Voz de mi hija

viernes, 24 de enero de 2020

Acuarela de recuerdos




Pienso en aguas
escribo vientos
dibujo nubes.

Pinto aires
invento montañas
diseño un horizonte.

Tiño de azul la noche
juego a ser un dios
escapo de mis sombras.

Con mi pincel
matizo tu boca
dejo al final una nube
que cuide mis rayos.

Y si este viaje
me convirtiera en estrella
vagaría en la noche.

Con nocturnos lienzos rojos
con velos de púrpura
para nunca dejar de soñar.


A mí pintor favorito, mi padre.

jueves, 16 de enero de 2020

El General Invierno


Llegó el General Invierno, como mi padre lo llamaba, que meteorológicamente hablando comienza alrededor del 7 de noviembre en el hemisferio norte y el 6 de mayo en el hemisferio sur. Llegó de nuevo el frío, las heladas, la escarcha. Las noches frías de enero en las que la luna tiembla y se arropa con el suave manto que cubre las estrellas.

No, no es agradable el frío gélido, ese que penetra por todos los poros de la piel y te hace estar encogido, que te empaña los cristales de las gafas y te humedece la nariz, el que cala hasta los huesos y entumece los sentidos. Sin embargo todo lo que estimula nuestra vida trayéndonos calor, frío, lluvia, viento, si es breve, es saludable, los cambios meteorológicos son necesarios.

A pesar de que hay gustos para todo, el frío suele traer paz. Las ciudades y los pueblos se arropan en un silencio de mármol, las casas y las estancias se vuelven más acogedoras y en las calles, solo se escucha la melodía que silba el viento. La verdad es que me gusta poner un toque de romanticismo a todo y siempre trato de encontrar el lado bueno de las cosas. El frío conserva, aunque a veces no es fácil soportarlo cuando hasta las palabras se congelan. Soy de tierra fría, muy fría, por eso el invierno me gusta. La cencellada deja un paisaje divino.

Sin embargo existe otro frío peor que el que podemos experimentar físicamente. El frío es la ausencia de calor en el cuerpo. El frío literal se puede apaciguar con un abrigo, una sopa, té caliente, un buen sistema de calefacción o la acogedora llama de una chimenea. Pero... ¿cómo se puede abrigar un corazón solitario, qué se puede hacer cuando este corazón sufre una gran pérdida o ausencia, cuando no hay nadie alrededor que pueda brindarle apoyo, ni siquiera un abrazo para calentar un espíritu que está aterido?.


Tal vez alguna decepción del pasado, hizo que permanecieras largo tiempo soportando la nieve de la soledad, sin ningún tipo de cobijo. Posiblemente entregáste tu corazón a quien no lo merecía, alguien jugó con tus sentimientos y desestabilizó tus emociones. Puede que te hayas sentido engañado por confiar en alguien que te ha fallado y puedes también estar atravesando una fuerte tormenta de nieve, una avalancha de tristezas y decepciones. Entonces ocurre lo inevitable, se forma una gran bola de nieve que se va haciendo cada vez más grande, te atrapa y quedas envuelto en ella. 
Esa avalancha puede ser un sentimiento de culpa, los complejos e inseguridades que no te dejan vivir tranquilo. Tal vez estás esperando que alguien venga a rescatarte y esa ayuda nunca llega, sientes que estás en la recta final y pierdes la esperanza de que una mano te alcance y te levante.  Puede suceder que resbales en toda esa nieve fría que te rodea, y te quedes en espera de alguien que te acoja. El color blanco de la nieve representa la soledad de tu alma, el frío ha entumecido todo en ti y vives porque sin duda tu corazón late, pero hace mucho tiempo que caminas por esos senderos helados.



Hay un invierno en nuestro interior muy difícil de combatir. Cuando crees ser un fracasado, cuando deseas que otro viva la vida que a ti te ha tocado vivir y con la que nunca estás conforme.  Seguro que has visto a muchas personas montadas sobre un trineo, patinando o conduciendo cerca de donde estás tú y no se han detenido a curar las heridas que el frío te ha dejado. Es más, puede que estés delirando, con escalofríos, con una fiebre interna a punto de brotar porque la injusticia, la incomprensión, la soledad y tantas incongruencias te han dejado completamente helado.

¡Qué crudo es este invierno!.
Sí, este es el auténtico frío, el peor, el que todos alguna vez hemos tenido que combatir y que solo sería suficiente una taza de amor para poder aliviarlo.

Os deseo un buen invierno con mucha salud por encima de todo.




jueves, 2 de enero de 2020

Aquellos juegos



Un día dejé de jugar, me di cuenta de que había crecido y empezaban a interesarme las cosas propias de la pubertad, estaba entrando en una época extraña llena de cambios y ya no me apetecía saltar a la comba, ni hacer filigranas con la goma elástica.
Hace poco paseando una tarde por el centro de Madrid, entré en una conocida librería y buscando en las ofertas encontré un libro que trataba precísamente de los juegos de la niñez, una recopilación llena de nostalgia que me llevó a mis años de niña porque retrataba el entretenimiento y la diversión que muchos de nosotros seguro que hemos disfrutado.

La infancia es la edad dorada del juego, nunca es tarde para volver a jugar. Ortega y Gasset decía que “el juego es un divertimento en el sentido de que es la otra versión de la realidad donde el sujeto encuentra el placer que no encuentra en la realidad...”
Toda civilización nace, crece y evoluciona según los acontecimientos que se desarrollan en ella y su población se va adaptando a ellos deforma diversa.
Dentro de esta adaptación aparecen leyendas, tradiciones y juegos que no son producto del azar sino una respuesta de la población a los cambios que se producen en su contexto geográfico, socioeconómico y cultural; unos cambios que afectan además de forma diferente a hombres y mujeres.

En este contexto debemos situar los juegos tradicionales, los cuales han ido evolucionando, al tiempo que se transformaba la sociedad cambiando así su finalidad y su significación.
Los cambios sociales se producen a un ritmo vertiginoso. Nuevas formas de entender el ocio ocupan el lugar de las tradicionales. Las continuas transformaciones de la sociedad, la entrada en el mercado de nuevos juguetes, el peso de la televisión como el medio lúdico por excelencia, la presencia constante de videojuegos y las actuales formas de ocio sedentarias, ha tenido como consecuencia el olvido y la pérdida de juegos tradicionales, los cuales nos obligaban a ejercer nuestra imaginación manteniéndola despierta.
En los años 40, 50 y 60 que apenas circulaban coches*ķse jugaba en la calle, juegos como los "alfileres", el aro, los bolos, el burro, las canicas, las chapas, las chinas, la comba, el corro, contar cuentos, las cuatro esquinas, los disfraces, las disparates, el escondite, la goma, la gallinita ciega, el látigo, las muñecas, el pañuelo, la pelota, la peonza, las prendas, pídola, los recortables, las tabas, tres navíos en el mar, veo, veo, los zancos, la zapatilla por detrás, ¡uf cuántos!... ¿quién no los recuerda o al menos ha oído hablar de ellos?.
A continuación expongo algunos de los más conocidos:

LOS BONIS, ALFILERES DE COLORES.

~ Cada participante deposita el mismo número de alfileres sobre una superficie lisa. Con el dedo se lanza uno de los alfileres sobre los demás, y si queda ‘cruzado’ sobre otros, los gana. En este caso, era costumbre doblar la punta de los alfileres para dificultar el movimiento. Las propias niñas fabricaban los acericos con papel de periódico, doblándolo en diferentes formas. Siempre había colores que estaban mejor considerados y se disputaban más. Yo recuerdo haber tenido uno en forma de corazón cuajadito de ellos.

EL ARO.



Se jugaba en el exterior todo el año y tenía dos partes: el aro y una vara de metal. Consiste en hacer rodar por el suelo un aro ayudándose de una vara de metal llamada guía, en la cual uno de sus extremos tiene forma de arco con la que sujeta el mayor. Tras trazar un recorrido se pueden hacer carreras para ver quién rueda más deprisa el aro y también quién es capaz de hacerlo rodar durante más tiempo sin que se caiga.

LOS BOLOS.

Una bola de madera y nueve bolos. El juego consiste en derribar el mayor número de bolos. Se colocan los nueve bolos en tres filas de tres. A cierta distancia, se traza una raya que hace las veces de línea de salida. Tras esta raya se sitúan las/los jugadoras/es. Cada participante tiene tres lanzamientos. Cada bolo derribado se contabiliza con un punto. Si se derriban todos los bolos, es lo que se conoce como ‘pleno’, por lo que quien lanza tiene derecho a un turno extra y a cinco puntos adicionales. Gana quien alcance la puntuación previamente acordada entre las jugadoras y los jugadores.

LAS CANICAS, EL GUÁ, LAS BOLAS.
   
Se dibuja en la tierra un círculo de un metro o metro y medio de diámetro en el que se depositan las canicas. Desde una distancia pactada con anterioridad, por turno, se lanza una canica con el objetivo de sacar del círculo las de las/los compañeras/os. Si la canica que se utilizaba para lanzar quedaba en el interior del círculo, se perdía. Las niñas no solíamos jugar a las canicas. Yo sí, con mi hermano y sus amigos, ellos me enseñaron y llegué a hacerlo bastante bien, bueno... eso decían.

LAS CHAPAS.


El material era las chapas de las botellas. Tradicionalmente se han considerado las chapas como un juego de chicos aunque muchas de nosotras hemos jugado con nuestros hermanos, las decorábamos con las caras de futbolistas o de ciclistas que recortábamos del periódico.

LA COMBA, LA CUERDA, LA SOGA, EL SALTADOR

La cuerda es el elemento fundamental que acompaña al juego. Debe ser de una longitud y una consistencia que la hagan manejable para moverla, y será sostenida por una niña o niño en cada uno de sus extremos, aunque en ocasiones también puede ser una niña o niño solo, haciendo uso de un saltador, que es una cuerda más corta con una empuñadura de madera o de plástico. Había variedades, cuando el movimiento es de balanceo –a ras de suelo y de un lado a otro–, se denomina ‘la barca’. Otra modalidad son ‘los dubles’, donde se salta a un ritmo frenético.

LAS COMIDITAS, CACHARRITOS, COCINITAS.


Se levantaba un fogón con los materiales que se encontraban a mano: ladrillos, cajas de zapatos, cajas de medicinas, etc. Las niñas sacaban sus cacharritos y realizaban todo tipo de mejunjes mezclando agua con arena, yeso rayado, etc. La “comida”, en ocasiones, era cuando menos catada por las jugadoras. En un principio fueron de barro, después se fabricaron en aluminio y al final el plástico convirtió lo tradicional en más duradero.

LOS HILOS, LOS NUDOS, LAS CUNITAS.


En este juego se utiliza una cuerda atada en los extremos y cogida entre las manos. Los dedos se van entrelazando con ella. Formada la primera figura básica, la o el siguiente jugador coge la cuerda en determinados puntos, pasando ésta a sus manos, y creando en esta ocasión otra figura distinta, y así sucesivamente. La precisión a la hora de coger la cuerda es importante, porque si no se hace de modo correcto la cuerda se lìa y es imposible seguir el juego, por lo que la jugadora o el jugador que ha fallado, perderá. Según la maña, se podía conseguir movimiento con las figuras. Estas figuras recibían cada una un nombre: bigotes de gato, la cama, las tijeras, etc. Curioso juego que requería mucha habilidad.

EL DIÁBOLO.


Un diábolo son dos conos unidos por la parte más estrecha, que se bailan en este punto sobre una cuerda unida en sus dos extremos a dos varillas de madera. El diábolo es impulsado por la fuerza que se ejerce sobre las dos varillas. Antes de lanzarlo, deberá deslizarse varias veces por la cuerda para que adquiera fuerza y velocidad; a continuación se lanza enérgicamente y, cuando vaya descendiendo, habrá que cogerlo sirviéndose del cordel. Esta operación resulta más fácil si la cuerda se coloca de forma inclinada con respecto al diábolo,  de otro modo éste rebotaría al no poder deslizarse. Gana quien más tiempo y más alto haga bailar el diábolo.
Os confieso que no lograba mantenerlo bailando ni tres minutos...

LA PEONZA


Existen diferentes formas de jugar a la peonza. Lo fundamental es saber hacerla bailar, para lo cual hay que anudar fuertemente el cordel  y lanzarla con un golpe seco. Entonces, se juega a ver quién la hace bailar por más tiempo, se puede hacer las figuras más atrevidas, cómo pasarse la peonza de mano a mano sin que pare de girar, etc.  

LOS RECORTABLES.


Con lápiz y papel o figurines sacados de revistas, se hacían los recortables. El juego consistía en recortar figuras de niños o niñas o de hombres y mujeres y hacerles vestiditos de papel que se acompañaban de pequeñas solapas para unirlas al cuerpo. Era uno de mis entretenimientos preferido.


Los juegos tradicionales han pasado de generación en generación, los disparates, el pañuelo, Antón Pirulero... yo no sé si los niños de ahora los conocen al menos de oídas, pero está claro que los han cambiado por las consolas, los videojuegos o el móvil, la tecnología avanza y la imaginación se queda obsoleta.

Se me había olvidado ya y hoy he vuelto a jugar.

¿Y tú, a qué jugabas de pequeño?. —

Disculpad mi extensión. 

sábado, 28 de diciembre de 2019

Feliz entrada y salida de año.


 

De nuevo a las puertas de otro fin de año.
Quedan muy pocas horas para que el reloj marque las doce últimas campanadas dando entrada al nuevo 2020 y todos nos deseamos lo mejor entre risas, abrazos y brindis. En el fondo todos pensamos lo mismo, cómo será, qué sorpresas nos reservará, si será bueno o malo. Y siempre hacemos un balance del que acaba de finalizar. Yo no puedo deciros que ha sido positivo, no, menos mal que al final se ha abierto una luz y unos ojos azules heredados de mi padre, empiezan a brillar.
En todos los países que más o menos se rigen por una cultura cercana a la occidental, se cierra el año con mucho bullicio y distintas tradiciones, entre ellas (y como no podía ser menos) las referidas a la gastronomía. Así por ejemplo, los italianos inician la ‘notte di Capodanno’ con una cena en la que las lentejas son plato imprescindible porque significan riqueza. Además, después de brindar por el nuevo año, es costumbre tirar la copa por la ventana.
Por su parte, los ciudadanos noruegos toman el tradicional aguardiente o la dorada cerveza acompañada por típicos platos a base de pescado. Para los ingleses, estas señaladas fechas no serían lo mismo sin su christmas pudding, mientras que los franceses hacen un reveillon (cena de Nochevieja) para ‘supercomilones’ en la que se cocinan grandes cantidades de comida. Por otro lado, en Alemania es tradición dejar en el plato algunos restos de lo que se haya cenado hasta después de medianoche, como forma de asegurarse una despensa bien surtida durante el año siguiente.
Pero nada más saludable que la vieja costumbre española de tomar doce uvas coincidiendo con las doce últimos segundos del año como ‘ritual’ para atraer la suerte. Tan arraigada está esta tradición que cada fin de año son consumidos ni más ni menos que unos 500 millones de uvas, pero... ¿de dónde procede exactamente esta ‘ceremonia gastronómica’?. Pues bien, según la mayoría de las teorías parece ser que todo empezó cuando, en el año 1909, los viticultores cosecharon tal cantidad de uvas que, al no saber qué hacer con el excedente, decidieron repartirlo gratis entre la ciudadanía inventando que su consumo en Nochevieja traería fortuna. Y debió de traer mucha porque, desde aquel año esta tradición se ha seguido celebrando hasta hoy e, incluso, algunos países sudamericanos han empezado también con esta costumbre. 



Brindemos juntos por un venturoso y feliz año 2020 





Hoy colgaré temprano la luna,
cerraré mis ojos,
y de memoria colocaré las estrellas
para que los poetas naveguen en busca de sus musas;
la pondré risueña
para que los poetas siembren flores en los corazones.

Estamparé un lucero en la hamaca de su risa,

un beso de infinito,
para que sueñen los enamorados...

Hoy colgaré la luna en un cielo limpio,

que no haya nubes que le estorben,
y que los suspiros
la vayan elevando
en hilos de prosas, de versos y de sueños.

Hoy colgare la luna

y la bajaré despacio para pintarla de aurora...
la bajaré para ponerla a tus pies.


Cierra los ojos, piensa en todo lo que te hizo sonreír en el año que termina y olvídate de lo demás... Ojalá esas sonrisas se multipliquen por 2020 más.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Habrá Navidad.





https://youtu.be/rD2ShtIhMzA

Nada nuevo vengo a deciros. Se ha escrito mucho sobre la Navidad, se ha llevado al cine, pintado escenas y paisajes preciosos de esta época del año. La nieve parece ser el símbolo de ella y seguramente más de uno de vosotros la habréis disfrutado alguna vez con su belleza y sus inconvenientes. Hay quien es feliz este tiempo y hay quien ni siquiera lo celebra. Todo es respetable. Pues para los que la Navidad sigue sorprendiendo como un juego de niños, ya está todo preparado, las calles iluminadas, poco o demasiado, pero lucen y crepitan las bombillas, los escaparates adornados y hasta en los balcones y terrazas hay muérdago y chispas de colores.


Desde tiempos que se pierden en la neblina del recuerdo, cada año arrastramos una tradición poco menos que ancestral, que hace teñir de blanco nuestros corazones.

La blanca Navidad vuelve a asomarse a la ventana de nuestra vida, nos avisa que es tiempo de hacer una pausa, de preparar una gran mesa rodeada del cariño de nuestra gente, de mirar con ternura al solitario, de ayudar al necesitado, de acompañar al enfermo y por encima de todo la blanca Navidad siempre nos hará recordar nuestra infancia, nuestra maravillosa inocencia, aquella que el fantasma del tiempo nos fue robando poco a poco.
Para muchos son días estresantes, demasiada gente, gastos innecesarios, prisas y agobio, cada persona es un mundo y es comprensible. Pero ahí está y nos guste o no tiene que haber Navidad. Porque...

Mientras que un niño sonría, habrá navidad,
Mientras que lloren las nubes, habrá navidad,
Mientras que un hombre perdido encuentre su camino,
Mientras que un hijo regrese,
Habrá navidad.

Mientras que alguien herido prefiera olvidar,
Y a su peor enemigo logre perdonar,
Mientras que alguien consiga que un joven se aleje de la oscuridad,
Mientras que un arma se calle,
Habrá navidad.

Mientras sigamos creyendo que hay algo más,
Mientras que haya esperanza,
Mientras que brille una estrella,
Mientras que vuelen las aves,
Habrá navidad.

Mientras que cierres los ojos y sientas contigo a alguien que no está,
Mientras que existan recuerdos,
Mientras que haya esperanza,
Habrá navidad.

Charles Dickens dijo: "Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año".




Así deberíamos vivirla. No nos fijemos en las sillas vacías, valoremos a los que todavía tenemos a nuestro lado y demos gracias a la vida por volver a sentarnos con esa persona que en este año lo ha pasado mal, que ha superado una enfermedad o un grave problema y vuelve a sonreír entre campanas de gloria.


El tenor Mario Lanza, fallecido  a los 38 años canta el Ave María.

FELIZ NAVIDAD a todos.

martes, 10 de diciembre de 2019

Surcando aires.

El 10 de Diciembre es el día de la Virgen de Loreto, Patrona de los aviadores, pilotos, ingenieros aeronáuticos, mecánicos de vuelo, del Ejército del Aire, paracaidistas, aerolíneas, asistentes de cabina, personal de servicios aeroportuarios y de todos los que tengan a la Aviación como actividad en su profesión o afición.

A continuación, una breve reseña histórica de por qué la virgen de Loreto es la Patrona de los Aviadores:

Se originó en una tradición del siglo XIII, que nos cuenta que la Santa Casa donde nació la Virgen María, en donde recibió el Anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios y en donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada volando transportada por ángeles en el año 1291 desde Nazaret, primero a Tarseto (en Dalmacia, Croacia), y más tarde fue trasladada, nuevamente volando, a un monte en Italia lleno de Laureles (Lauretum), por lo que acabó recibiendo el nombre de monte Loreto. Se apareció la Virgen, y comenzaron las peregrinaciones.  

El motivo del viaje de la Santa Casa desde Nazaret fue para ser protegida y resguardada de todo peligro, porque Palestina había sido invadida por los mamelucos. Con tanto viaje volando de la Santa Casa, transportado por ángeles por el Mediterráneo, casa, muebles y aparición de la Virgen, tuvo como resultado el que se convirtiera en la Patrona de los aviadores, pilotos, líneas aéreas y Fuerzas Aéreas de muchos países.

Alrededor del Santuario sobre la colina de 127 msnm se creó una villa. Hoy la población de Loreto, tiene algo más de 12.000 habitantes, en la Costa italiana del Adriático, situada a 22km de Ancona, en la región de las Marcas. A 120km al sur del Estado de San Marino, y algo más bajo en latitud que Florencia y Pisa.

FELICIDADES A TI Y A TODOS LOS QUE SURCAN LOS AIRES.

lunes, 2 de diciembre de 2019

Diciembre, el último.


Nuevo mes. Diciembre el mes loco, creo que es la palabra justa. Se abre más la puerta del consumismo, la gente tiene que gastar, es casi un vicio y ya se encargan los comercios de ello cada vez adelantando más las próximas fiestas. Tráfico, colas, ruido de bocinas, toses y estornudos sin ninguna precaución. Bufandas enrolladas al cuello y gorros calados hasta las orejas, mientras algunos cuerpos corren a pierna suelta  en pantalón corto y moqueando a las ocho de la mañana. Estamos en el mes loco, bonito sí, pero desmadrado, que cada año se presenta con prisas y agobios.

Dejadme que borre el vaho de los cristales, que haga figuras con los dedos mientras me asomo a la ventana del recuerdo.
Qué desnudo está el jardín, qué mustios los rosales, las macetas siguen en los peldaños de la escalera con restos de tierra seca, el ciruelo cruje por la humedad, las anillas tienen las cuerdas mojadas y tintinean con el viento, las suyas, las que se colgaron para que hiciera músculo. Todo preparado ya para el invierno, sin embargo no siento tristeza, ni siquiera un ápice, solo una tremenda nostalgia familiar.
Dentro hay un rico olor a castañas asadas, no hay café, tiene que ser un sucedáneo, esos dichosos cereales malteados que dan color y quitan el sabor a la leche que a ninguno nos gustaba.
Arriba huele a pintura al óleo. ¿Que a qué huele el óleo?, a aceite de linaza, un olor penetrante que marea y hay que abrir la ventana a pesar del frío de diciembre. El nuevo cuadro se irá pintando poco a poco, más lento que de costumbre. ¡Vaya mezcla de olores!, abajo huele a gloria, arriba a barniz y aceite.

Evoco el lugar donde crecí, recuerdo a la perfección los jardines y plazas donde corría. Los sueños siempre me revelaron que el mundo era un lugar donde se tenía que transitar y cuando me fui de allí no me daba cuenta de lo que me esperaba. Era tan sólo una soñadora innata hasta que pude comprobar que mis sueños eran unos mentirosos. El mundo está lleno de opresores, amargados, infelices y solo una minoría lo pasa bien en este lugar.
Siempre recuerdo la mirada de mi madre, la veo cada mañana en mi espejo porque es igual que la mía. Uno no puede escapar de su identidad, siempre hay lugares, ocasiones, sonidos y palabras que no se pueden borrar con nada. Las vivencias son como las flores que se deshojan y se pierden con el tiempo sin que nadie se entere de que existieron y que formaron parte de este mundo.

Aquel diciembre quedó en otro plano, en otro espacio y en otro tiempo. Hay que dejar de idealizar el pasado y centrarse en el presente, en este nuevo diciembre con sus virtudes y defectos, no anulemos el ahora, al fin y al cabo no todo era perfecto en los viejos tiempos.

Bienvenido diciembre loco.