Escenas como la que, por desgracia, presencié en unos conocidos almacenes, una de estas tardes que el frío te obliga a refugiarte y de paso tomar algo caliente, te dejan siempre un sabor amargo y un dolor en el alma que no hay analgésico que lo calme.
El hurto es tan viejo como la humanidad, el apropiarse de lo ajeno sin remordimiento ni piedad, es una ignominia, un deshonor que merece la repulsa de cualquiera que tenga un mínimo de respeto al prójimo y más aún si se sufre alguna discapacidad. Para el cleptómano sin embargo llega a convertirse en una necesidad que raya en el placer, a pesar de ser un trastorno psiquiátrico, por el cual la persona tiene una conducta repetitiva de adueñarse de aquello que no le pertenece y padece un irrefrenable impulso de robar. Pero éste no fue el caso. La víctima era una anciana invidente, ciega y apoyada en un andador para mayor seguridad. Parece que ya era la segunda vez que le ocurría y al ir a pagar en la caja y no encontrar la cartera, sonrió a la dependienta y con gesto de resignación añadió:" bueno, ya van 200 euros".
No tuve palabras, no las tengo, los ciegos se conforman con oír una voz amable, aunque no les gusta que les demuestres compasión, entienden en silencio las manos y palpan tiernamente, intuyen, "ven" a su manera y acarician los planos de las mesas, siguen las paredes y tocan largamente las esquinas. Sonríen, comprenden algo, pero si dices "luz" se quedan absortos, inclinan la cabeza vencidos: no distinguen. Saben que con la luz los hombres van deprisa, sin ella, como ciegos, a tientas. Saben que la luz es el agua más suave que llena los vacíos y rebota en las cosas o las traspasa dulcemente.
Alguna vez me han preguntado cómo es esta luz y yo hubiera querido pintarles, inventarles lo grande que es, como se funde con el cuerpo y con el alma, llenándolo todo de melodía, de mar, de una enorme flor sin pétalos.
Dios mío, no saben, no pueden comparar, no conocen los colores, en su cerebro nunca se estampó el rojo, el azul, ni el verde. Yo les daría bocanadas de luz, todo lo que cuando abro mis párpados atraviesa. Ojalá pudiera convertir su deficiencia en dicha, iluminando esa oscuridad profunda donde nunca un rayo de claridad ha penetrado.
No lo pude evitar y me fui con el corazón roto.
No lo pude evitar y me fui con el corazón roto.
Es terrible y doloroso que puedan suceder estos casos.
ResponderEliminarImperdonable esta forma cruel de actuar.
Un beso.
La persona que es capaz de cometer un acto así, merece un castigo severo. Creo en el Karma, y todo en la vida se paga.
EliminarGracias
Amalia, un abrazo.
No hay derecho. Un beso.
ResponderEliminarAsí es, ni perdón, sólo su justo castigo,
EliminarAbrazos
Con el corazón roto nos dejas, si está mal está mucho pero cuando hablamos de una anciana y ademas invidente. Estas son las cosas que me alteran y empiezo a querer mandar durante dos meses para enjaular a tanto criminal. Un abrazo
ResponderEliminarUna mezcla de pena y de rabia tuve toda la tarde. Ni me tomé un café, ni ganas.
EliminarY me pregunto dónde tienen la conciencia.
Gracias Ester.
Pues desde luego una luz ha inspirado esta maravillosa entrada...
ResponderEliminarPobre anciana...
Ojalá al ladrón le sirva para medicinas que no le hagan efecto... :(
Besos y salud
No sé si estaré en lo cierto, pero cada vez voy creyendo más en el destino y que en esta vida al final, todo se paga.
EliminarAbrazos azules corazón.
Te comprendo porque igual me he quedado yo al leerte.
ResponderEliminarMe dió tanta pena... A mí madre le robaron el bolso dos veces cuando estaba empezando con el Alzhéimer, no sé daba cuenta y lo dejaba abierto.
EliminarPobrecillos.
¡Pero mira que escribes bien, amiga mía!
ResponderEliminarSi algo has querido transmitir de lo que sientes y sienten las personas invidentes, lo has conseguido con creces.
Yo puedo disculpar al ladrón que robe por necesidad, pero no al que lo hace por afición o enfermedad.
Recuerdo que, unos años atrás, robaron en nuestra casa del pueblo, pero no quise denunciar el robo, ya que, la mayoría de las cosas que se han llevado, eran ropas de cama, conservas, congelados, vinos y bebidas, total, algo para taparse y comer ¡qué pena!
Te dejo un fuerte abrazo con mis cariños.
kasioles
Por necesidad es comprensible, pero se debe evitar aunque sea pidiendo. Comprendo tu caso, el mío ni lo perdono ni me entra en la cabeza. También nos robaron todo lo que había en casa de mi suegra, todo, hasta las cortinas y fueron dos inquilinas que teníamos.
EliminarGracias señora guapa.
La situación que comentas a cualquier persona de bien nos parece terrible.
ResponderEliminarCreo que estas personas que cometen estos actos no son enfermos, son malas personas que deberían tener un castigo ejemplar y consecuente con el delito cometido.
Un abrazo.
Y estoy de acuerdo, es maldad, se aprovechan de su invalidez y el delito tiene doble daño.
EliminarAbrazos también para ti.
Que cruel aprovecharse de una persona invidente. Tu corazón lleno de ternura nos ha traído una vivencia bien triste.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
Así es Conchi, duele la impotencia y el abuso de gente indefensa.
EliminarGracias
Hola Air, coincido con Matías, yo también creo que es maldad. No es lo mismo coger una mazana de un puesto de frutas y echar a correr, que robar a un invidente o a alguien que no cerro su bolso. Desvalijar una casa, o llevarse los ordenadores de un colegio es Maldad, siempre hubo amigos de lo "Ajeno" pero lo de ahora no tiene nombre. a veces solo lo consideran Falta, según la cantidad es Hurto,se amontonan las denuncias, lo que para una persona es una
ResponderEliminartragedia para las Autoridades es un caso más. Recuerdo lo que has comentado como las dos inquilinas se llevaron de la casa hasta los recuerdos, no se lo contasteis para no disgustarla no lo habría superado,así vivió unos años Feliz. A pesar del tiempo, como mas lo leo más me gusta este Blog, los Temas y tu particular forma de contarlo es algo que muchos/as siempre te agradeceremos. Un Fuerte Abrazo.
Yo te agradezco siempre tu comentario, que vengas y sepa que has estado aunque sólo sea con dos palabras. Tienes razón, cada vez importa menos el ser humano, no importa el respeto ni siquiera la compasión.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Mar.
¡Qué triste! Pero tienes razón, hay personas que solo roban porque les hace sentir bien, los cleptómanos no lo pueden evitar, o eso creo, pero lo que hicieron a esa anciana es algo más que una cleptomanía, eso es aprovecharse de alguien que no se puede defender. Comprendo tu rabia, tu dolor. Aunque triste historia, muy bien contada. Un beso.
ResponderEliminarUna tristísima historia que no debería repetirse jamás. Hoy vengo para darte la enhorabuena por tu relato/melodía en el blog de Ester. Me gusto mucho la humanidad y la ternura que transmitía. Un beso 😘
ResponderEliminarMuchas gracias, encantada de volverte a ver por aqui.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ha sido un placer descubrir tu blog. Con tus palabras llegas al corazón. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo
Clara
Vengo a saludarte y dejarte un abrazo.
ResponderEliminarGracias de corazón.
EliminarAgradezco mucho tus letras en mi espacio y sé que te alegras por lo bien que afronta nuestra amiga Ambar su tratamiento, yo la admiro muchísimo, Dios tiene que ayudarla pues fe no le falta.
ResponderEliminarSiento lo que me cuentas, en esta vida siempre tropezamos con alguna piedra que perturba nuestra tranquilidad, ojalá todo se te solucione pronto y todo haya quedado en una preocupación más.
Con mis mejores deseos para ti y los tuyos, te dejo un fuerte abrazo.
Kasioles
Como siempre seas bienvenida amiga.
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