Me gustan poco los viajes, cada vez menos la verdad, cuando era pequeña y veía un billete de tren o de autobús me mareaba, me daban náuseas, totalmente psicológico pero quien ha sufrido los efectos del mareo lo entenderá muy bien; me ocurría siempre y lo curioso es que me he pasado la vida haciendo maletas. Está claro que con los años te acostumbras a todo y no hay duda que viajar es una buena manera de fomentar la cultura conociendo mundos diferentes.
Las calles siguen alfombradas de hojas caídas y mojadas, amarillentas, pardas y resbalosas. Como de costumbre por estas fechas hay que hacer un viaje obligado, así que con el mínimo equipaje voy a la estación de ferrocarril que tengo cerca, porque el tren del Otoño está a punto de llegar a su destino final.
Me gustan los trenes antiguos, aquellas viejas locomotoras de vapor tenían su encanto, el sonido de la campana y del silbato, el humo que se formaba por la condensación, era como estar en las clásicas películas de la genial Agatha Christie. Pero el tren que espero nada tiene que ver, es un tren nuevo que no trae retraso nunca, llega siempre a tiempo y como es lógico vendrá envuelto en una neblina espesa, helada, los vagones adornados elegantemente con carámbanos y traerá frío, mucho frío. Sí, lo habéis adivinado, se trata del tren llamado Invierno que va a entrar puntual en la estación de Diciembre.
Un viento gélido invade el ambiente cuando el tren llega al andén y los viajeros bien abrigados se preparan para recibirle. Prisas y más prisas por subir cuanto antes, qué nerviosa me pongo, siempre creo que lo voy a perder, otra manera más de angustiarme.
Subo al primer vagón, qué ambiente más helado, hasta en los asientos hay escarcha. Me acomodo como puedo cerca de la ventanilla, entonces alguien con ojos brillantes y una gran sonrisa aparece caminando por el estrecho pasillo y un sonido de cascabeles le acompaña. Es el espíritu de la Navidad -me dicen- viaja en el tiempo buscando las tradiciones perdidas, recuperando cánticos y tarjetas olvidadas, llevan en su capa colgada una pandereta de las de antes, aquellas de piel de oveja sin lana o de panza de burro.
Agradecería un buen café caliente, sin espuma, como siempre lo pido y casi nunca me lo sirven. Abro la puerta corredera y todo el personal sentado está absorto con el móvil, parece que ya la Navidad no les importa.
Un tintineo de cristales suena a la vez que el traqueteo del tren. Al rato, un personaje de edad avanzada y apoyado en un bastón troquelado, entra en el recinto, lleva algo grabado que no distingo bien. En la cabeza un sombrero calado hasta las orejas, una bufanda raída y bajo los mitones agujereados asoman unos dedos largos y enjutos propios de la edad.
El buen hombre se acerca con paso torpe y ya puedo leer lo que tiene grabado en el bastón, es una fecha, 2017.
- ¿Molesto si me siento a su lado?.
- No, para nada caballero, hay asientos libres.
Está helado, las cejas blancas como la escarcha y un semblante triste y cansado. Pensé en hacerle alguna pregunta pero no hizo falta, enseguida se percató de mi mirada interrogante.
"Yo fui - dijo-
columna ardiente, luna de primavera,
mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba
viví como el amanecer en sueño lánguido
lo que pintaba el deseo en días adolescentes.
Canté, subí.
fui luz un día
pero arrastrado en la llama,
como un golpe de viento,
que deshace la sombra,
caí en lo negro.
En el mundo insaciable.
He sido"
Su tiempo se está agotando, ha subido al tren de Diciembre para despedirse y pasar el testigo al joven que viaja cargado con el grave peso de doce meses, 365 días, un nuevo año para todo el que quiera vivirlo llenándolo de ilusión, esperanza y sobre todo de sueños.
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El poema está inspirado en un texto de Luis Cernuda.( Sevilla 1902). Quizá este relato os parezca infantil, pero todos en esta época nos volvemos un poco niños.
Airblue.
Me ha parecido precioso, cálido y navideño, has relatado estos momentos, con versos incluidos, de un modo dulce y entrañable. El café sin espuma y la Navidad debería salir de los árboles y adornos, parece que ahí termina se está perdiendo el espíritu, es una Navidad de puertas para fuera y con el corazón cada vez mas cerebral. Lo dicho un cuento precioso y mis abrazos fuertes y navideños
ResponderEliminarPara los que seguimos soñando con locomotoras y continuamos pidiendo a los Reyes un Exin Castillos, no es un cuento infantil. La Navidad como el invierno, no llega, se siente.
ResponderEliminarUn abrazo
Precioso y muy poético. Un beso.
ResponderEliminar¡Te ha quedado precioso!
ResponderEliminarMuchos de nosotros ya hemos entrado en el Invierno de la vida, yo hace rato, y lo malo de este Invierno es que no es seguido por la Primavera, como en el meteorológico, al llegar a un fin impreciso, se acabó todo, así que lo mejor es disfrutar lo que se pueda de lo que nos queda, por que lo otro, ese fin, es irreversible...
Que tengas unas felices fiestas!!!
Besos y salud
Un relato estupendo, el invierno está al caer y los fríos ya han aparecido.
ResponderEliminarMe encantan los trenes antiguos, sobre todo aquellas locomotoras de vapor que surcaban nuestros pueblos.
Un abrazo.
Hola querida amiga.
ResponderEliminarQué bonito. El invierno a mi me encanta porque en el verano sufro mucho el calor.
La Navidad con nieve debe ser alucinante pero lo más importante es rescatar el verdadero espíritu de las fiestas. Tú lo has retratado con nostalgia y magia.
Un beso grande.
Pd Aunque no lo creas a mí no me gusta viajar. Es raro no?
Me monto en el tren de otoño antes de que llegue a su última parada invernal.
ResponderEliminar¡Feliz semana!
Es un relato muy hermoso cálido y emotivo. Las estaciones nos van descubriendo colores y sensaciones, y se apodera de nuestros ojos y nos cautivan cada una, con su propia belleza. Las Navidades, buenas o malas, felices o infelices, crean un ambiente que es irrepetible en cualquier otra época del año.
ResponderEliminarPrecioso! Un calido abrazo. Namaste.
Es un relato muy bonito y emocionante.
ResponderEliminarEl invierno está pronto a llegar. Esperemos nos depare cosas buenas.
El tren me hace recordar muchos momentos de mi vida.
Un abrazo grande
¡Genial! Hace años que te vengo observando y tienes un don para escribir, para expresar y transmitir sentimientos y, para completar, también descubro que tienes dotes de poeta. Felicitaciones amiga mía, tus sentimientos también asoman en versos que llenan el alma.
ResponderEliminarMe identifico en muchas de las cosas que dices, nunca me ha gustado viajar, me mareaba siempre, yo también recuerdo esos trenes en los que te llenabas la cara de carbonilla y paraban en todas las estaciones un buen rato, en fin, no quiero alargarme más, que sepas que me ha encantado tu entrada.
Cariños y FELICES FIESTAS valorando lo que todavía tenemos.
Kasioles
¡Me gusta!... ... (estoy pensando)... Sí, claaaro. Leo tu nota y allí está la clave. Eso es. Porque es un placer muy grande, incluso un lujo, alcanzar a desplegar esa capacidad imaginativa del niño. Pues en realidad tu cuento no está infantil, lo que está es muy mágico, tierno. Logra eso en uno. Y hasta toca un tema trágico, como es el ver a la gente dentro de su móvil. Aich! eso no me gusta que pase.
ResponderEliminar¡Es hermoso!, como hermoso es creer al leerlo. Y más rico, leerte mientras me tomo un café que me ha quedado muy rico y sin espuma. Por supuesto tengo otro para ti.
Mil besitos de anís.
Un relato muy actual, y a la vez lleno de recuerdos por mi infancia
ResponderEliminararriba de un tren a carbón...
me encanta viajar y amo el tren
que de maravillas descubrí en sus largos viajes de un extremo a otro en mi país...
un cuento que relata una forma de vida
que siempre es bueno retrotraer al presente...
Nada de infantil amiga.
ResponderEliminarMuy realista, el tiempo pasa y un instante deja lugar para el siguiente, así el año lleno de momentos gratos y menos gratos deja paso al siguiente.
Para que con la esperanza aprovechemos cada instante de belleza y todo lo mejor que la vida nos pueda ofrecer.
Gracias por este año de amistad y compañía.
Amor, Paz y Felicidad, en estas fechas y siempre.
Un abrazo.
Ambar
De cuento infantil nada Airblue, faltan solo unas días para que llegue ese tren de invierno y a pesar de que soy muy friolera haré mi maleta para cogerlo.
ResponderEliminarBesos.
Gracias a todos, vuestros comentarios me animan a seguir escribiendo historias de otros tiempos que yo las convierto en cuentos.
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