Voz de mi hija

martes, 31 de enero de 2017

Uno más...



En cierta ocasión, alguien muy joven mientras me tomaba un café se acercó a la mesa y me preguntó qué se siente cuando uno envejece. Estaba recogiendo opiniones para un trabajo de clase y me sorprendió tánto que casi se me cae la taza de las manos, porque la verdad es que no me considero aún vieja.
Enseguida se percató de mi reacción, se apuró y trató de rectificar la frase al ver la expresión de mi cara. Respondí que me parecía una pregunta interesante y después de reflexionar unos segundos le invité a que se sentara mientras pensaba la respuesta. Fue fácil; para una persona de veinte años cualquiera que sobrepase la cincuentena es ya mayor, así que le dije que hacerse viejo es todo un regalo. Por qué- preguntó- pues porque ahora soy la persona que quiero ser.

Es verdad que la vida es una caja de sorpresas y que a veces te quita más que te da.
A través de los años mi corazón ha sufrido por la pérdida de seres queridos, por la enfermedad y el dolor de un niño , o por ver morir a mi mascota. El sufrimiento está comprobado que nos da la fortaleza necesaria y nos hace madurar, a veces demasiado pronto. Un corazón que no se ha roto es estéril y nunca conocerá la felicidad de ser imperfecto


Queridos amigos, hoy cumplo un año más. No me importa el paso del tiempo, me importa sonreir cada mañana y contemplar como la vida despierta antes que nosotros para colgar el sol y poder verlo desde la ventana de nuestra existencia.

miércoles, 25 de enero de 2017

Fría noche


Fría noche de enero, solitarias calles en las que el brillo de la escarcha anuncia un amanecer helado. Veo el techo de los coches cubierto con una boina mojada y aún queda algún resquicio de luz en las casas. Tengo derecho a quedarme despierta hasta altas horas de la madrugada, nadie va a marcarme el tiempo de sueño, a nadie le importa si duermo o vigilo, entre otras cosas porque  el silencio del momento me hace sentir bien, mejor de lo que esperaba, teniendo en cuenta hasta donde hoy llega mi pensamiento.
Abro la ventana de mi invierno, la fría ventana de cristales helados, de colores desvanecidos por el tiempo. Son horas de escalofríos y destemplanza, de imágenes color sepia que siguen vivas en el álbum del recuerdo.

Hace frío y me arropo con las sombras de la noche doblando su manto negro y temblando me cobijo al lado de la luna. Una luna abrigada con capa de lana que templa los más mustios sentimientos. Hoy no veo estrellas, el velo de la noche no me deja. Me conformo con mirar la belleza de los sueños.

Fría noche de enero, demasiado fría.


martes, 17 de enero de 2017

MATICES II

 




Pienso en aguas,
escribo vientos,
dibujo nubes.
 
Pinto aires,
invento montañas,
diseño un horizonte.

Tiño de azul la noche,
juego a ser un dios,
dorando las sombras.

Con mi pincel,
matizo tu boca, 
 dibujo rayos y olas.
 
 Entre tinieblas,
bailo descalza,
pisando estrellas.
 
Con nocturnos lienzos rojos,
con velos de púrpura,
con sueños azules y rosas.
 
 
A mi pintor favorito: Mi padre. 
 
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domingo, 8 de enero de 2017

Frío gélido.

 
Qué cierto es que la vida nos pone pruebas de la manera más insospechada, en el momento más inesperado y en fechas tan señaladas del año, como Navidad. Y qué cierto es también que la lucha por la supervivencia y por encima de todo la fe, nos ayuda a no flaquear para sobrellevar la carga con paciencia y esperanza.
Las pequeñas luces de colores que puse en mi árbol apenas han estado encendidas y la estrella en recuerdo de mi querida  madre tampoco ha lucido como de costumbre. He despertado de una pesadilla y de repente me encuentro con un Madrid lleno de hojas caídas que son el recuerdo de un otoño ya caducado y un recién estrenado invierno que ha empezado saludándome con un virus traicionero dando la bienvenida al año.

Llegó el General Invierno, como mi padre lo llamaba, que meteorológicamente hablando comienza alrededor del 7 de noviembre en el hemisferio norte y el 6 de mayo en el hemisferio sur. Llegó de nuevo el frío, las heladas, la escarcha. Las noches frías de enero en las que la luna tiembla y se arropa con el suave manto que cubre las estrellas.

No, no es agradable el frío gélido, ese que penetra por todos los poros de la piel y te hace estar encogido, que te empaña los cristales de las gafas y te humedece la nariz, el que cala hasta los huesos y entumece los sentidos. Sin embargo todo lo que estimula nuestra vida trayéndonos calor, frío, lluvia, viento, si es breve, es saludable, los cambios meteorológicos son necesarios.

A pesar de que hay gustos para todo, el frío suele traer paz. Las ciudades y los pueblos se arropan en el silencio, las casas y las estancias se vuelven acogedoras por el calor de ese silencio y en las calles, solo se escucha la melodía que silba el viento. La verdad es que me gusta poner un toque de romanticismo a todo y siempre trato de encontrar el lado bueno de las cosas. El frío conserva, aunque a veces no es fácil soportarlo cuando hasta las palabras se hielan.

Pero existe otro frío peor que el que podemos experimentar físicamente. El frío es la ausencia de calor en el cuerpo. El frío literal se puede apaciguar con un abrigo, una sopa, té caliente, un buen sistema de calefacción o la acogedora llama de una chimenea. Pero, ¿cómo se puede abrigar un corazón solitario, qué se puede hacer cuándo este corazón sufre una gran pérdida o ausencia, cuando no hay nadie alrededor que pueda brindarle apoyo, ni siquiera un abrazo para calentar un espíritu que está temblando?.


Tal vez alguna decepción del pasado, hizo que permanecieras largo tiempo soportando la nieve de la soledad, sin ningún tipo de abrigo. Posiblemente entregaste tu corazón a quien no lo merecía, alguien jugó con tus sentimientos y desestabilizó tus emociones. Puede que te hayas sentido engañado por confiar en alguien que te ha fallado y puedes también estar atravesando una fuerte tormenta de nieve, una avalancha de tristezas y decepciones. Entonces ocurre lo inevitable, se forma una gran bola de nieve que se va haciendo cada vez más grande y quedas envuelto en ella. 
Esa avalancha puede ser un sentimiento de culpa, los complejos e inseguridades que no te dejan vivir tranquilo. Tal vez estás esperando que alguien venga a rescatarte y esa ayuda nunca llega, sientes que estás en la recta final y pierdes la esperanza de que una mano te alcance y te levante.  Puede suceder que resbales en toda esa nieve fría que te rodea, y te quedes en espera de alguien que te acoja. El color blanco de la nieve representa la soledad de tu alma, el frío ha entumecido todo en ti y vives porque sin duda tu corazón late, pero hace mucho tiempo que caminas por senderos helados.



Hay un invierno en nuestro interior muy difícil de combatir. Cuando crees ser un fracasado, cuando deseas que otro viva la vida que a ti te ha tocado vivir y con la que nunca estás conforme.  Seguro que has visto a muchas personas montadas sobre un trineo, patinando o conduciendo cerca de donde estás tú y no se han detenido a curar las heridas que el frío te ha dejado. Es más, puede que estés delirando, con escalofríos, con una fiebre interna a punto de brotar porque la injusticia, la incomprensión, la soledad y tantas incongruencias te han dejado completamente aterido.

¡Qué crudo es este invierno!.
Sí, este es el auténtico frío, el peor, el que todos alguna vez hemos tenido que combatir y que solo sería suficiente una taza de amor para poder aliviarlo.

 


martes, 27 de diciembre de 2016

Reflexionando

 

Veo la vida como una gran sala
dentro de un espacio imaginario de luz.
Una gran sala decorada
con los sentimientos del mundo.

La puerta principal el Amor
las paredes los sentidos.
En las ventanas pájaros y sueños. 
En los sueños el alma del poeta.
 
Veo la vida como una gran sala.
Dentro, amor con tiempo para amar
amigos, familia, compañeros,
canto y poesía pura. 


 Veo la vida así, amigos y a pesar de todas las vicisitudes que presenta no se me ha olvidado sonreír, a veces no tengo ganas ni me apetece, entonces suelo estirar con las manos la comisura de los labios hasta conseguir al menos un gesto agradable.
Una mirada a la vida  en un momento difícil puede cambiar temores y dudas, dicen que los ojos son el espejo del alma y la forma de mirar es su modo de expresión.  
Hay que mirar la vida para extraer la belleza de todo lo que hay en ella. La bondad de un corazón, la sensualidad de una piel, la fragilidad de una flor, la sabiduría de un alma, y filtrar como un rayo de luz la belleza de los sentimientos para penetrar como un scanner en las emociones positivas.

En mi trayectoria he recorrido muchos caminos, mi mirada tiene pinceladas de intensos colores, valles, praderas, mares, estuarios, obras de arte, museos, iglesias, gentes de tantos lugares que ya ni las recuerdo. He leído y aprendido de sabios, de justicia, estadísticas y más saberes, que casi tengo olvidados. He buscado un lugar distinto, diferente, un guiño y una sonrisa que cuando apoyas las palmas en otras palmas, florecen ternuras. Y también he aprendido que cuando sueñas, acumulas cariño, y lo distribuyes al levantarte.

No se si es posible encontrar un mundo sin oscuridad, sin malos entendidos, ni prejuicios, donde la mentira no existe, ni la desconfianza, un lugar donde en el aire flota la música al compás de los latidos del corazón, donde puedes ver el alma de cada ser, traslúcida y etérea. Cerrando los ojos atraviesas distancias, todo está cerca, muy cerca y no existe el miedo. Un lugar donde te sientes protegido por la misma vida y cuando miras arriba, la luz de las estrellas ilumina el rostro más triste y es que son tan hermosas que parecen flores de terciopelo .

Lo que sí se es que la belleza  de la vida tiene forma y además contamos con la mirada para contemplarla. Si tuviera que elegir una manera de ver la vida, escogería los ojos del alma, con ellos no es difícil imaginarla.

Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es
creer que todo es un milagro. - Albert Einstein
-


Adiós 2016, qué poco te queda ya, déjame que te diga que aún tengo tiempo para lograr mis sueños.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

FELICIDADES A TODOS

 
 

Se acercan las Fiestas y empiezan los preparativos: los regalos, la decoración, el menú de la cena, el lugar donde reunirse...
Y surge la pregunta inevitable: "¿Cuántos somos el 24?".
Y en la respuesta aparecen, inevitablemente, las "sillas vacías", las personas que no están.
La persona que se fue lejos, la que la vida llevó por otro camino, la que eligió no estar, la que se enemistó, la que falleció.
Y comienza la tristeza.
 Las "sillas vacías" duelen y mucho. Es entonces cuando
necesito ese abrazo contenido y prolongado que no va a llegar...
Y extraño su sonrisa...
Y los ojos se llenan de lágrimas... duele...
Pero es la realidad, y la realidad hay que aceptarla.
Entonces suspiro hondo y girando la cabeza veo las "sillas ocupadas".
Son las personas que me aman. Y sonrío.
Así es la vida: pérdidas y ganancias...

Así voy a brindar el 24, con lágrimas contenidas por las "sillas vacías" y sonriendo desde el alma por las "sillas ocupadas".
Si, feliz a pesar de la tristeza.
Porque ser feliz no es necesariamente estar alegre. La alegría es una emoción pasajera que termina cuando el buen momento finaliza. La felicidad es otra cosa. Es un estado del alma. Ser feliz es estar en paz sabiendo que estoy recorriendo el camino correcto, el que coincide con el sentido de mi vida, el de mis errores y triunfos, con mis miedos y mi coraje... Mi camino, el que yo elegí.
Un camino en el que hice todo lo que pude por los que no están, a los que me brindé sin condiciones, a los que amé...

Posiblemente tú tendrás, como yo, "sillas vacías" en tu mesa este 24 de diciembre.
A pesar de eso, y por eso, te deseo una FELIZ NAVIDAD.
Ojalá puedas estar en paz  contigo mismo.


Yo elijo ser feliz mirando las sillas que aún están llenas y levanto mi copa agradeciendo a la vida, tenerlas. Y las vacías las completo en mi corazón con los buenos recuerdos cuando estaban ocupadas.



 FELICIDADES A TODOS.



lunes, 5 de diciembre de 2016

Hoy toca salud.


   Llega el frío y con él los dichosos resfriados, gripe y demás disfunciones respiratorias. Además el tiempo nublado y con menos horas de sol tiende a agravar los problemas depresivos y ansiosos, si encima el ritmo cotidiano lleno de prisas nos lleva a estar más estresados, solemos acudir a remedios que en contra de lo que parece, no sirven ni surgen el efecto deseado.

¿Quién no ha escuchado alguna vez el consejo de “tomar suplementos vitamínicos en las épocas de más estrés”? Es una de las indicaciones que vemos en la publicidad de los complejos vitamínicos, como si con ello se redujeran o eliminaran los síntomas asociados. ¿Es así? ¿Realmente necesitamos de estas pastillas vitamínicas para afrontar el día?
El sabio consejo de nuestras abuelas “come de todo” es básico para “sobrevivir” en el día a día, en cualquier época del año. Quien no dedica tiempo a una alimentación adecuada, carece de vitaminas básicas para desarrollar su vida con optimismo y energía.
Las vitaminas son sustancias químicas que se encuentran en pequeñas cantidades en los alimentos y son necesarias para la vida, la salud, la actividad física y para nuestro día a día.
Hay vitaminas vinculadas a componentes grasos de los alimentos, (liposolubles) y otras vinculadas a los líquidos (hidrosolubles). Entre las primeras, están las vitaminas A, D, E y K. En el segundo grupo se encuentran las vitaminas B1, B2, B3, B6, B12 y C.


Y cuál es la función de las vitaminas?, pues transformar los alimentos en energía, mantener en buen estado el sistema nervioso, mantener el sistema inmune aumentando las defensas, ayudar a un buen funcionamiento de nuestros neurotransmisores y todos sus componentes, son antioxidantes, mejoran la visión, son antibacterianas, protegen de enfermedades cardiovasculares,… Podríamos seguir así unos cuantos párrafos más, enumerando sus propiedades y beneficios para el sistema y todo con una finalidad: todo nuestro rendimiento físico y mental depende de ellas y, por supuesto, de una buena alimentación.
El ritmo de vida, el estrés y otros factores externos como el tabaco, café, té, alcohol y una determinada manera de cocer los alimentos en exceso, hace que las vitaminas no cumplan su función y pensamos, ante su carencia, que los complejos vitamínicos nos pueden ayudar. Pero ¿es realmente así?

 La dosis diaria de vitaminas que nuestro cuerpo necesita es de apenas un miligramo. Y como es inteligente, toda aquella dosis extra que no le hace falta, la excreta. Por ejemplo, la vitamina A es buena para la vista o para el crecimiento, tomada en exceso provoca náuseas y dolor de cabeza. Lo mismo ocurre con la vitamina D, buena para la absorción del calcio y formación de huesos, que en exceso puede producir calambres. Los aportes suplementarios solo deben estar indicados por un médico y en algunos casos son necesarios, por ejemplo, la B9 como suplemento de ácido fólico para las mujeres embarazadas, pues ayuda a la formación del sistema nervioso del feto.

Todos sabemos que el estrés es una consecuencia de un ritmo de vida que no somos capaces de soportar y la solución no es tomar vitaminas, sino reducir las vivencias que más ansiedad nos provocan, descansar y dormir las horas que nuestro cuerpo necesita para recuperar energía. La verdad es que cuesta mucho coger el sueño cuando las preocupaciones nos agobian, lo ideal sería desconectar cuando estamos en casa, si el trabajo es el culpable, y si no lo es, ayudarse con tisanas y procurar pensar en algo que nos guste, en algo positivo.

Y es vital mejorar nuestra dieta, comiendo de todo en la proporción correcta especialmente verduras, frutas y legumbres y si creemos que nos irían bien algunas vitaminas de más podemos obtenerlas de los alimentos que las contienen.
Os dejo una serie de alimentos beneficiosos para el cuerpo y acordes con la estación en la que nos encontremos:

  
    . Aguacate: rico en vitamina E, cuidará tu piel (más expuesta a los rayos de sol) y un excelente acompañante de ensaladas fresquitas.
  • Sardinas: Ricas en ácidos omega 3, son cardiosaludables.
  • Frutos secos: como nueces y avellanas, los primeros también ricos en ácidos omega 3 y los segundos en Vitamina E.
  • Sandías y melones: ricos en vitaminas C y A.
  • Tomates: ricos en vitaminas A, B, C, E y K. Uno de los mejores alimentos para el verano, además contiene antioxidantes y carotenoides, protectores del desgaste celular y del corazón.
  • Zanahorias: con antioxidantes y vitamina A, E y K, con abundante betacaroteno que protege tu piel y te ayuda a tener un tono más bonito en verano.

Ya sabes, mejora tu alimentación y mejorarás tu salud.
Hay veces que necesitamos vitaminas, pero para el alma.