
A veces tengo que pedir permiso para recordar. Me dicen que no me viene bien rebuscar en el pasado, que hay que vivir el presente y no aferrarse a unas vivencias que inevitablemente el túnel del tiempo se ha encargado de ocultar. Pero el pasado amigos es historia, nosotros vivimos nuestra propia historia y somos historia.

Burgos. Piscinas de la Ciudad Deportiva
El final del verano se acerca. Atrás se van quedando los dias de sol y baño y es inevitable sentir un cierto sabor a nostalgia, de aquellos septiembres en los que comenzaban los primeros escalofríos. Asomada a la ventana de mi cuarto, borraba el incipiente vaho de los cristales para ver una hierba demasiado seca, tanto, que parecían hilachos de lana parda cubriendo el jardín. Los rosales ya estaban podados, se hacía antes del invierno para que floreciesen a principio de junio y el columpio, mi columpio azul, aquel que me hizo mi padre partiendo de un cajón de madera, solo lo balanceaba el viento al compás del leve crujido de sus cuerdas.

Barriada de chalets donde vivía
Aquello me entristecía porque los veranos burgaleses eran bastante cortos y los dias calurosos se contaban con los dedos de una mano. Tenía que ir pensando en guardar mi bicicleta, también azul, y preparar la próxima llegada del nuevo curso. Otra vez los madrugones, el autobús, el uniforme, la pila de libros y el frío
Estudié los primeros años en la Institución Teresiana y terminé en el Instituto Cardenal López de Mendoza que entonces era solo femenino.

IES Cardenal López de Mendoza donde estudié

Los cambios de estación son cambios de vida, es como iniciar una nueva etapa llena de oportunidades y expectativas. Aquellos finales de verano solo el tiempo y el paso de los años los hace distintos. Entonces miraba el jardín lleno de flores secas, hoy tengo otra clase de flores que nunca se marchitan. Necesitan otro tipo de cuidados y aunque a veces cuesta trabajo sacarlas adelante la mejor recompensa es verlas sanas y frondosas.

Nadie me puede prohibir que recuerde, ellos creen que me hace daño, sin embargo yo siento que el alma se serena y esta añoranza me hace sentir bien y sonreir. Aunque esta sonrisa venga con billete del pasado.

Y quien recuerda, busca y quien busca, halla.
He encontrado algo que escribí hace tiempo y que publiqué al principio de este blog que abrí hace ya tres años. Cuando llega septiembre las noches empiezan a ser más largas, se tiene más tiempo de disfrutar de ellas y la luna está más despejada que nunca porque por fin se ha liberado del calor, está feliz, libre de agobios y por ello danza entre el manto de la noche y el murmullo del agua. Yo la he visto bailar sobre el mar.
"La noche era cálida en la Nave de los Sueños mientras surcaba con una estela de color los cielos del planeta. Desde el infinito, las amarillas luces del cielo iluminaban todo. No había estrellas fugaces, no había deseos que cazar al verlas correr por la bóveda celeste.
Pero de la quietud de la noche sonó una ligera nota musical que rompió su calma.
Después de este tímido sonido, vino otro y otro… y así como las gotas del comienzo de una lluvia, sonó toda una melodía. Parecía que todo estaba dormido, pero la LUNA se despertó en la anaranjada noche urbana para, por un momento, posarse en el marco del firmamento y escuchar aquella música suave.
La LUNA, era especialmente hermosa esa noche. Como una cicatriz blanca en el cielo se elevaba saludando a todo el que deseaba contemplarla, amaneciendo en nocturnidad sobre los mortales durmientes. Sonriendo a todo el que dejó el mundo de los sueños, para poder soñar despierto al son de una dulce melodía.
La LUNA danza esbelta entre velos de nubes. Y la música que baila ralentiza el ritmo de la noche".
Felices recuerdos.