiento.
Es el único tiempo que jamás cambiará.


A mi querida hija.